Es justo en estas horas cuando más se revela la fragilidad del gobierno de Hosni Mubarak, la violencia ha disuelto el idealismo de la eternidad de su poder, pese a la intensa actividad diplomática de los EU para resguardar las formas y los tiempo de una transición retrazada por su errónea política exterior, la cual está inchada de disimulos y manga ancha para dictadores aliados, garrote y bombardeo estratégico para dictadores rebeldes. Estados Unidos está muy interesado en los posibles escenarios futuros en Egipto, con transiciones superficiales pero sin verdaderos cambios de fondo, quiere al "coloso de Nilo" como un gigante doblegado y obediente, carne de cañón para disminuir el índice de riesgo de una escalada en los precios del petroléo, evitando así el verdadero caos que teme el secretario del tesoro Timothy F. Geithner. Estados Unidos presiona y amenaza para evitar el retorno de los Hermanos Musulmanes y terminar de una vez por todas con cualquier pretensión de autonomía democratizadora en Oriente Medio. Así las cosas la partida de Mubarak muy bien pudiera posponerse por tiempo indefinido hasta nuevo aviso con el costo de una represión mayor o la intervención de alianzas pacificadoras tipo los cascos azules o bien con una directa intervención militar norteamericana con el consabido pretexto de "resguardar la vida e intereses de ciudadanos norteamericanos avecindados en Egipto" ó "asegurar el libre tránsito por aguas internacionales".
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