SANTA MARIA DE
IQUIQUE
CANTATA
POPULAR
JORGE ANTONIO
DÍAZ MIRANDA
JULIO DE 2013
Los hechos de
1907 en Atacama e Iquique
Unidos bajo la bandera de la indignación por la
desigualdad y la miseria en que viven (1), trabajadores mineros del Salitre de Chile, Perú y Bolivia (2 y 3), emprenden en
1907 una marcha desde San Lorenzo (Chile) a través del cruel y cascajoso norte
del desierto de Tarapacá. Son miles los obreros en huelga que marchan
acompañados por sus familias, esposas e hijos, hacia el puerto de Iquique,
coreando consignas y canciones(4):
“Si contemplas la pampa y
sus rincones
verán las sequedades del silencio,
el suelo sin
milagro…
vacías, como
último desierto.
(…)
Jorge Briggs, jefe de la huelga, es hijo de
norteamericano, pero se niega a pedir protección al cónsul de Estados Unidos.
Del quince al diescinueve de diciembre hicieron el
largo viaje a pie, desde el desierto hasta el puerto chileno de Iquique, 26 mil
personas cansadas de su pobreza, de su hambre de su falta de esperanza…
“El sol en desierto grande
y la sal que nos quemaba
el frio en las soledades
camanchaca[1]
y noche larga
el hambre de piedra seca…
la vida de muerte lenta
y la lágrima soltada.
(…)
"Se había acumulado mucho daño
Mucha pobreza, mucha injusticia;
ya no podían más
y las palabras t
tuvieron que pedir lo que debían…”
Pero no pedían nada, no mendigaban nada, por el
largo camino. Solo querían respuestas a sus justos pedidos. Cuando llegaron al
puerto algunos gremios se unieron, carpinteros, los mozos de maestranza[2],
astilleros, marinos, carreteros, pintores, sastres, jornaleros, lancheros,
pescadores, panaderos, albañiles, gasfiteres[3],
abastecedores y cargadores; todos juntos abrazados en solidaria pega.
“Pero los señores de Chile tenían miedo,
los señores de Iquique, los de Santiago
los de Valparaíso, los de Temuco,
los de todos lados,
amos de horca y
cuchillo
tenían miedo de darnos la cara
porque para ellos
era mucho pedir ver tantos obrero juntos,
pues para ellos nosotros los pamperos
no éramos más que ladrones,
sin honor y asesinos.”
En Iquique los esperaba el alcalde del puerto y les
dio la bienvenida, que esperasen la respuesta del gobierno en seis o siete días.
Él dio la orden de alojar al contingente obrero a la escuela local llamada
Santa María. Y ahí, los mineros esperaron junto con sus familias siete largos días, la respuesta del entonces
presidente Pedro Montt, hasta que esta llegó el 21 de diciembre de 1907. Cuando
los obreros de la minería ocupan Iquique, el ministro del Interior Rafael
Sotomayor dicta la orden de matar: las ametralladoras y los fusiles del general
Roberto Silva Renard, barren a los huelguistas desarmados y arrebatan la vida a
tres mil seiscientos. El “noble” ministro, en nombre del gobierno de Montt,
justifica la “valiente” carnicería en nombre de las cosas más sagradas
“propiedad, el orden público y la vida”:
“Que no sirve de nada tanta comedia
Que dejen de inventar tanta miseria
Que no entienden deberes, son ignorantes
Que perturban el orden, son maleantes,
Que están contra el país, son traidores,
Que roban a la patria, son ladrones,
Que han violado mujeres, son indignos,
Que han matado soldados, son asesinos,
Que es mejor que se vayan sin protestar
Que aunque pidan y pidan nada obtendrán.”
La cantata
popular Santa María de Iquique
La letra y música fue compuesta por Luis Advis, y dedicó su composición al
grupo Quilapayún, experto en música folclórica de Chile, Perú y Bolivia.
Luis Advis escribió la composición de
la cantata siguiendo las líneas estructurales de una cantata clásica, pero
introdujo variantes temáticas-literarias, estilísticas-musicales,
instrumentales y narrativas. En cuanto a lo literario el motivo original
religioso tradicional fue reemplazado por otros de orden social y realista. En
cuanto a las variantes musicales, la estructura clásica fue enriquecida con
ornamentos folclóricos, giros melódicos y armónicos y núcleos rítmicos de raíz
latinoaméricana e hispánica. En cuanto a lo instrumental se agregaron a las
afinadas y sutiles cuerdas de cello y contrabajo, dos guitarras, quenas, un
charango y un bombo. En cuanto a los aspectos narrativos, la cantata clásica
posee un recitativo cantado, en su lugar se ha utilizado una narración hablada,
la cual, fue combinada con elementos rítmicos, métricos y de acompañamiento,
que buscan unificar en una sola perspectiva sonora a todo el conjunto.
Letra y música: Luis Advis
Relato:
Héctor Duvauchelle
Interpretación:
Grupo Quilapayun
Cello:
Eduardo Sienkiewcs
Contrabajo:
Luis Bignon
Guitarras
Quenas
Charango
Bombo
Bibliografía de consulta
(1) Bravo Elizondo, Pedro., La Gran Huelga del
Salitre en 1907, Revista “Araucaria” No. 33, Madrid, primer trimestre de
1986.
(2) Galeano, Eduardo., Memorias del Fuego III. El
siglo del Viento, Siglo XXI editores., ISBN 968-23-1786-x. p. 14.
(3) Ortiz Letelier, Fernando., El Movimiento
Obrero en Chile. Antecedentes 1891/1919, Ed. Michay, Madrid 1985.
(4) Advis, Luis., Santa María de Iquique, Cantata
popular, DISCOS PUEBLO & DICAP, Santiago de Chile – México D.F, 1970.
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