La película propone desde el escándalo un
itinerario escatológico de principio a fin. La provocación que concitan sus
imágenes sibaríticas no siempre se sostiene en un plano de coherencia por el
exceso gratuito de procaz testosterona. El traslado de tiras cómicas hacia la
animación de los dibujos animados, perfila mejor los rasgos de carácter de los
personajes creados por Jis y Trino, pero cae en ciertos lugares comunes del
polimorfismo pacheco, la ambigüedad de género o la puñeta clasista. Las
metáforas sociales según las cuales zombies de Zahuayo igual a pobres
marginados, es un sarcasmo hilarante que activa un imput de burla descarnada de las posiciones políticamente correctas
que terminan en la misma corrupción que practican las élites extractivas. El
feminismo condensado en el mexican
chichis pagüer es la evolución natural modificada del pito centrismo, denunciado
por las alegres damas de vodevil como un homosexualismo de clóset. Sí. Por
momentos hay humor en secuencias bien logradas, y otras veces un tedio de
imágenes y diálogos que quieren pasar como elaboración de contextos y
justificación argumentativa… pero querer unir estas partes es como tener piezas
de un puzzle que no ensamblan, que no encajan, en la visión global del conjunto.
Pese a lo anterior la película se deja ver, más aún cuando la libertad del
control remoto nos permite omitir o acelerar esas partes innecesarias que son
chocantes por inútiles e inútiles por fútiles. Los ovarios al poder reclaman,
en la voz de la némesis del santos, la Tetona Mendoza, el control social de la
dictadura de las tetas para reeducar con telenovelas a las bestias panzonas
consumidoras de cerveza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario