lunes, diciembre 06, 2010

TEMPESTAD



Nuestra cínica quimera
hirió la húmedad de los besos
páramo desierto de soberbia
tirando en sentidos opuestos,


Derrota y abandono.


La sangre estalla
en un remolino de nada,
las palabras rotas
los deseos extraviados
y las lágrimas invaden
con sus gruesos ríos
de desesperanza...


Los fuegos se apagan, 
se levanta una pared de hielo
y toda la espontaneidad 
del amor se disuelve
en un interminable reproche, 
en un malestar de ira,
en una fuente de negros humores
que desintegra el magnetismo
de los deseos. 


Te dije que no te quedaras.


La luz se fue del mundo
nos alcanzó la confusión
se nos terminó el tiempo,
la esperanza emigró a otras tierras
y todo quedó encerrado
en un brillo desolado
de tristeza y abandono.

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