lunes, mayo 12, 2014

UNA CONFESIÓN QUE NO CUADRA Y VARIAS ANOMALÍAS PROCESALES QUE SE DEBEN ACLARAR






UNA CONFESIÓN QUE NO CUADRA
Y VARIAS ANOMALÍAS PROCESALES
QUE SE DEBEN ACLARAR

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Mayo 2014


I
Supongo que después del “amable trato” que te dispensan los ministeriales dirás lo que sea, incluso “confesar”. Léase en lugar de “amable trato”, madriza (propinada con distintas técnicas de contusión “invisible”),  manguerazos de alta presión (con agua fría con una presión de varios kilogramos por centímetro cuadrado), descargas eléctricas en los testículos (El sujeto es empapado con agua y luego se le hace pasar un arco de corriente eléctrica en las gónadas), pozito (cloaca pestilente que contiene en su interior asustadas ratas famélicas), tehucanazo en la nariz (taponamiento de las mucosas de la nariz por acción vasopresora combinada  de irritantes, gaseosa y pimientos), embolsamiento del rostro (asfixia inducida con bloqueo simultáneo de conductos aéróbicos),  pozolito con mierda (idém), humillaciones verbales  (inducción de estrés psicológico para producir desorientación semántica), confinación aislada en los separos con embotamiento de los sentidos, interrupción del sueño (evitación frecuente del ciclo REM o sueño profundo), …etc, y más delicadezas que las fuerzas del orden emplean habitualmente para “extraer” la confesional. Pero contrario a lo que piensa el indignado comisionado Capella, los ciudadanos no inventamos esas historias. Los periodistas tampoco. Vamos, ni siquiera aquellos que trabajan haciendo tabloides de la nota roja. Es la historia negra de la policía secreta en la década de los 70’s, la policía judicial (en los 80 y los 90´s) y ahora de la policía ministerial (así denominada partir del año 2000), heredera contumaz de estas lamentables prácticas cavernarias. Durante los años de la guerra sucia, la Dirección Federal de Seguridad aplicaba la tortura y las desapariciones forzadas, de forma profusa. Esta institución fue creada por los “cachorros” de la revolución, cuando el PRI se institucionalizó como partido único en el poder. Siete décadas de “administrar justicia” de forma discrecional, forjaron la desconfianza social que ahora no se puede quitar, ni a golpe de declaraciones de la supuesta Nueva Visión. Es pertinente puntualizar que la policía no creo ese sistema de tortura, pues encontraremos evidencia que su formación se gestó en los tiempos de la conquista española, cuando el Capitán General instituyó el aperramiento y la piqueta para hacer hablar a los indígenas acerca del oro y las gemas. Casi enseguida se instituyó el feroz Santo Oficio católico que persiguió herejes por casi dos siglos de colonia. Al llegar el porfiriato, los censores políticos, la policía secreta y los rurales, aplicaban tormentos para los opositores, que incluía modalidades de humillación, trabajo esclavo, tortura y fusilamiento. Hasta llegar a los regímenes posrevolucionarios que cobijaron tal barbarie con un velo institucional y leyes judiciales aplicadas discrecionalmente. El panorama de nuestros días es similar al del pasado con un sistema de justicia costoso, ineficaz y opaco, en el que, de acuerdo a la Visitaduría de Derechos Humanos de la ONU, la impunidad predomina y se fabrican presuntos culpables a través de la tortura.


II
Por lo expuesto en las líneas anteriores, no es de extrañar que “la confesión” sea otra vez la estrella en el caso del asesinato de Alejandro Chao Barona y su esposa la señora Sara Rebolledo. Sólo que esta vez, no escapa de la percepción social el uso político de las declaraciones de uno de los inculpados, difundida como “evidencia” en los principales medios de comunicación, escrita, televisada, radial, redes sociales e internet. Es evidente que Graco y sus funcionarios quieren quitarse de encima la presión social, haciendo creer que esta vez la policía actúo con eficacia al “detener” a tres sospechosos, uno de los cuales ya “confesó” el móvil del asesinato del matrimonio Chao-Rebolledo. Pero el contenido de la confesión ofrece información que no apareció en las primeros testimonios recabados de los testigos, amén de la deficiente edición de sonido. Por ejemplo: la alarma activada, el portón que se abrió, la camioneta que entró al domicilio conducida por el catedrático, las llaves robadas a la señora Sara, con la que los supuestos asaltantes pudieron abrir el portón de acceso pero no la puerta de la casa, el móvil de la venganza por un supuesto despido, y el hecho de que primero fueron acreditados como albañiles y en la confesión trabajadores del invernadero…etc. El contenido de la confesión es en sí mismo hilarante, y no tiene pies ni cabeza. Ante esto, los periodistas no pueden dar por sentado que el caso está resuelto. 

La Fiscalía General del  Estado de Morelos aún debe aclarar aspectos adjuntos de su investigación:

Primero: La forma en que fue realizada la aprehensión de los indiciados,

Segundo: La imputación de los indiciados por narcomenudeo,

Tercero: La oposición de parte del Director de Investigación y Procesos Penales de la Fiscalía Regional Metropolitana, Ricardo Delgado,  para que la visitadora de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, Perla Bahena, corroborará directamente el estado físico de los detenidos, pocas horas después de su detención. Este hecho fue consignado en la queja 304/2014-2. Por último,

Cuarto: Por qué  en la confesión que “realiza” Mario Antonio Solaya, principal imputado, no está presente ningún abogado defensor.

Será mejor que la mencionada Fiscalía presté atención a estos detalles, a riesgo de que el caso se les caiga por enésima vez por integración indebida de la carpeta de investigación.                                                    

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