La guerra televisada pasa necesariamente por la censura militar, pero lo que se muestra en estos cuatro primeros días de supuesto cumplimiento de la resolución 1973 de la ONU, es un montaje truqueado. Qué lejos estan los días del verdadero teatro de operaciones durante la segunda guerra mundial en que el Afrika Corps de Rommel y las formaciones de Montgomeri celebrarían enfrentamientos colosales de verdadera guerra, con los tiempos soft que corren de combate sin honor y de ataques que no atacan nada. En medio del más fúrico de los desmadres, la llamada coalición no sabe cómo cumplir con todos los objetivos, y menos aún qué diablos espera la ONU con una resolución tan ambigua que autoriza "todos los medios para hacer cumplir la resolución de proteger a los civiles" sin que esté autorizada una fuerza de ocupación terrestre que brinde protección real a esos civiles aludidos. La transferencia del mando ahí donde no hay mando ni liderazgo dice mucho de la supina ignorancia con la que Obama enfrenta la política exterior en África del Norte, pero también habla de la debilidad europea a la hora de plantearse por su cuenta qué atacar y cuándo parar. Los ingleses por ejemplo se encuentran una guerra áerea donde sus aviones bombardean reptidamente los mismos blancos que le señala la "inteligencia estadounidense" pero sin saber el peso real de esos ataques ni poder decir si eso cumple los objetivos finales de la supuesta "neutralización" de las fuerzas armadas libias. Alemania abstenida en la votación de la ONU disiente de la hegemonia americana y sostiene la supremacía de la OTAN sin que ese organismo en su conjunto haya decidido del todo que la opción militar sea adecuada o no con lo que se pretende. Kadaffi no es el blando, luego Italia y España se involucran en una operación que hace blanco en cuarteles militares, arsenales y aviones... de utilería que no restan ni un ápice el poderio del dictador sobre las formaciones insurgentes. Escandinavia y Polonia se pliegan a la alianza desde un tibio acompañamiento que no espera conseguir nada de nada en la incertidumbre de una odisea de magros resultados y peligrosas ambigüedades.
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
MARTES 22 DE MARZO DE 2011
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