Se trata de un cortometraje impresionante dirigido por Aaron Schoenke, el cual muestra de forma realista, con imágenes de alta definición y música avant rock-gótica, la pasión del murciélago que, en su crónico suplicio, enloquece con la certeza de la irracionalidad de sus actos. Esta vez no hay consuelo ni redención, la empatía con Jocker es absoluta y simbiótica, la deshumanización del héroe lo acerca peligrosamente a la locura que combate, y la vida es un sueño de oscuridad que no cesa en el golpeteo de sangre, dolor y desesperanza. La histeria posmo del delirio mediático revela el vacío de valores para una generación ipad que si es capaz de empuñar un arma y cerrar el eterno y perverso retorno de la culpabilidad y la indecisión. Esta vez Jocker cae fulminado por la venganza de un adolescente a quien no le tiembla la mano a la hora de ajustar cuentas y desensamblar el rollo de los chingamadres enzotanados que te piden poner la otra mejilla ante el asalto de los asesinos. La justicia ciega clama en la noche de lluvia química, desde las entrañas de un carnaval vesánico donde las "cebras se escapan del zoo para asistir al festival de sangre de los leones". La película transcurre en vertiginosos close up y se pasea sobre rostros enajenados, heridos y maquillados, también enfoca los cuerpos en distintas poses, lascivas, alerta o en combate; imágenes que van y vienen eludiendo la cita del destino, el acoso de la cosificación y la carrera de ratas por ganar dinero extra.
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