sábado, abril 18, 2009

¿A QUÉ VIENE BARACK OBAMA A MÉXICO?

¿ A QUÉ VIENE BARACK OBAMA A MÉXICO?
BY JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2008
I. El resultado de la ecuación que calcula el peso especifico de cada mandatario, es desfavorable para nuestro gladiador nacional FCH, quien resultó de una categoría devaluada súper charal. Con todo y que al imperio del tío Sam le crujan los engranes de su desgastada maquinaria, no ha perdido aún el estatus de potencia militar absoluta con una determinante influencia económica. Así las cosas, el pobre bofe calderónico lanzado a la arena del cruento coliseo -regado previamente con sangre afgana, irakie y palestina-, deberá entender lo que significan las estadísticas de un gobierno elegido con el 75% de los electores y el suyo de un paupérrimo e insignificante 0.56%. Diferencia significativa no correlativa que pondrá en su justa dimensión los desaires mediáticos, las pataletas sensacionalistas, el nulo oficio de la pobre diplomacia amateur, los arranques falsamente patrióticos y el enojo superficial que el mínimo gobernante calderas se permite en ausencia del verdadero emperador. Sí bien es cierto que la colmilluda diplomacia yanqui ha concedido a la empequeñecida presidencia de la República Mexicana S. A. de C.V. all for sale, algunas posiciones superficiales en el delicado inter juego bilateral, las cónsules pretorianas –primero la lúgubre Condi Rice y luego la hilarante y pro israelí señora Clinton-, han dejado en claro lo que desea el águila imperial, y lo que sucederá en el futuro inmediato si a Fe-lipe sin miedo (ja¡) se le ocurriese desobedecer.
II. Si ya en el pasado reciente el carlibrunesco Sarkosi ha sacudido a nuestro primer hombre de paja, el descoronado felipin, con una llamada de atención injerencista que puso el dedo en la llaga de un sistema judicial como el mexicano, ciertamente corrupto e injusto; haciendo ver la fragilidad felipista, apocada y entreguista, ante los estornudos de un playboy oportunista de tabloide como lo es de hecho el mandatario de Francia. Lo que se espera entonces de la visita de Obama, es, primero que nada, la lectura de la cartilla al hijo desobediente que en meses pasados estornudó sin permiso del amo. La corrección de la plana será en el sentido de empujar acciones más agresivas contra el narcotráfico, sin importar el costo social que esta guerra demencial ya implica de por sí en las actuales circunstancias de desborde. El imperio quiere paz dentro de sus fronteras aunque los territorios de los vecinos se aneguen por sangrías fraternas. El costo de la Pax Americana (a cualquier precio), tendrá que pasar necesariamente por la negociación amañada de una asistencia financiera y militar de altísimos costos sociales. La estrategia que impondrá el Comando Norte de los Estados Unidos (nada menos), parte de una gradual militarización de la frontera, y continuará con la asunción del comando centralizado de las operaciones antinarcóticos, las operaciones militares encubiertas en territorio mexicano, el ataque a las redes financieras legales e ilegales que soportan el mercado negro de las drogas, la purga del sistema judicial mexicano –con policías, agentes, fiscales y magistrados puestos en la mira por sus ligas inconfesables-, el intercambio de información de inteligencia para atacar la estructura de negocios del crimen organizado –negocios, bancos, empresas y redes de ingeniería financiera-; y por supuesto, la infaltable certificación disfrazada de instrumentos bilaterales de seguimiento.
III. Barack Obama viene a México a imponer una agenda de prioridades estratégicas para garantizar la seguridad de los Estados Unidos, cancelando rutas del trasiego de drogas, cerrando la llave del flujo financiero y frenando la importación de armas y explosivos. La imposición de este cronograma de objetiv0s, acciones, tiempos y resultados, parte de un supuesto difícilmente cuestionable: la percepción norteamericana del fracaso calderónico en su guerra de pastelazos policiacos contra el narco empoderado. Fracaso innegable porque la violencia no disminuye en la frontera, la expansión de los cárteles mexicanos, la dimensión de las operaciones mercantiles que involucra redes criminales de distintos países, y ante todo la capacidad de penetración del poder de los narcotraficantes en estructuras del más alto nivel del gobierno de tibias calderas con traje militar de talla grande. Sin capacidad de negociación y en la mira de los halcones del Pentágono, El breve gobernante FCH no tiene nada que interponer a las pretensiones hegemónicas del primer emperador de color de la aún vigente potencia estadounidense del siglo XXI. Es posible también que en el paquete de exigencias imperiales vengan incluidas la prohibición de prácticas proteccionistas en el intercambio comercial, la cancelación de cualquier intento de gestión re negociadora del TLC, y el condicionamiento de acceso a cualquier línea de crédito del FMI a la no regulación Estatal del mercado financiero…Y todo lo anterior y más lo podrá tener Obama en el mediano plazo con tan sólo el encanto del poder y la alegre obediencia debida de su contraparte, tímida, patizamba, miniaturizada y miope.

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