lunes, septiembre 22, 2014

SEPARACIÓN HABEMUS



La separación: negación de Narciso


Hace algunos años cometí la ligereza de terminar una conferencia sobre la separación de los amantes citando un penetrante verso de Lou Reed, en el que el cantante newyorkino formula una de las más lúcidas y maduras peticiones de principio en la vorágine de la desvinculación afectivo-fisica: “La encrucijada te llama hacia una liberación, deja atrás vivir la vida de otro, toma el primer tren y ve a donde quieras, dueña de ti, sin culpa, plena y vital, despertando dulcemente a la rara belleza del mundo”.  A los asistentes de la conferencia, en su mayoría mujeres, no pareció molestarles la veleidad con la que yo cerré el tratamiento del tema, pero a la editora de la revista donde logré publicar el articulo si, por la injusta amputación que hizo de la cita final de Reed. Y digo injusta porque de entre la fauna variopinta del rock contestatario de la segunda mitad del siglo XX, el escritor, poeta, músico y compositor, recientemente desaparecido, es una de las voces más representativas y certeras en cuanto a describir la disolución y metamorfosis de los vínculos amorosos  y el naufragio del goce por una sobrecarga de chantajes y mermeladas  existenciales. Del rompimiento de los vínculos emocionales por una sobrecarga de medias verdades, hipócrita-mente embaladas en un páramo simulador y superficial, que los adultos solemos emplear de emergencia cuando todo se ha ido por el caño. El sacrificio de la pasión cuando la crisis de la pareja estalla con un vendaval de resentimientos acumulados, culpándose mutuamente de no ser fieles al ritual de la codependencia.

Al final, la única lección definitiva de cualquier proceso de separación afectiva es que nada ni nadie es para siempre.  Entre ganar y perder se vive una búsqueda desesperada, divertida, hedonista, se colman los sentidos y se vuelcan los sentimientos. Los afectos habitan siempre un territorio frágil que a cada paso se resquebraja. Como se ve, ningún sueño es para la eternidad y la ilusión de lo perpetuo es pura feligresía neurótica…

O al menos eso es lo que dicta mi propia experiencia, sin pretender apropiarme el papel pontificio de la generalización y sin desear que se me confunda con un apologético del rompimiento amoroso. En el complejo y cambiante territorio de los sentimientos no hay lugar para generalizaciones: hay separaciones terribles y separaciones livianas, hay separaciones tristes o festivas, hay separaciones que terminan antes de dar formal terminación al matrimonio, hay separaciones que terminan en divorcio que es el contrato legal en el que se especifican su objeto y condiciones con alcances legales, hay separaciones que terminan en gozosas reconciliaciones, hay separaciones que desembocan en segundas nupcias con la misma pareja, hay separaciones intempestivas y otras que van madurando como la uva de los buenos vinos. En efecto, hay separaciones de todos los tipos e intentar clasificarlas en un patrón es puro ejercicio insulso.

A esa amputación evidentemente moralista, están dedicadas estas líneas y no con resentimiento, sino sólo con la convicción de reafirmar la fuerza y la intuición de un artista que me gustaba, el cual, se ubica en la línea reflexivo-analítica  de gentes como Igor Caruso, para quien el rompimiento de los amantes es la prueba definitiva de que el deseo trasciende las individualidades y se mueve en un sentido de persistencia consciente, liberándose para volver a amar desde el goce y no desde el dolor o la obsesión.

Adenda bibliográfica. Si alguien desea realizar una revisión literaria sobre el tema, o sobre sus contextualidades poético-separatistas y psicológicas, os recomiendo consultéis con provecho la siguiente novelística y literatura especializada, enlistada en estricto orden aleatorio:

1.      Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado, Grijalbo-Mondadori.  Un fresco femenino desolado sobre las ilusiones perdidas y el amor vacío. 
2.      Melania G. Mazzuco, Un día perfecto, Anagrama.
3.      Robert Musil, Uniones, Editorial Sextopiso.
4.      Oriana Fallaci, Un hombre, Noguer.
5.      Elfriede Jelinek, Las amantes, Mondadori.
6.      Ingmar Bergman, Conversaciones íntimas, Tusquets.
7.      Berarda del Vecchio, Túmbame, Arcopress.
8.      Elena Sevilla, El silencio de las amantes, Axial.
9.      Gioconda Belli, La mujer habitada, Seix Barral.
10.  Joseph Roth, El triunfo de la belleza, Acantilado.
11.  Beatriz Rivas, Amores adúlteros, Alfaguara.
12.  Henrik Ibsen, Casa de muñecas, Quinto sol.    
13.  Melody Beattie, Ya no seas codependiente, edición electrónica.
14.  Elena de Hoyos (compiladora), Bajo la sombra del guamúchil. Historias de vida de mujeres indígenas y campesinas en prisión, Edición electrónica.
15.  Igor Caruso, La separación de los amantes, Siglo XXI editores.  
Separata de última hora. Sin querer queriendo como dijera el clásico Chavo del Ocho, me acabo de enterar del “sensual” divorcio de unos viejos amigos gracias a la indiscreción de unos mórbidos conocidos, que me han pedido sumarme a la hostia de chacotear alegremente el infortunio ajeno.

Lo único que puedo decirles a los protagonistas es que guarden la calma y espero sinceramente que sea un feliz reencuentro con la parte de responsabilidad que les corresponde.


A los segundos, lo único que puedo decirles es que son patéticos, envejeciendo indignamente con sus cerebros sicalípticos y oligofrénicos.

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