Fuera de control, ese es el eufemismo que el gobierno japonés emplea para caracterizar la situación de la planta nuclear de Fukushima y en esta ocasión el hermetismo informativo de hace solo algunos días ha sido desbordado por las graves implicaciones que esperan cobrar la factura de los errores humanos, que, por cierto han sido de mayor impacto que el de los desastres naturales. De acuerdo a todos los indicios informativos, las fallas del sistema de refrigeración, los errores del diseño del reactor más las evidentes negligencias en el diseño anti maremotos, no son de cuño reciente, y están en el centro de un escándalo de corrupción, ocultamiento de información, fraude y pésima gestión en las medidas de prevención. La Compañía de Electricidad de Tokio (TEPCO, en Inglés) posee un historial de ocultamiento de informes que ponían de manifiesto, errores de funcionamiento, fugas y defectos en el sistema de enfiramiento o refrigeración al menos desde un lustro antes del desastre natural que asoló recientemente al Japón. El nivel de radiación en Fukushima fue en los pasados días de 400 veces el límite permitido y aunque el gobierno japonés informó que la situación no era de riesgo para la salud de las personas, en los hechos la evacuación masiva de 200 mil personas contradecía el optimismo del gobierno y la información de la misma empresa. Otro hecho trascendente que contradecía el hermetismo y la minimización del gobierno de Naoto Kan fue el incendio del reactor 4 que supuestamente no estaba en funcionamiento, además de la afectación en tres de los cuatro niveles de seguridad en los cuatro reactores, es decir, Edificio, Estructura de contención y barras de combustible.
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