miércoles, octubre 01, 2008

CARIS MERE BY GIYA KANCHELI

BY
JORGE DÍAZ MIRANDA
2008
El escritor argentino Jorge Luis Borges dijo alguna vez en una entrevista que los países se aman sobre todo por la gente que vive en ellos. Justifico la afirmación borgiana en dos sentidos: la gente lleva a cabo la construcción de la historia de sus respectivas naciones(1), y, se encarga de establecer los determinantes estéticos desde la específicidad cultural de su respectiva sociedad. Giya Kancheli (Tbilisi:1935), nació en Georgia y ello imprime en sus composiciones peculiaridades irrepetibles, derivadas de las fragmentarias y atormentadas sociedades del lejano Este europeo. A propósito, nos dice Hans-Klaus Jungheinrich, mientras en occidente el curso de la historia está por la centralidad narcicista del eurocentrismo, en el Este el curso de la historia y sobre todo su devenir -la proyección hacia el presente y hacia la línea del futuro- es considerado como una larga y repetitiva letanía del sufrimiento, pero no en el papel activo de inflingirlo sino en el papel de victimas golpeadas por el destino. Esto aliude sin duda a la turbulentas regiones de los Balcanes y de las márgenes del Caúcaso donde por cierto en los últimos meses se lleva a cabo una guerra desigual entre rusos y georgianos. El resultado de lo anterior debe ser necesariamente una mística del pesimismo y una filosofía de la impotencia y la desesperación. Si en situaciones desesperadas Occidente cuenta con el nihilismo reactivo como un mecanismo de defensa, en el Oeste el único mecanismo de defensa posible frente a la descentralidad, el abandono y la desolación debe ser el apego a la fe*.
La expresión Caris Mere me atrevo a traducirla como ¡Ten piedad¡, solicitud que todos los mortales incluyendo a Cristo tuvieron a bien solicitar a Dios por el horroroso espectáculo, desplegado por él, de la impiedad, y por supuesto sin ninguna retribución.
Notas
*Una colega cercana me ha hecho la observación de que esa concepción trágica sobre el curso de la historia como una repetición compulsiva de la tragedia, se debe a Walter Benjamin, aunque supongo que el filosofó judio-alemán extrajo esa cualidad de "circularidad " desde la noción eterno retorno propuesto por Friëdrich Nietszche.

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