miércoles, mayo 04, 2011

LAS VERSIONES SE ENREDAN

1. Las versiones se enredan tras un velo de verdades a medias que depiertan más dudas que certezas. Primero el cadáver sepultado apresuradamente sin muchas fotografías y con supuestois exámenes que "confirman" la versión oficial de Washington. Segundo, la descripción de un operativo que se realiza sin autorización de Pakistán y en el que un grupo de comandos pasa inadvertidamente por la frontera "sin ser detectado" por los servicios de inteligencia locales. Tercero, un hélicoptero que "falla" en medio una operación selecta y cae al suelo, y que es finalmente "destruido" por los propios elementos Navy Seals. Cuarto, el asesinato mismo de Bin Laden a manos de los comandos que lo asaltaron, bajo el pretexto de que Osama se rehúso a ser tomado como prisionero por un comando capacitado en situaciones de máxima emergencia, para reducir, neutralizar e inmovilizar la amenza de un solo hombre, que por muy poderoso que fuera, estaba desarmado. 

2. Sea como fuere, en esta ocasión las declaraciones de Barack Obama al informar al mundo por la muerte del líder de Al Qaeda, están llenas de infortunios para Estados Unidos y sus ingenuos ciudadanos: si la justicia que los estadounidenses impulsan es el asesinato sin mediación de juicios legales, entonces todo el mundo tiene derecho a tomar venganza con esa misma modalidad, osea, ciudadanos norteamericanos sospechosos de perfidia en oriente medio o cualquier otro punto del mundo, merecen la muerte sin más. 

3. El asesinato ordenado directamente por Obama, es, de haber ocurrido, un ajuste de cuentas y un ominoso cierre de expediente de todos los incriminados estdounidenses que tuvieron o tienen algun lazo con la oveja negra de la familia Bin Laden (George Bush Padre, Donald Rumsfeld, Dick Cheney y George W. Bush). Muerto el perro sigue la impunidad de los connacionales empoerados de Obama.

4. Las repercusiones inmediatas de la supuesta "desaparición" de Osama Bin Laden trae para México el reflector de "alojar" al nuevo enemigo número uno de los Estadounidenses: El Chapo Guzmán. La presión para el gobierno calderonista alcanza matices inequívocos de intervencionismo encubierto o declarado por parte de los poderosos vecinos del norte, con la amenaza de una operación de gran envergadura, tanto diplomática como militar, para desensamblar el imperio de los principales cárteles.   

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