WALTER
BENJAMIN_AUFKLÄRUNG FüR KINDER
(RELATOS
RADIOFÓNICOS 1929-1932)
Walter Benjamin (1929-1932) El Berlín Demónico. Relatos radiofónicos. Traducción: Joan Parra
Contreras. Ed. Icaria. 1ª edición, España:1987.
Un rostro desconocido de Walter Benjamin.
De 1929 a 1932 Walter Benjamin habló con
regularidad en el entonces aún joven medio radiofónico alemán. Según distintas
fuentes, incluyendo a Theodor Adorno y Herbert Scholem, el atribulado filósofo
no dio mucha importancia a esos trabajos. Él mismo afirma hacia el año 1930 que
casi todas las cosas que hacía para ganar dinero las dictaba por entero a una
asistente, que por cierto no tenía competencia en redacción ni en ortografía.
El mismo Benjamin reconoce que en casi todas las ocasiones se apartaba del guión
elaborado para improvisar, eliminando párrafos enteros o líneas que consideraba
insustanciales. Scholem describirá los años de Benjamin en la radio como
fastidiosos para el pensador judío- alemán, una obligación que desde cierta
perspectiva peculiar distraía el hilo de su pensamiento, posponiendo su trabajo
en la incierta ilustración de masas fantasmagóricas.
Hasta el año 1987, de todos los trabajos de
Benjamin para la radio sólo eran accesibles guiones breves para teatro
radiofónico y una que otra conversación literaria. Después de ese año, La
editorial Icaria encargó la traducción al español, reunió, editó y publicó, los
textos que sirvieron a Benjamin para hablar a los niños y a los jóvenes en el
marco de la “Jugendstunde” de la Funkstunde AG de Berlín, así como en la
“Stunde der Jugend” de la Radiodifusión del Sudoeste de Alemania, de Frankfurt
am Main. En la preparación y ordenamiento de los textos mecanografiados
utilizados en la edición española de Icaria,
participaron Ulrich Dietzel y Gerhard Seidel. En la revisión de los
originales y cotejo estilístico colaboró Gudrun Forsthoff.
El infortunio personal y luego el remolino de la
segunda guerra mundial hizo que Benjamin huyera a la ciudad de París a donde
llevaría una muestra en absoluto completa pero sin embargo considerable de sus
trabajos para la radio alemana. Archivos que fueron abandonados por el filósofo
en su cuarto parisino al invadir las tropas del tercer reich el territorio de
Francia, haciendo de la ciudad luz la sede del nuevo gobierno nazi. Como todos
saben el giro del destino cambió la suerte de los embates de Hitler,
convirtiendo su rápido ascenso a una caída estrepitosa en todos los ordenes de
lo militar. Al ver casi perdida la guerra, la Gestapo, quien había incautado
importantes archivos documentales, incluyendo el del propio Benjamin, destruyó
colecciones completas de estos dejando atrás bibliotecas en llamas, archivos de
cenizas y museos destruidos irremediablemente. Afortunadamente, para las nuevas
generaciones, algunos funcionarios anónimos y otros no tanto, como el mismísimo
Ernst Jünger, se dieron a la tarea
de sabotear las ordenes del partido nacional socialista, y rescataron documentos,
salvaron archivos o conservaron manuscritos. De esta especie de suerte
participaron los guiones radiofónicos de Benjamin, que fueron enviados por
equivocación intencional a Rusia donde fueron almacenados por más de quince
años. Fue en 1960 a raíz de una decisión política del más alto nivel, el
politburó de la entonces Unión Soviética devolvió a la entonces República
Democrática Alemana el material procedente de museos, bibliotecas y archivos,
llegando la colección documental (con los guiones radiofónicos de Benjamin) a
los archivos centrales de Postdam.
En adelante ofrecemos una breve reseña de cada uno
de los diecinueve intervenciones de Walter Benjamin reunidas para la versión en
español por la editorial Icaria, las cuales están dirigidos, como ya se
puntualizó más arriba, a niños y
jóvenes, con sugerentes reflexiones que ponen de manifiesto la agudeza y el
ingenio del iluminista y pensador.
1. El teatro de
marionetas en Berlín
Un apartado sin duda muy recomendable. El arte de
las marionetas guiñol y sus representantes más importantes desfilan con sus
historias cómicas. La cita contextual de los Karpele, Piccoli, el bandolero
desollado, el cazador furtivo, los harapientos o el mono nefasto entre otros,
ofrece descripciones más que sugerentes de un arte que esos años fue
redescubierto para tomar un moderno impulso artístico y alejarse de lo grotesco
y decadente. El teatro de marionetas, apunta Benjamin, llegó a Alemania desde
los tiempos de la guerra de 30 años, es decir durante el siglo XVI, y prosperó
en el país hasta convertirse en un arte nacional. Uno de los más famosos
maestros titiriteros, recuerda Benjamin, fue Schwiegerling, inventor de los
títeres transformables, denominados metamorfosis y magia: en una escena memorable
el héroe cómico Kasperle baila con una dama refinada, la cual, en un momento
inesperado se convierte en un globo y se eleva, kasperle se toma de su vestido
inflamado y se eleva con ella dejando el escenario vacio por unos minutos,
hasta que reaparece desfalleciente contando sobre la textura de las nubes y la
cercanía de los relámpagos.
2. El Berlín
demónico
Contiene apuntes curiosos sobre la personalidad
del literato E. T. A. Hoffmann, creador entre otras muchas obras de misterio
del Hombre de Arena. Benjamin
reflexiona sobre la predilección de Hoffmann por lo extravagante, lo espectral,
lo extraordinario; tratando de responder para los niños a la pregunta de para
qué se escriben historias diabólicas como las que generó este maestro de la
literatura del terror. Una posible respuesta de las muchas que se pueden
extraer del inquietante universo hoffmanniano, es sobre el simbolismo del mal
en su vena mesiánica como el gesto de rebeldía máxima al apartarse el hombre
del saber divino y cultivar su propio conocimiento y sabiduría. La seducción de
la figura del diablo es ingeniosa en cuanto a las posibilidades de fabulación y
entelequia imaginaria, una especie de hybris
compacta, que abre las puertas a
escritores y lectores hacia insólitos mundos posibles. Las fábulas de Hoffmann llaman
a extrañas aventuras más allá de cualquier familiaridad y develan un mundo que
se oculta a los ojos de superficiales y
menesterosos que no quieren saber nada de la mágica oscuridad. En esa vena,
Benjamin sugiere a sus jóvenes radioescuchas, considerar la forma en que
Hoffmann ve a la ciudad de Berlín, y más específicamente al berlinés común y
corriente que tiene un sentido práctico extraordinario y una psicología
compleja que se teja con las sombras. Hoffmann, recuerda Benjamin, recurre a
las tabernas pues las considera una especie de laboratorio literario, al igual
que los cafés y las pastelerías y las plazas públicas; lugares donde pesca
variopintos rostros, gestos, visiones y personajes extraordinarios. La aparente
ridiculez o extravagancia del berlinés es el objeto de estudio de Hoffman,
quien con mirada aguda penetra los filones más desconocidos de la cultura
popular y desentierra las raíces más inquietantes, esas relacionadas con el
secreto inconfesable, la locura, lo siniestro, la persecución y las
obsesiones.
3. Un pilluelo
Berlinés
Reminiscencias de la infancia de un ilustre
berlinés que cambió la manera de ser y vivir en la ciudad. La visión descrita
es evocada por Benjamin desde tipo de juegos infantiles y travesuras que lleva
a cabo este pilluelo rapaz que recuerda en más de un sentido a nuestro querido
y conocido periquillo sarniento. La
infancia de Ludwig Rellstab es puesta en relieve desde una fina narración
artesanal tal como los maestros alemanes de la madera realizan elaborados
retablos de marquetería con todo tipo de detalles bucólicos, silvestres,
frutales que aluden a las campiñas de Baviera o la Selva Negra. La alegría por
la vida puede resumir el sentido de la biografía de este personaje que vivió en
Alemania a finales del siglo XVII en Berlín, el cual sirve a Benjamin como
pretexto para evocar un pasado cercano de armonía y convivencia comunitaria
reunida cada fin de semana de esa época en el Tiergarten, famoso parque urbano
de Berlín que hoy está integrado a la ciudad, el cual contiene réplicas de
lugares y personajes de los cuentos de los hermanos Grimm. Las memorias
autobiográficas de Ludwig Rellstab, sobre todo, aquella parte que corresponde a
su infancia, sirven a Benjamin para ejercer la nostalgia de una época fugitiva
del recuerdo que contrasta notablemente con el mundo convulsionado que al
filósofo le tocó enfrentar y padecer.
4. Ronda de
juguetes en Berlín, I
Todo fue por los juguetes. Los cuentos de Godin
ilustran el marco narrativo con el que Benjamín inaugura un capítulo extenso en
la historia de la radiofonía mundial. La historia que lee para los niños retoma
las andanzas de la niña Tinchen y la de sus hermanos. El comienzo es bastante
triste pues narra los pormenores de la muerte de la madre, que en su triste
acontecer deja en la orfandad a los huérfanos pues meses atrás el padre se
había adelantado en los oscuros caminos de la muerte. Al quedarse solos Tinchen
y sus hermanos, llega una ayuda inesperada dispensada por el hada Concordia que
con su portentosa magia ayudará a los niños en los duros menesteres de la
sobrevivencia. Al enterarse de ello, El hechicero enemigo del hada, interviene
saboteando las buenas obras de Concordia y sembrando un sentimiento de
confrontación y enojo entre los hermanos. El hechicero evoca uno de los tantos
demonios con los que guarda innoble relación y éste se aposenta en la casa de
los niños para lanzarles juguetes maravillosos que trae guardados en un costal.
Los niños inmediatamente se pelean por los más vistosos mientras Tinchen y sus
hermanas se mantienen al margen del nefasto espejismo. Es así como la pelea de
los hermanos facilita que el demonio los atrape y los meta al saco para
hacerlos prisioneros de la torre de la hechicería en el país de la magia. Luego
Tinchen pedirá ayuda a Concordia para salvarlos, y el hada facilita el
pasaporte a la tierra tenebrosa, donde la niña sorteará extraordinarios
desafíos que la ponen sal límite de sus temores: los portales de un castillo
custodiados por guardias con cachiporras, dragones feroces alojados en el
interior, el hechicero egoísta que le tiende trampas con espejismos de manjares
y fiestas y vestidos y juguetes fantásticos que volverían loca a cualquier niña
pobre. Si Tinchen comete el error de desear quedarse en el lugar comunicando
verbalmente su deseo, entonces el hechicero la atrapará en su hermosa prisión
de cristal. Pero es ante todo el amor por sus hermanos lo que hace que Tinchen
no olvide el propósito de su estancia en el país de la magia y su lucha en
contra de la seducción de salones repletos de juguetes.
5. Ronda de
juguetes en Berlín, II
Los salones de juguetes del palacio de la
hechicería del cuento de Tinchen y sus hermanos, ofrecen a Benjamin el motivo perfecto para describir
los juguetes del hechicero en sus detalles más exquisitos: réplicas artesanales
de conejos de pascua, carruajes señoriales, soldados armados con ballestas,
carromatos, trirremes y bergantines españoles, muñecas con vestidos de organdí
o lustroso terciopelo rojo, miniaturas de caballos, leones o elefantes,
locomotoras que se mueven como autómatas por vías metálicas ancladas a maquetas
que reproducen el bosque a los pies del monte Harszt, pequeños castillos y
casas de muñecas elaboradas por maestros artesanos de Hamburgo, marionetas,
bufones, arlequines mágicos, estatuas ecuestres de los emperadores, escuadras
de caballeros medievales con todos sus avíos de guerra con brillantes
armaduras, modelos a escala de iglesias, armas de guerra, villas enteras con
sus granjas y sus campesinos y sus aperos de labranza, demonios del mundo
antiguo que en su bella fealdad dan ciertas pistas del suplicio de su alma, títeres
de los héroes germanos, instrumentos musicales a escala perfecta que reproducen
el cuerno de Tenhauser, las canciones de los nibelungos o la música atávica de los
antiguos dioses germanos…
6. La casa de
vecindad
El origen militar de las “mietskaserne”, sirve a
Benjami para reflexionar acerca del vertiginoso cambio urbano que sufrió Berlín
desde finales del siglo XIX hasta 1930. La fiebre inmobiliaria se encendió con
la presión del sistema industrial que necesitaba masas de obreros para sostener
su producción. La reflexión de Benjamin encierra muchas pistas clave para
entender los nuevos enfoques arquitectónicos de las ciudades modernas, en la
gestión de su crecimiento más allá de toda escala o límite. El tono acre desde
una mirada crítica, es parte de un manifiesto más amplio que reclama Benjamín
para rescatar el espíritu histórico de la ciudad, de la cual está profundamente
enamorado y bastante dolido por la congestión de edificios donde llegan a vivir
hasta mil individuos apiñados. Desgraciadamente la arquitectura “moderna” de
Berlín se convertiría en un paradigma para la explotación de la congestión, en
el sentido esta última palabra en que la usa actualmente un Pritzer como Rem
Koolhass, creador intelectual de esa noción y otras conexas. Volviendo a
Benjamin, su pequeño ensayo radiofónico ilustra con elocuencia las relaciones
entre un universo metropolitano mutante y la singular arquitectura que puede
producir.
7. Los procesos de
brujería
Los procesos de la inquisición contra la brujería
estaban plagados de anomalías e injusticia, nos recuerda Benjamin. La imagen de
los cuentos es una construcción imaginaria que recoge reminiscencias de un
horror inquietante pero a menudo exagerado y más bien misógino. La primitiva fe
cristiana engendró en muchos sentidos déspotas pontífices que impusieron por
poco más de trescientos años el fuego de la cruz a las mujeres que se atrevían
a desafiar con su curiosidad intelectual el status
quo masculino, que reclamaba para sí una punitiva fe ciega y una obediencia
sin cortapisa. Al ascenso de las ciencias durante el siglo XIV, lo acompaña
también el endurecimiento de las creencias religiosas y el florecimiento del
fanatismo y los tribunales que castigaban a quien pusiera en duda la doctrina
vaticana de la fe. Pero las ciencias de esos tiempos también fortalecieron la
creencia en la magia y su (supuesto)
connubio con las artes del mal, y por ende con la herejía. Los inquisidores del
brazo secular escribieron distintos manuales delirantes sobre las formas de
saber cómo es una bruja y los métodos para extraer de ellas al demonio o súcubo
que las poseía. El Malleus Maleficarum, denominado con humor negro Martillo de
las Brujas, fue un manual de tortura aplicado a miles de mujeres y hombres, en
procesos judiciales donde la confesión era casi la única prueba para
condenarlos, expropiándoles sus bienes. Benjamin puntualiza, no sin malicia,
que la intolerancia de los sabios (naturalistas, filósofos, retóricos y
gramáticos) engendró más problemas sociales que los que querían solucionar,
condenando injustamente a mujeres que poseían un talento especial y necesario
para la herbolaria, la medicina de los pobres y los desheredados de esos
tiempos. Las terribles visiones de la noche de Walpurgis, o los aquelarres
dionisiacos en los montes Harz o Blocksberg, no eran más que creaciones
fantasiosas de inquisidores con mentalidad morbosa. La liberación de los
procesos de brujería, concluye Benjamin, fue un proceso largo y tortuoso, una
verdadera épica de la humanidad en contra de la injusticia y los dogmas y las
exageraciones de la fe religiosa. La prohibición de los procesos de brujería se
debió entre a otros, a Friedrich Von Spee, quien creía en la existencia de la
brujería, pero no en las “terribles y alambicadas disquisiciones eruditas,
gracias a las cuales se podía tachar arbitrariamente a cualquiera de bruja o nigromante.
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