EL DESALOJO FEDERAL
DE LOS CIUDADANOS DE
SEGUNDA CLASE
JORGE ANTONIO DÍAZ
MIRANDA
Abril de 2013
Ufanos y mediáticos los púlpitos de la condena
oficialista, claman loas dirigidas a la
ejemplar demostración de fuerza institucional para desalojar a los “rijosos” de
la CNTE de la carretera del sol. La justificación principal, de acuerdo a los
vocingleros paladines televisados del “estado de Derecho” deriva de que la
medida impide la afectación a terceros que son mayoría, a diferencia de “unos
cuantos que no quieren regresar a las aulas, por su flojera y su anacronismo
sindical”. Con un cinismo desmedido estos jueces de facto, comunicadores de
pacotilla, acicalados lectores de boletines de prensa, oficiantes pagados del flatus vocis, mercenarios de la comunicación,
payoleros y play boys, entenados de
las notas insertadas...
Se hacen los pendejos ante la situación actual y sobre
todo de la historia que están en el fondo de las manifestaciones y del malestar
social. Se hacen pendejos sobre el hecho de que sólo hasta estos aciagos días
al Estado mexicano parece importarle al fin el destino de la educación, después
de ocho décadas de amasiato con los peores líderes charros como Elba Esther
Gordillo, cuyo poder creció cobijada por el presidente en turno, hasta la ruptura
con el actual. El sector de la educación pública que ha sido atendido por
décadas del México moderno como mero instrumento político, tópico de la
demagogia revolucionario y bastión de la entelequia democrática: mientras los
verdaderos profesores en comunidades marginadas de Chiapas, Guerrero, Michoacán,
Oaxaca, etc., enfrentaban condiciones
terribles para el ejercicio de su trabajo.
Y con la policía comunitaria y los grupos de
autodefensa lo mismo. marejadas de censura jamás podrán pulverizar los
acantilados de la realidad. Si tanto se escandalizan con las armas de la
policía comunitaria ¿por qué no se
indignan de las armas del crimen organizado? Pero los matices no les interesan
ni los problemas reales ni el Estado Fallido en zonas empobrecidas donde mandas
señores de horca y cuchillo.
Las fuerzas federales han sido entrenadas para
disolver manifestaciones sociales o enfrentar la insurgencia, pero la triste
verdad es que han valido madre con los criminales a los que ni siquiera han
afectado en su capacidad operativa y poder de fuego.
Para la impartición de la justicia hay dos
raseros: la permisividad para los empoderados y el martillo de la persecución para
los desclasados. Eso es ridículo en la modernidad, eso es un peligroso
anacronismo cavernario, eso es inflamar el fuego del malestar social, eso es
sembrar desde el poder la semilla de la violencia. Pero la historia demuestra que
siempre llega el día en que el auto elogio se agota en su auto referencia y
futilidad, lástima que sea la gente de a pie los que debemos pagar y muy caras
las mentirillas de los mantenidos de la administración pública, ejecutiva,
legislativa o judicial.
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