viernes, noviembre 16, 2012

WALTER BENJAMIN_AUFKLÄRUNG FüR KINDER


WALTER BENJAMIN_AUFKLÄRUNG FüR KINDER
(RELATOS RADIOFÓNICOS 1929-1932)

Walter Benjamin (1929-1932) El Berlín Demónico. Relatos radiofónicos. Traducción: Joan Parra Contreras. Ed. Icaria. 1ª edición, España:1987.

Un rostro desconocido de Walter Benjamin.
De 1929 a 1932 Walter Benjamin habló con regularidad en el entonces aún joven medio radiofónico alemán. Según distintas fuentes, incluyendo a Theodor Adorno y Herbert Scholem, el atribulado filósofo no dio mucha importancia a esos trabajos. Él mismo afirma hacia el año 1930 que casi todas las cosas que hacía para ganar dinero las dictaba por entero a una asistente, que por cierto no tenía competencia en redacción ni en ortografía. El mismo Benjamin reconoce que en casi todas las ocasiones se apartaba del guión elaborado para improvisar, eliminando párrafos enteros o líneas que consideraba insustanciales. Scholem describirá los años de Benjamin en la radio como fastidiosos para el pensador judío- alemán, una obligación que desde cierta perspectiva peculiar distraía el hilo de su pensamiento, posponiendo su trabajo en la incierta ilustración de masas fantasmagóricas.

Hasta el año 1987, de todos los trabajos de Benjamin para la radio sólo eran accesibles guiones breves para teatro radiofónico y una que otra conversación literaria. Después de ese año, La editorial Icaria encargó la traducción al español, reunió, editó y publicó, los textos que sirvieron a Benjamin para hablar a los niños y a los jóvenes en el marco de la “Jugendstunde” de la Funkstunde AG de Berlín, así como en la “Stunde der Jugend” de la Radiodifusión del Sudoeste de Alemania, de Frankfurt am Main. En la preparación y ordenamiento de los textos mecanografiados utilizados en la edición española de Icaria,  participaron Ulrich Dietzel y Gerhard Seidel. En la revisión de los originales y cotejo estilístico colaboró Gudrun Forsthoff. 

El infortunio personal y luego el remolino de la segunda guerra mundial hizo que Benjamin huyera a la ciudad de París a donde llevaría una muestra en absoluto completa pero sin embargo considerable de sus trabajos para la radio alemana. Archivos que fueron abandonados por el filósofo en su cuarto parisino al invadir las tropas del tercer reich el territorio de Francia, haciendo de la ciudad luz la sede del nuevo gobierno nazi. Como todos saben el giro del destino cambió la suerte de los embates de Hitler, convirtiendo su rápido ascenso a una caída estrepitosa en todos los ordenes de lo militar. Al ver casi perdida la guerra, la Gestapo, quien había incautado importantes archivos documentales, incluyendo el del propio Benjamin, destruyó colecciones completas de estos dejando atrás bibliotecas en llamas, archivos de cenizas y museos destruidos irremediablemente. Afortunadamente, para las nuevas generaciones, algunos funcionarios anónimos y otros no tanto, como el mismísimo Ernst Jünger, se dieron a la tarea de sabotear las ordenes del partido nacional socialista, y rescataron documentos, salvaron archivos o conservaron manuscritos. De esta especie de suerte participaron los guiones radiofónicos de Benjamin, que fueron enviados por equivocación intencional a Rusia donde fueron almacenados por más de quince años. Fue en 1960 a raíz de una decisión política del más alto nivel, el politburó de la entonces Unión Soviética devolvió a la entonces República Democrática Alemana el material procedente de museos, bibliotecas y archivos, llegando la colección documental (con los guiones radiofónicos de Benjamin) a los archivos centrales de Postdam. 

En adelante ofrecemos una breve reseña de cada uno de los diecinueve intervenciones de Walter Benjamin reunidas para la versión en español por la editorial Icaria, las cuales están dirigidos, como ya se puntualizó más arriba,  a niños y jóvenes, con sugerentes reflexiones que ponen de manifiesto la agudeza y el ingenio del iluminista y pensador.
                  
1.    El teatro de marionetas en Berlín
Un apartado sin duda muy recomendable. El arte de las marionetas guiñol y sus representantes más importantes desfilan con sus historias cómicas. La cita contextual de los Karpele, Piccoli, el bandolero desollado, el cazador furtivo, los harapientos o el mono nefasto entre otros, ofrece descripciones más que sugerentes de un arte que esos años fue redescubierto para tomar un moderno impulso artístico y alejarse de lo grotesco y decadente. El teatro de marionetas, apunta Benjamin, llegó a Alemania desde los tiempos de la guerra de 30 años, es decir durante el siglo XVI, y prosperó en el país hasta convertirse en un arte nacional. Uno de los más famosos maestros titiriteros, recuerda Benjamin, fue Schwiegerling, inventor de los títeres transformables, denominados metamorfosis y magia: en una escena memorable el héroe cómico Kasperle baila con una dama refinada, la cual, en un momento inesperado se convierte en un globo y se eleva, kasperle se toma de su vestido inflamado y se eleva con ella dejando el escenario vacio por unos minutos, hasta que reaparece desfalleciente contando sobre la textura de las nubes y la cercanía de los relámpagos.             

2.   El Berlín demónico
Contiene apuntes curiosos sobre la personalidad del literato E. T. A. Hoffmann, creador entre otras muchas obras de misterio del Hombre de Arena. Benjamin reflexiona sobre la predilección de Hoffmann por lo extravagante, lo espectral, lo extraordinario; tratando de responder para los niños a la pregunta de para qué se escriben historias diabólicas como las que generó este maestro de la literatura del terror. Una posible respuesta de las muchas que se pueden extraer del inquietante universo hoffmanniano, es sobre el simbolismo del mal en su vena mesiánica como el gesto de rebeldía máxima al apartarse el hombre del saber divino y cultivar su propio conocimiento y sabiduría. La seducción de la figura del diablo es ingeniosa en cuanto a las posibilidades de fabulación y entelequia imaginaria, una especie de hybris compacta, que abre las puertas a escritores y lectores hacia insólitos mundos posibles. Las fábulas de Hoffmann llaman a extrañas aventuras más allá de cualquier familiaridad y develan un mundo que se oculta a los ojos de  superficiales y menesterosos que no quieren saber nada de la mágica oscuridad. En esa vena, Benjamin sugiere a sus jóvenes radioescuchas, considerar la forma en que Hoffmann ve a la ciudad de Berlín, y más específicamente al berlinés común y corriente que tiene un sentido práctico extraordinario y una psicología compleja que se teja con las sombras. Hoffmann, recuerda Benjamin, recurre a las tabernas pues las considera una especie de laboratorio literario, al igual que los cafés y las pastelerías y las plazas públicas; lugares donde pesca variopintos rostros, gestos, visiones y personajes extraordinarios. La aparente ridiculez o extravagancia del berlinés es el objeto de estudio de Hoffman, quien con mirada aguda penetra los filones más desconocidos de la cultura popular y desentierra las raíces más inquietantes, esas relacionadas con el secreto inconfesable, la locura, lo siniestro, la persecución y las obsesiones.          
     
3.   Un pilluelo Berlinés
Reminiscencias de la infancia de un ilustre berlinés que cambió la manera de ser y vivir en la ciudad. La visión descrita es evocada por Benjamin desde tipo de juegos infantiles y travesuras que lleva a cabo este pilluelo rapaz que recuerda en más de un sentido a nuestro querido y conocido periquillo sarniento.  La infancia de Ludwig Rellstab es puesta en relieve desde una fina narración artesanal tal como los maestros alemanes de la madera realizan elaborados retablos de marquetería con todo tipo de detalles bucólicos, silvestres, frutales que aluden a las campiñas de Baviera o la Selva Negra. La alegría por la vida puede resumir el sentido de la biografía de este personaje que vivió en Alemania a finales del siglo XVII en Berlín, el cual sirve a Benjamin como pretexto para evocar un pasado cercano de armonía y convivencia comunitaria reunida cada fin de semana de esa época en el Tiergarten, famoso parque urbano de Berlín que hoy está integrado a la ciudad, el cual contiene réplicas de lugares y personajes de los cuentos de los hermanos Grimm. Las memorias autobiográficas de Ludwig Rellstab, sobre todo, aquella parte que corresponde a su infancia, sirven a Benjamin para ejercer la nostalgia de una época fugitiva del recuerdo que contrasta notablemente con el mundo convulsionado que al filósofo le tocó enfrentar y padecer.


4.   Ronda de juguetes en Berlín, I
Todo fue por los juguetes. Los cuentos de Godin ilustran el marco narrativo con el que Benjamín inaugura un capítulo extenso en la historia de la radiofonía mundial. La historia que lee para los niños retoma las andanzas de la niña Tinchen y la de sus hermanos. El comienzo es bastante triste pues narra los pormenores de la muerte de la madre, que en su triste acontecer deja en la orfandad a los huérfanos pues meses atrás el padre se había adelantado en los oscuros caminos de la muerte. Al quedarse solos Tinchen y sus hermanos, llega una ayuda inesperada dispensada por el hada Concordia que con su portentosa magia ayudará a los niños en los duros menesteres de la sobrevivencia. Al enterarse de ello, El hechicero enemigo del hada, interviene saboteando las buenas obras de Concordia y sembrando un sentimiento de confrontación y enojo entre los hermanos. El hechicero evoca uno de los tantos demonios con los que guarda innoble relación y éste se aposenta en la casa de los niños para lanzarles juguetes maravillosos que trae guardados en un costal. Los niños inmediatamente se pelean por los más vistosos mientras Tinchen y sus hermanas se mantienen al margen del nefasto espejismo. Es así como la pelea de los hermanos facilita que el demonio los atrape y los meta al saco para hacerlos prisioneros de la torre de la hechicería en el país de la magia. Luego Tinchen pedirá ayuda a Concordia para salvarlos, y el hada facilita el pasaporte a la tierra tenebrosa, donde la niña sorteará extraordinarios desafíos que la ponen sal límite de sus temores: los portales de un castillo custodiados por guardias con cachiporras, dragones feroces alojados en el interior, el hechicero egoísta que le tiende trampas con espejismos de manjares y fiestas y vestidos y juguetes fantásticos que volverían loca a cualquier niña pobre. Si Tinchen comete el error de desear quedarse en el lugar comunicando verbalmente su deseo, entonces el hechicero la atrapará en su hermosa prisión de cristal. Pero es ante todo el amor por sus hermanos lo que hace que Tinchen no olvide el propósito de su estancia en el país de la magia y su lucha en contra de la seducción de salones repletos de juguetes.

5.   Ronda de juguetes en Berlín, II
Los salones de juguetes del palacio de la hechicería del cuento de Tinchen y sus hermanos, ofrecen a  Benjamin el motivo perfecto para describir los juguetes del hechicero en sus detalles más exquisitos: réplicas artesanales de conejos de pascua, carruajes señoriales, soldados armados con ballestas, carromatos, trirremes y bergantines españoles, muñecas con vestidos de organdí o lustroso terciopelo rojo, miniaturas de caballos, leones o elefantes, locomotoras que se mueven como autómatas por vías metálicas ancladas a maquetas que reproducen el bosque a los pies del monte Harszt, pequeños castillos y casas de muñecas elaboradas por maestros artesanos de Hamburgo, marionetas, bufones, arlequines mágicos, estatuas ecuestres de los emperadores, escuadras de caballeros medievales con todos sus avíos de guerra con brillantes armaduras, modelos a escala de iglesias, armas de guerra, villas enteras con sus granjas y sus campesinos y sus aperos de labranza, demonios del mundo antiguo que en su bella fealdad dan ciertas pistas del suplicio de su alma, títeres de los héroes germanos, instrumentos musicales a escala perfecta que reproducen el cuerno de Tenhauser, las canciones de los nibelungos o la música atávica de los antiguos dioses germanos…                 

6.   La casa de vecindad
El origen militar de las “mietskaserne”, sirve a Benjami para reflexionar acerca del vertiginoso cambio urbano que sufrió Berlín desde finales del siglo XIX hasta 1930. La fiebre inmobiliaria se encendió con la presión del sistema industrial que necesitaba masas de obreros para sostener su producción. La reflexión de Benjamin encierra muchas pistas clave para entender los nuevos enfoques arquitectónicos de las ciudades modernas, en la gestión de su crecimiento más allá de toda escala o límite. El tono acre desde una mirada crítica, es parte de un manifiesto más amplio que reclama Benjamín para rescatar el espíritu histórico de la ciudad, de la cual está profundamente enamorado y bastante dolido por la congestión de edificios donde llegan a vivir hasta mil individuos apiñados. Desgraciadamente la arquitectura “moderna” de Berlín se convertiría en un paradigma para la explotación de la congestión, en el sentido esta última palabra en que la usa actualmente un Pritzer como Rem Koolhass, creador intelectual de esa noción y otras conexas. Volviendo a Benjamin, su pequeño ensayo radiofónico ilustra con elocuencia las relaciones entre un universo metropolitano mutante y la singular arquitectura que puede producir.      

7.   Los procesos de brujería
Los procesos de la inquisición contra la brujería estaban plagados de anomalías e injusticia, nos recuerda Benjamin. La imagen de los cuentos es una construcción imaginaria que recoge reminiscencias de un horror inquietante pero a menudo exagerado y más bien misógino. La primitiva fe cristiana engendró en muchos sentidos déspotas pontífices que impusieron por poco más de trescientos años el fuego de la cruz a las mujeres que se atrevían a desafiar con su curiosidad intelectual el status quo masculino, que reclamaba para sí una punitiva fe ciega y una obediencia sin cortapisa. Al ascenso de las ciencias durante el siglo XIV, lo acompaña también el endurecimiento de las creencias religiosas y el florecimiento del fanatismo y los tribunales que castigaban a quien pusiera en duda la doctrina vaticana de la fe. Pero las ciencias de esos tiempos también fortalecieron la creencia en la magia y su  (supuesto) connubio con las artes del mal, y por ende con la herejía. Los inquisidores del brazo secular escribieron distintos manuales delirantes sobre las formas de saber cómo es una bruja y los métodos para extraer de ellas al demonio o súcubo que las poseía. El Malleus Maleficarum, denominado con humor negro Martillo de las Brujas, fue un manual de tortura aplicado a miles de mujeres y hombres, en procesos judiciales donde la confesión era casi la única prueba para condenarlos, expropiándoles sus bienes. Benjamin puntualiza, no sin malicia, que la intolerancia de los sabios (naturalistas, filósofos, retóricos y gramáticos) engendró más problemas sociales que los que querían solucionar, condenando injustamente a mujeres que poseían un talento especial y necesario para la herbolaria, la medicina de los pobres y los desheredados de esos tiempos. Las terribles visiones de la noche de Walpurgis, o los aquelarres dionisiacos en los montes Harz o Blocksberg, no eran más que creaciones fantasiosas de inquisidores con mentalidad morbosa. La liberación de los procesos de brujería, concluye Benjamin, fue un proceso largo y tortuoso, una verdadera épica de la humanidad en contra de la injusticia y los dogmas y las exageraciones de la fe religiosa. La prohibición de los procesos de brujería se debió entre a otros, a Friedrich Von Spee, quien creía en la existencia de la brujería, pero no en las “terribles y alambicadas disquisiciones eruditas, gracias a las cuales se podía tachar arbitrariamente a cualquiera de bruja o nigromante.                    


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