miércoles, marzo 09, 2011

DIVAGACIONES SOBRE EL SALTERIO Y EL VALS EN MÉXICO


Desde la época de la independencia (siglo XIX) y hasta el primer cuarto del siglo XX, el salterio fue un instrumento musical muy utilizado en la interpretación de la música mexicana de origen europeo, como el vals, la polca, la mazurca, el paso doble, la marcha, el chotis, etc.


Las expresiones musicales de aquella época se difunden en la sociedad, primero como recreaciones de las composiciones originales que ocupan el hit parade de moda en Europa y segundo como patrones que se van modificando de acuerdo a los gustos de la época.


Esta situación, empero, no se repite con el vals pues su estilística es ampliada y enriquecida con una sensibilidad que configura dentro del género, una nueva forma expresiva, más propia de la joven nación mexicana de ese entonces, colmada de motivos que intentan reflejar la situación cultural de un país paradisiaco aunque convulsionado. Por consiguiente, el vals de compositores mexicanos no es un mero reflejo de su pariente europeo, ni su sentido se genera a partir de la nostalgia por los viejos imperios que estallan en mil pedazos (como el célebre caso austro-húngaro); el vals mexicano propone una expresión llena de vitalidad y motivos poéticos, entrelazadas con alusiones naturalistas y románticas, seculares y sacras, mundanas y místicas.


En éste excitante momento de la historia de México el contexto cultural está abierto a influencias externas e internas que se conjuntan para dar pie a algo distinto, donde la tradición y la modernidad no se excluyen, sino que se complementan y renuevan su sentido y vigencia.


La incorporación del salterio en las voces del vals, es una innovación mexicana que simboliza la transubstanciación de la música desde lo sacro, en algo más próximo a los avatares humanos, pues celebra la fuerza de la sensualidad y el goce pero sin llegar al extremo de la profanación o el perjurio. Sutil despliegue de sentires en medio de los giros del baile y las notas musicales que se levantan como telón de fondo del tardío romanticismo que florece.



JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
MIÉRCOLES 09 DE MARZO DE 2011


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