viernes, febrero 28, 2014

THE COUNSELOR

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Febrero de 2014


THE COUNSELOR

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
FEBRERO 2014

Los críticos de cine tienen soberbia de sobra pero escases de cerebro. Con esta nueva película del legendario director Ridley Scott, The Counselor, los críticos escribieron tanta porquería haciendo gala de su ignorancia, esperando quizá, que Scott repitiera los consabidos lugares comunes de las espectaculares balaceras, pasajes hard gore, prostitutas, policías y mafiosos entrelazados por un pathos reactivo y una hybris autodestructiva. Pero no fue así. No se dio así para fortuna del arte cinematográfico. Un gran reparto, sí, con actuaciones no tan grandilocuentes, al contrario, contenidas en su auto referencialidad y articuladas por una visión amplia del mundo del narcotráfico en los Estados Unidos donde el negocio de la droga se convierte por su volumen geométrico en un instrumento de poder que rivaliza con los emporios multinacionales o aún con la estructura del gobierno. Un Estado paralelo con sus propias reglas. Para la formulación de semejante mundo, Scott pidió la colaboración del escritor Cormac McCarthy, quien perfiló un contexto sofisticado, tecnológico, conspirativo, paranoico, discursivamente bien estructurado dentro de una lógica de poder, dinero, armas, drogas y negocios… sobre todo negocios que se aceitan con el trabajo sucio de los vecinos al sur de la frontera, en Ciudad Juárez. Si bien el reparto está centralizado en actores del mainstream hollywoodense como Camerón Díaz, Michael Fassbender, Pénelope Cruz, Javier Bardem y Brad Pitt, la historia misma los va marginando a meros instrumentos de un destino despiadado dictado por alguien en la cima que nunca se ve o que los traiciona a todos: un abogado que no entiende las conexiones y los usos de la sociedad narca, dos mafiosos sociópatas que se creen muy listos, una esposa ingenua que no ve venir la violencia frente a un mar de evidencias y signos que se lo anuncian, una carga de cocaína que vale en los Estados Unidos 20 millones de dólares, diamantes comprados en Amsterdam, y asesinatos que dejan una cauda sangrienta desde Medellín (Colombia), Ciudad Juárez (México),El Paso Texas (Estados Unidos) y Londres (Inglaterra). Un cuadro que monta todo un conjunto de sugerencias respecto de la voluntad de poder y las tecnologías de su apropiación: la codicia por sí misma no es una carta de naturalidad en el narcotráfico ni es defensa seria que soporte el sutil ariete de la conspiración o los rumores que vuelan de un lado a otro cobrando factura siempre en el eslabón más frágil de la red. Y aunque rodeados de poder, unos en la cima y otros en la base, cuando una pieza es derribada, el conjunto se viene abajo. En el mundo cambiante de los contrapesos de poder, las creencias no pueden confundirse con la realidad. Tampoco voluntad es igual a poder. Menos aún, posesión de riqueza o armas no es lo mismo que poseer el poder. Porque el poder, es el poder, es decir, una entidad amorfa, plural y difusa, que puede dispersar cualquier situación todo de forma drástica, contundente y definitiva. Desde ahogar en sangre a un país como México arrastrándolo a una guerra fratricida de 150 mil muertos, o anegar de cocaína un país tan poderoso como Estados Unidos con 20 millones de adictos… La regla básica es que la inversión debe ser multiplicada por millones de dólares y regresar con todo y ganancias al mismo lugar del que partió, sin importar qué medios o cuántas vidas tengan que sacrificarse, asegurándose que si algo sale mal siempre habrá alguna nulidad a quien cobrarle la factura. Si una carga de cocaína se pierde, tal y como lo muestra la intensa narrativa de Scott-McCarthy, 20 millones deberán recuperarse con la venta de videos snuff que ilustra con lujo de detalle el secuestro, la violación multitudinaria, la tortura y el asesinato de la bella mujer joven, esposa del abogado. El tiempo de las decisiones no es igual al tiempo en que estas se tomaron. El tiempo de las consecuencias de actos consumados no es el mismo tiempo en que estas consecuencias pudieron preverse y evitarse. El tiempo de los dilemas morales no es el mismo tiempo de sus efectos o de la ruina. Caer o ser derribado no es el problema, el problema es a quienes se arrastra al vacío. Vale la pena pues ver esta película extraordinaria de Ridley Scott, sorprendente y estremecedora.  




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