2008
El reconocer que es otra buena pelicula del director newyorkino Woody Allen no conlleva el hecho de considerar en esa misma linea al argumento ni al trabajo de actuación. Me explico. Como en los anteriores films de Allen hay una buena historia, dialogos inteligentes, referencias musicales, cultura e insólitos personajes con intensidad emocional. Pero en esta pelicula el director comienza en el bucle espeso del conservadurismo étnico de la clase media de Manhatthan y termina en él, a mi entender de manera absurda por forzar situaciones que dan un giro de 180° y dan al traste con el buen trabajo actoral de Javier Bardem. Clichés aparte y jocosos lugares comúnes del peculiar humor del director, los matices de contexto entran bien pues Allen supo elegir muy bien la ciudad para la aventura ibérica de sus american women, nada menos que el templo del alma catalana, es decir Barcelona. Las refencias de la ciudad son igualmente acertadas con Gaudí, Miró, el vino y la mesa con la estela bohemia que anuncian, el mar, el faro, las casas y sus jardines, toda la gente que ahí se da cita. Vamos, hasta el escarceo con algunos personajes freaks de la movida española -con fachas, lucura y arrebatos bipolares incluídos-, le dan a la historia una deliciosa tensión pre orgásmica. En esta cita involuntaria del director, no hay ni un sólo intento -y eso fue muy afortunado-, por psico-dramatizar la decadencia desde la autocomplacencia cutre de algun comlplejo de edipo bajo la manga, entresacado de la muerta religión nihilista freudiana a la que es tan adicto Pedrito perversopolimorfo Almodóvar. Con todo y la hostia de poner a Bardem en el lastimero papel de un chavo de onda bohemia, bastante madurito, acechando universitarias norteamericanas que le suben la testosterona a su hidalguía cojonuda, el personaje es creible y hasta cierto punto elocuente y reflexivo. Vicky y Cristina en cambio son la crema y nata de la simpleza americana, con rostros de ángel que nos recuerdan a la dulce soldado Sabrina Harman, la misma que les metía cosas por el culo a los prisioneros iraquíes... orgullosas de ser parte del american dream van por el mundo ostentando sus principios y convicciones, aunque Cristina cursa un tris de des identidad que flexibiliza su comportamiento y la predispone al azar y su necesidad. Vicky en cambio sabe lo que quiere y está comprometida con un metrosexual escuálido, ella realizá una tesis doctoral sobre laidentidad catalana, aunque todo el identikit esbozado de la diva no bastará para encubrir su amplisima superficialidad o su doble moral en todo lo concerniente a la carne y sus debilidades. El periplo de Vicky y su amiga Cristina a Barcelona inicia con su alojamiento en el hogar de unos conocidos que experimentan la marea creciente de un inaplazable holocausto conyugal: maduros y adinerados navegan juntos en un yate de elegante rutina donde ella le soporta a él su inegable obesidad y tal vez su impotencia; mientras que él debe soportar el carrusel de la decencia y la histeria declarada tras el coñazo de una anticipada menopausia. Todos a salvo en el arca de la civilidad y la onda positiva, las amigas comienzan su incursión al jet set catalán de mano de sus amigos burgueses y es asi como entran en contacto con el mundo de los artistas y su halo bohemio. Ahí Cristina descubre a Juan Antonio, un pintor de vanguardia sobre el que su amiga española, refiere noticias sobre un pasado oscuro de violentas madrizas de Juan a su esposa o viceversa. La intensidad de este pasaje llama la atención de Cristina para quien el dolor es una parte escencial del amor y definitivamente se engancha a la estampa bravía de este torero de la pintura y matador en las plazas del color. Después del cóctel se Vicky y Cristina se marchan a un restaurante para degustar las deliciosas tapas y los brebajes rojos de tintos selectos
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