jueves, febrero 19, 2009

EL FÚTBOL DEL NO SE PUEDE

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2009
¡No se pudo, no se pudo, no se pudo, no se pudo...¡
Grito de aficionados argentinos al concluir el juego en que su
selección elimina a México del mundial de Fútbol Alemania 2006.
¡No se puede, no se puede, no se puede¡
Gritos de aficionados mexicanos indignados por el
vergonzante desempeño del tri en Tegucigalpa, Honduras, 2008.
Demasiado bluff, sobredosis de camiseta, deporte intoxicado por la televisión, egos inflados intolerantes a la crítica, élites voraces que utilizan a la selección para justificar sus pérdidas financieras y evadir al fisco, jugadores sicalípticos de pobre rendimiento y escasa inteligencia, dirigentes cínicos que dicen dar todo al TRI cuando lo único que han hecho es lastrarlo con compromisos comerciales para elevar el ratting de las televisoras. Quizá México sea el peor lugar para el desarrollo del fútbol profesional, con los Vergara, los Compeán, los Ázcarraga, los Salinas, los Slim y demás fauna variopinta que decide los destinos del deporte con la sensibilidad de un autista (pido perdón a los autistas). ¡¿Qué importa que vaya o no la selección de fútbol a Sudáfrica, coño?¡ si nada va a cambiar con eso: sólo engordará el negocio que parasitan, desde la mediocridad a la mediocridad los dueños de equipos y los federativos. Lo positivo de esto quizá sea, que al menos el infausto (des) Estado 0.56% que nos gobierna (haiga sido como haiga sido), no podrá distraer con circo de bolas inútiles, al pueblo que sufre por las profundas equivocaciones de conducción.
Lo anterior fue una versión condensada el tremendo horizonte de malestar social que enferma hasta al fútbol, trocada a estas alturas del segundo tiempo de desgobierno panista que asemeja una fiesta de locos, donde todo está patas arriba y siempre a modo para que los potentados, selectos, jet set, la elite, siga hartandosé aún en período de vacas flacas. Así las cosas, los verdaderos poquitos súpericos seguirán explotando en su beneficio el pobre fútbolito que padecemos, imponiéndose, aplastando, realizando drafts como una posmoderna versión de la venta de esclavos, con prácticas monopólicas y monopsónicas con las que atan a jugadores nacionales a contratos de lenocinio legal. Me temo que esta lamentable situación monopólica-endogámica es la causa de la esquizofrenia de Márquez que juega muy bien con el equipo blaugrana pero pésimo con su propia selección. Quizá eso explique la modorra de Omar Bravo. La negligencia de Salcido. El vedettismo de Giovanni dos Santos. La incontinencia verbal de Osvaldo Sánchez. La pobreza de ideas y ritmo de hueva balompédica, que nos invade cada fin de semana con las jornadas del torneo local. La gran masturbación de la liguilla (la fiesta grande le llaman los bisnes-comentaristas de la tele). El paupérrimo y sicalíptico lenguaje de Jorge Vergara. Las pataletas discursivas con pésima dicción de Michel Bauer. La proclividad al Tourette de los comentaristas deportivos del canal del Ajusco. El cinismo de Compeán. La semántica puesta al revés de Sven Goran Erikson. La irrealidad de que un campeonato lo gane el peor. De que en la liguilla el primer equipo en ser eliminado sea precisamente el súper líder. La asimetría en las ganancias de las empresas metidas al negocio del Fútbol y los sueldos que percibe el jugador profesional depredados por la tijeras de Hacienda. El tipo de régimen fiscal que les permite a las mismas empresas recuperar sus pérdidas a partir de justificar que le fue mal a su equipo. Sí, quizá todo eso explique la triste realidad de los siguientes números en copas mundiales:

Pensemos un poco. ¿qué diablos hace las manos de la política inclinando la balanza de las preferencias electorales desde el fútbol?. ¿Qué diablos hacen los mercaderes en el templo de Olimpia?. Alguien podría explicar por que un año sí y otro también debemos soportar el aura mediocritas de torneos que producen en más de un 70% verdadera pena ajena, hueva, hastío, aburrimiento, sopor., y todos los estados intermedios generados de la interacción de estos míseros motivos. Si la veleidad fuera reina en esta comedia de simulación denominada fútbol, tal vez, lo que se nos ofrece de contrabando podría muy bien pasar como una larga y jocosa colección de osos y pifias cometidas por profesionales, con errores arbitrales, planchas voladoras, etc; que sólo podría usarse como material didáctico para enseñar a los niños cómo no jugar al fútbol. Pero cuando se trata del gran negocio mediático, sin más mercancía que piedras y cuentas de vidrio, y el cinismo de dueños y federativos que se rasgan las vestiduras por lo que ellos mismos crearon, ese cúmulo de medicridad es inadmisible. En verdad lo que queda en el espectador-aficionado es la impresión de desagrado, malestar y asco que hacen corto circuito en el cerebro dejando una senación de estafa. Retomando la frase de un clásico contemporáneo que se expresó en los siguientes términos al lamentar la ineficacia judicial y política de este país: ¡no tener un fútbol de calidad es no tener madre¡. Así que, da lo mismo si la selección de los ratones verdes va o no al mundial de Sudáfrica ante la situación lamentable del país. Hoy por hoy y con menos recursos, las selecciones de Centroamérica crecen cualitativamente en inteligencia y argumentación futbolística, combinando equilibrio, verdadera fortaleza fisica, contundencia, velocidad, movilidad y coraje, mucho coraje.

En el mundo invertido del México de hoy, se fortalece el fútbol del no se puede, de la zozobra, de la intermitencia, de la discontinuidad, del fraude mediático, de la pose, de la sobredosis de las barras a prueba de todo, del clientelismo, de la servidumbre y mansedumbre de los jugadores, del relumbrón en las contrataciones extranjeras, del ya merito que cada vez emociona menos, del jugamos como nunca y perdimos como siempre, de los berrinches, de la palestra de nalgas ampulosas que se mueven poseídas por los dólares que aceitan la vieja pero eficaz máquina de la publicidad y prostituye a los deportistas, del bizarro ejercicio que tiene la mente de un gigante pero los pies de barro, del premio millonario ($$$$$$) a la más grande mediocridad. Insisto: ¿Qué importa si vamos a Sudáfrica, coño?. Sigo pensando que una buena lección sería no ir y hoy, ante lo que es escandaloso por evidente y evidente por escandaloso, la probabilidad de ir al próximo mundial tiende a cero. Así que no se sorprendan. Pobre de los jugadores de la selección mexicana si van al mundial, los de siempre lo explotarán declarándolos por unos días sus empleados favoritos y luego ante el fracaso, esos mismos que realmente ganarán mucho dinero, abandonaran el barco en tropel con exquisito olfato de roedor.

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