JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Febrero de 2014
THE COUNSELOR
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
FEBRERO 2014
Los
críticos de cine tienen soberbia de sobra pero escases de cerebro. Con esta
nueva película del legendario director Ridley
Scott, The Counselor, los
críticos escribieron tanta porquería haciendo gala de su ignorancia, esperando
quizá, que Scott repitiera los consabidos lugares comunes de las espectaculares
balaceras, pasajes hard gore, prostitutas,
policías y mafiosos entrelazados por un pathos
reactivo y una hybris autodestructiva.
Pero no fue así. No se dio así para fortuna del arte cinematográfico. Un gran
reparto, sí, con actuaciones no tan grandilocuentes, al contrario, contenidas
en su auto referencialidad y articuladas por una visión amplia del mundo del
narcotráfico en los Estados Unidos donde el negocio de la droga se convierte
por su volumen geométrico en un instrumento de poder que rivaliza con los emporios
multinacionales o aún con la estructura del gobierno. Un Estado paralelo con
sus propias reglas. Para la formulación de semejante mundo, Scott pidió la
colaboración del escritor Cormac
McCarthy, quien perfiló un contexto sofisticado, tecnológico, conspirativo,
paranoico, discursivamente bien estructurado dentro de una lógica de poder,
dinero, armas, drogas y negocios… sobre todo negocios que se aceitan con el
trabajo sucio de los vecinos al sur de la frontera, en Ciudad Juárez. Si bien
el reparto está centralizado en actores del mainstream
hollywoodense como Camerón Díaz, Michael
Fassbender, Pénelope Cruz, Javier Bardem y Brad Pitt, la historia misma los
va marginando a meros instrumentos de un destino despiadado dictado por alguien
en la cima que nunca se ve o que los traiciona a todos: un abogado que no
entiende las conexiones y los usos de la sociedad narca, dos mafiosos
sociópatas que se creen muy listos, una esposa ingenua que no ve venir la
violencia frente a un mar de evidencias y signos que se lo anuncian, una carga
de cocaína que vale en los Estados Unidos 20 millones de dólares, diamantes
comprados en Amsterdam, y asesinatos que dejan una cauda sangrienta desde
Medellín (Colombia), Ciudad Juárez (México),El Paso Texas (Estados Unidos) y
Londres (Inglaterra). Un cuadro que monta todo un conjunto de sugerencias
respecto de la voluntad de poder y las tecnologías de su apropiación: la codicia
por sí misma no es una carta de naturalidad en el narcotráfico ni es defensa seria
que soporte el sutil ariete de la conspiración o los rumores que vuelan de un
lado a otro cobrando factura siempre en el eslabón más frágil de la red. Y
aunque rodeados de poder, unos en la cima y otros en la base, cuando una pieza
es derribada, el conjunto se viene abajo. En el mundo cambiante de los
contrapesos de poder, las creencias no pueden confundirse con la realidad.
Tampoco voluntad es igual a poder. Menos aún, posesión de riqueza o armas no es
lo mismo que poseer el poder. Porque el poder, es el poder, es decir, una
entidad amorfa, plural y difusa, que puede dispersar cualquier situación todo
de forma drástica, contundente y definitiva. Desde ahogar en sangre a un país
como México arrastrándolo a una guerra fratricida de 150 mil muertos, o anegar
de cocaína un país tan poderoso como Estados Unidos con 20 millones de adictos…
La regla básica es que la inversión debe ser multiplicada por millones de
dólares y regresar con todo y ganancias al mismo lugar del que partió, sin
importar qué medios o cuántas vidas tengan que sacrificarse, asegurándose que
si algo sale mal siempre habrá alguna nulidad a quien cobrarle la factura. Si
una carga de cocaína se pierde, tal y como lo muestra la intensa narrativa de Scott-McCarthy, 20 millones deberán
recuperarse con la venta de videos snuff que
ilustra con lujo de detalle el secuestro, la violación multitudinaria, la
tortura y el asesinato de la bella mujer joven, esposa del abogado. El tiempo de
las decisiones no es igual al tiempo en que estas se tomaron.
El tiempo de las consecuencias de actos consumados no es el mismo tiempo en que estas consecuencias pudieron
preverse y evitarse. El tiempo de los dilemas morales no es el mismo tiempo de sus efectos o de la ruina. Caer o ser derribado no es el problema, el
problema es a quienes se arrastra al vacío. Vale la pena pues ver esta película
extraordinaria de Ridley Scott, sorprendente
y estremecedora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario