‘‘Opositores necios que acusáis’’
Violencia y trampas
El PRI tan sabido
Pleitos pactados
Julio Hernández López
L
as distorsiones profundas del sistema mexicano de partidos produjeron ayer circunstancias aberrantes: los dirigentes de los dos principales partidos opositores, PAN y PRD, que han convalidado y apuntalado al gobierno federal, autoritario y antidemocrático, mediante pactos palaciegos almibarados, se convirtieron ayer en denunciantes casi incendiarios de los vicios sabidos y contrasabidos de su principal compañero de viaje sexenal, el PRI impúdico y expansivo que buscaba carro completo, aunque utilizando como conductores designados a los mismos dirigentes ‘‘opositores’’ que protestaban circunstancialmente, pero en realidad estaban en espera de propinas en sitios de conveniencia.
A reserva de los primeros resultados confiables (esta columna fue entregada poco después de que las casillas cerraran en la mayoría de los estados donde hubo comicios, faltando Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Baja California, por diferencias de horarios), el curso de la jornada electoral confirmó las dos grandes líneas negativas que a como se ven las cosas podrían ser las que acaben caracterizando al periodo peñista en materia política y electoral: el abuso ostentoso de recursos públicos para violentar la voluntad ciudadana, tratando de acomodarla, mediante compra de votos, al proyecto pinolero de hacerse de los cargos públicos al costo que sea, en una variante descarada de la filosofía calderonista del ‘‘haiga sido como haiga sido’’ y el uso abierto de la violencia (con bandas propias, como en Quintana Roo y Veracruz, como ejemplos descollantes de ese priísmo bandolero, o con la delincuencia organizada como intermediario inducido o tolerado, como sucedió en Durango, Chihuahua y Zacatecas, por dar ejemplos de tres colores) para amedrentar a los votantes y a los candidatos, descarrilar o desalentar la participación cívica e inducir votos y actas favorables en zonas bajo su abierto control.
Domingo de confesión de vergüenzas propias y ajenas. Radiografía criminal de la podredumbre del sistema, practicada por los mismos partícipes estelares: Gustavo Madero, quejándose de que la democracia retrocedió décadas y se instaló ‘‘en los setentas’’; Jesús Zambrano, enlistando agresiones físicas y trampas electorales, e incluso César Camacho, quejándose en Baja California de abusos cometidos desde el gobierno estatal de blanco y azul. Constitución del poder político a partir de pillerías clásicas y palabras delincuenciales mayores, en una democratización real de la suciedad electoral: no solamente el PRI adulteró y amenazó; también el PAN en Baja California, el panismo gordillista de Rafael Moreno Valle en Puebla o el ‘‘aliancismo’’ de Malova en Sinaloa.
Ritos electorales tan distantes de los intereses de los ciudadanos, que surgieron candidatos animales en varias partes del país (Xalapa –con X, por favor– con el famoso candigato Morriscomo principal ejemplo), hubo papeletas a las que los ciudadanos agregaron leyendas más ofensivas que nunca y se registró un abstencionismo que las estadísticas por venir detallarán. Con todo y los escénicos arrebatos de los dirigentes del PAN y el PRD (‘‘Opositores necios que acusáis al PRI sin razón, sin ver que sois la pactada ocasión de lo mismo que culpáis’’, se les podría declamar y reclamar), y de los estremecimientos mercantiles relacionados con la continuidad del Pacto por México, el jaloneo dominical corresponde a un pleito de final arreglado, ya que las cúpulas en colaboración sólo desean aumentar sus capitales electorales, pero no deshacer el gran negocio nacional en el que participan.
La encendida descalificación oratoria de ayer por parte de los aliados contrariados, Madero y Zambrano, podría tener como propósito, además de conseguir mejores réditos por la mencionada continuidad en el Pacto por México, el irse construyendo nuevas obligaciones patrióticas al lado de Enrique Peña Nieto al que, ¡hombre, qué mala suerte!, los gobernadores priístas nomás no le hicieron caso, y acabaron cometiendo tropelías que el buen inquilino de Los Pinos había prohibido una y otra vez en días anteriores.
En el horizonte a pactar estarían ahora una reforma política general y, en particular, el impulso al instituto nacional de elecciones que supla a las comisiones estatales y concentre todas las negociaciones del país en las cúpulas partidistas tan agradablemente pactadas. Luego que recojan sus redes pescadoras con algunas de las ganancias electorales prometidas, los opositores solidarios podrían dedicarse a luchar para que ésta sea la última de las elecciones nefastas, modificando las leyes mientras los mapaches, el narco y otras bandas se preparan para burlarlas con nuevas técnicas o con las ya clásicas, impuestas salvajemente, como sucedió ayer.
Por lo pronto, el presunto sondeo indirecto sobre la gestión de Peña Nieto, que habrían sido estas primeras elecciones bajo su rectoría, arroja un saldo desoladoramente negativo. No había ninguna razón para pensar lo contrario, pero este domingo se confirmó de manera apabullante que el arsenal de malas artes con el que se adquirió la Presidencia de la República el año pasado es ya una política sexenal oficial. Los niveles de violencia y de descaro defraudador no se habían visto en otros comicios, pero frente a ellos no hay organizaciones partidistas confiables ni vigorosas.
De mantenerse en próximas elecciones las tendencias observadas ayer, las expectativas de cambio desde las urnas quedan seriamente lesionadas. Las denuncias y acusaciones presentadas por los principales partidos contendientes no necesitan mayor explicación: el PRI-gobierno impone reglas fácticas y acomoda resultados mediante dinero y violencia, mientras la desgastada y de-sacreditada oposición (PRD y PAN) se acomoda entre denuestos evaporables para seguir con la farsa de la lucha democrática.
Y, mientras hoy son leídos en Twitter y Facebook los comentarios actualizados de este tecleador sobre los resultados electorales por estados, ¡hasta mañana, con la irritación social que se ha desahogado violentamente en Tultepec, estado de México!
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