sábado, noviembre 26, 2011

LA DISCUSIÓN ESPURIA


La discusión sigue ad nauseam con los lugares comunes de siempre y las acostumbradas verdades a medias, sin ir a fondo ni considerar la perspectiva o los matices de contexto. En realidad no es una discusión sino una serie de admoniciones dispersas, observaciones al vapor y "conclusiones" que solo pasan si devaluamos la dialéctica y los procesos históricos. Todo nace de un falso problema por lo que su "análisis" no puede ser más que artificio puesto a modo para el abuso de ocasión. La pregunta ¿por qué los diputados no se sienten motivados para trabajar?, parte de una premisa falsa, que consiste en que los ciudadanos debemos incentivar el trabajo legislativo a través de premiar a quienes trabajan y representen el interés común. Incluso a alguien se le ocurrió que un buen instrumento para "reconocer" el trabajo de los diputados sería la reelección en sus puestos de representación.     Desde mi punto de vista la discusión sobre la productividad legislativa y sus causas no debe partir de la teoría de los incentivos, sino a partir del análisis de las condiciones socio históricas de  cómo una persona determinada llega a un cargo de elección popular como diputado, gobernador o presidente. Luego, debemos analizar las redes sociales que hacen posible que una persona y no otra ocupa ese puesto, sin dejar de observar que ese grupo social o red tiene preeminencia sobre otros grupos sociales por lo que es capaz no sólo de hacer que ese personaje gane las elecciones "democráticas" sino que, además, es capaz de influir en las decisiones o modo de gobernar de ese personaje para conservar, ampliar y fijar sus propios intereses. De ahí, podemos centrar nuestra atención en que los desequilibrios en la forma de representación no responden a la sociedad en su conjunto sino, más bien, a un grupo organizado. Ahora bien, el andamio de relaciones que liga a un individuo a determinados intereses de grupo está apuntalado  por el nepotismo, la corrupción, el cochupo, los arreglos cupulares, el tráfico de influencias, la rumorología, el carrusel clientelar, y los ríos de dinero que circulan para hacer los grandes negocios con élites financieras o empresariales. Así como hay un capitalismo de cuates (Crooner capitalism) también existe un sistema político de cuates, que tiene una gran capacidad de reciclaje y escasa y muy selecta reproducción o ampliación social. Los escaños políticos son ocupados por unas cuantas familias a nivel nacional y a nivel estatal, por ello son cotos de poder restringidos a quienes juegan en la arena política con sumas monetarias fabulosas imposibles de auditar. Entonces, por qué tenemos el aparato legislativo más caro del mundo y el más improductivo? porque el sistema político mexicano no es representativo de la sociedad sino de determinados grupos que tienen poder e intereses económicos que no pueden socializarse. Como en otros tantos ámbitos socio-económicos de nuestro país la democracia la pagamos todos y las disfrutan unos cuantos que pueden anteponer sus deseos a las necesidades de la ciudadanía, mayorías políticas con meta-prerrogativas plenipotenciarias; en detrimento de los derechos de las minorías desposeídas.        

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