AMO
Y CRIADO (1895)
LEV NIKOLÁYEVICH TOLSTOI Y EL REALISMO*
*Lev N. Tolstoi, Amo y Criado, Traducción de
Nieves Pinilla, Editorial Z, Col. “Se hace Camino al Andar”, Madrid 1973
El
restablecimiento del hombre perdido, como idea de inspiración y creación
estética, fue formulada por Víctor Hugo
en su extensa novelística, pero de forma particularmente aguda en dos de sus obras, Les miserables (1862) y L´homme qui rit (1869). Ahí se
argumentaba la rehabilitación social de los proscritos dentro de una visión
social amplia, que tendía puentes de comprensión y compasión hacia los sectores
marginados de la sociedad, como
materialización de una especie de sistema moral con aspiraciones de consenso y
aceptación universales. En esa orientación se alinearon las obras de otros
importantes novelistas e intelectuales de toda Europa, como Émile Zolá,
Alejandro Dumas, Heinrich Ibsen, Oscar Wilde, Anton Chejov, Máximo Gorki, Fiodor
Dostievsky y el príncipe León Tolstoi. La declaración de los Derecho
Universales del Hombre no hizo más que reforzar esta idea aunque la orientación
política y social dominantes iba en otro sentido, impulsado por el choque de la
modernidad industriosa y el anacronismo de ancianos imperios que a duras penas
sobrevivían en Europa central y Rusia; creando nuevas tensiones sociales,
sumadas a las ya existentes, que provocarían el estrujante final de los frentes
de batalla en Crimea y otros lugares, preludio de la ruina tras las grandes
conflagraciones futuras y la disgregación.
El siglo XIX en
Rusia fue el siglo de oro de su literatura, verdadera revolución literaria y
florecimiento de una estética de las letras, encabezada por hombres como los ya
mencionados Chejov, Gorki, Dostoievsky y Tolstoi, a los que se agregarían otros
gigantes como Lermontov, Pushkin, Afanasiev, Gógol.
El príncipe León
Tolstoi tomó para sí el desafío intelectual de enriquecer y adaptar para Rusia
la idea revolucionaria de Víctor Hugo,
retomando la rica herencia mística de la iglesia ortodoxa y el
sufrimiento de los campesinos, quienes se debatían entre las garras crueles de
la aristocracia y el zarismo de los últimos Romanov. Los personajes que emergen
de su extensa novelística son íconos característicos de la Rusia de su tiempo,
y muchas veces son un retrato de la vida misma del escritor, quien solía huir
de su refinada vida aristocrática recorriendo el extenso país para conocer la
triste realidad de los campesinos, convirtiéndola en tropos de una literatura
profunda y humanística.
Amo y Criado fue escrita por Tolstoi
en el año 1895. La idea de este relato le fue sugerida durante un viaje que
realizó a la provincia de Riazán, en la época del hambre, en cuyo remedio tomó
parte. Los dos personajes centrales de la novela ilustran las condiciones
sociales contrapuestas en la Rusia finisecular. El amo es un hombre
inmensamente rico y déspota, que hace su fortuna timando, aprovechándose y
estafando a sus sirvientes con un sistema de trabajo esclavo que nunca termina
de ser suficiente para satisfacer sus exigencias. Por el contrario, El criado es pobre en todo
sentido, nada tiene, nada quiere, sin
embrago está dotado de paciencia y sentido común, que le hace darse cuenta de
la situación y de las triquiñuelas del poderoso amo para quien trabaja. Ambos
se encuentran en solitariamente unidos durante una borrasca del duro y frío
invierno ruso y justo ahí se revelan las diferencias de carácter. El amo piensa
en sus propiedades mientras el criado espera y se inmoviliza para no perder el
poco calor de su cuerpo. El amo lucha una y otra vez para alejar la sombra
siniestra de la muerte por congelamiento que los acecha a ambos. Quiere huir
dejando a su criado a mercede de los elementos. Vuelve ante la imposibilidad de
la última empresa y al ver la realidad que se viene medita y se arrepiente,
tratando de enmendar su necio egoísmo que condenó a ambos a una muerte
inexorable. Trata de salvar a su criado poniéndose el mismo encima del cuerpo
entumecido… El desenlace es un gesto esperanzado en el hombre que en los
últimos momentos de su vida es capaz de limpiar sus errores con una entrega
definitiva y última.
Dicen que esta
obra, al igual que La Muerte de Ivan Ilitch
escrita también por Tosltoi, es un retrato autobiográfico del príncipe
fugitivo, quien efectivamente moriría años más tarde, solitariamente, en una
sala de espera de una estación de tren en medio de un crudo invierno.