Italia está convertida en un gran cabaret itinerante. La tierra de las bellas secretarias, según la cínica definición del proxeneta Berlusconi, se engalana con su enésimo escándalo, ahora consistente en la inducción a la prostitución de chicas menores de edad, promovido por el propio cavalieri. El fin de fiesta del fauno septuagenario tiene una amarga resaca que huele a dimisión o cárcel. El atasco de palabrería del gabinete italiano está saturada de escatología y frases obtusas, que se pretenden pasar de listas con el ninguneo de la gravedad de los sucesos. Mientras la fiscalía italiana prepara la segadora condenatoria para las conductas destrampadas del imperator venido a menos. El cotilleo genera interminables ríos de tinta en pro o en contra de los empresarios empoderados, mientras italia arde en la crisis financiera más importante de su historia reciente, y los negocios con su aliado libio se esfuman en una serie de especulaciones, amenazando con más inestabilidad y fuga de capitales. El estropicio de las declaraciones de il cavalieri tienen un sentido hilarante pero claramente senil y recomiendan una receta de desdén: la ascensión social de las damas italianas sólo puede ser lograda mediante el casamiento por conveniencia con hombres potntados. Esa es parte de la nueva realidad italiana, la nación del bunga bunga y la masificación mediática de carnes que se sangolotean lascivamente en horarios triple A.
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2011
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