martes, septiembre 11, 2012

RETRATO DE UN VALIENTE


...Es chaparrito, peloncito, de lentes. Le gusta vestirse con casacas militares dos tallas más grandes para disimular su cuerpo de alfeñique. Dispensa a su progenie una inmensa ternura aunque con los extraños exhiba una fría indiferencia de asesino, igual que un espécimen ratus ratus.  El tamaño de su cerebro es compacto y nimio, quizá como el de un tiranosaurio, y como tal actúa cuando cualquiera pone en cuestión la incongruencia de lo que dice  en vista de lo que hace, con consecuencias lamentables. Es beligerante, siempre habla de combatir, erradicar, neutralizar a los criminales... agazapado detrás de una muralla de militares y soldados. Cada rato empeña su palabra de honor aunque no tenga empacho desdecir lo prometido, matizarlo o incluso invertirlo. Dice que no traiciona la confianza de sus compañeros de ideología partidista, aunque a la hora de la verdad haya movido todo su poder para favorecer el triunfo de los enemigos que decía combatir en el pasado. Es un católico fervoroso, que cada domingo va a misa para rezar, presentarse a dios y pedir perdón por sus pecados...aunque en el la semana acumule cuentas pendientes con sus semejantes a quien mira desde la altura de su pasajero poder terrenal. Se cree un gran estadista y gobernante pero sus juegos de guerra han devuelto a la sociedad que gobierna  a la edad de comendadores y verdugos. Su fundamentalismo es implacable con los pecados de los enemigos, pero no ve ni siquiera la sombra de una mancha en el abusivo actuar de sus cuates o socios. Entre el sitial de los gobernantes más corrompidos, él es el último grito de bajezas, por las mortales omisiones y taras intencionales que ejerció como prerrogativas de su nefasto mandato. Fracasado de tiempo completo no duda en utilizar a sus panegiristas y patiños televisados para invertir la realidad con mentiras y cuentas alegres. Dice que nadie lo entiende, pero que la historia dimensionará su altura y valía...incluso jura y perjura por sus hijos que él y sólo él ha salvado a México de la criminalidad. Aunque no duda acallar las disonancias y ocultar las cifras de la violencia que él no pudo detener. Como en toda cohorte aúlica que se precie de tal, algunos cortesanos de su más cercano séquito  murmuran a su espalda, negociaciones innobles y pactos de silencio, cesiones y contra sesiones a cambio de no ser llamado a rendir las cuentas desde la cárcel. Es cínico porque se sabe pequeño, un hijo desobediente, chaparrito, peloncito, de lentes.   Le gusta presentarse con títulos pomposos como el "hijo desobediente", " el presidente del empleo", "el de las manos limpias", "el presidente guerrero", "el estadista de la salud"  etc., aunque todo eso no sea más que fruslería y demagogia. Su legado, ochenta mil muertos, veintemil desparecidos y 200 mil desplazados, que pesaran al país como un lastre de injusticia, corrupción y criminalidad del Estado.     

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