Las impactantes imágenes del largometraje Paradise Now (Harry Abud Hassad:2005) acuden sin ser llamadas cuando se trata de reconstruir la terrible realidad del lado palestino en esta hora de tormento y sangre a cuenta del agresor sionista. Y ello sirve como un recurso de evasión de la sensiblería y la inmensa hipocresía mediática que tiene lugar en Occidente - muy lejos de las bombas letales que pulveriza universidades y hospitales de Gaza -, ante los los inocentes cohetes Kassam de Hamas, que harta decirlo, sólo han herido a algunos cuantos ciudadanos de Israel. La película citada-coproducida por Francia, Alemania e Israel- no tiene desperdicio alguno pues el argumento es convincente, la fotografía sobria pero realista, las actuaciones discretas aunque elocuentes; de modo que el conjunto arquitectónico de la pieza cinematográfica se erige como un documento de denuncia en medio de la desesperanza y el abandono. Mi escena favorita es aquella donde Khaled y Said se internan con su carga explosiva en Tel Aviv y pueden ver por vez primera la opulencia de la metrópoli con sus edificios ultramodernos y los enormes anuncios comerciales de marcas reconocidas como Dior o Carolina Herrera. A unos cuantos kilómetros de las villorrios miserables de Palestina o Gaza está la ciudad dorada que se hincha de riqueza y consumo...un narciso insultante donde sobra todo frente de la pobreza extrema de los vecinos árabes. Tel Aviv es el gran escaparate de los potentados económicos que son dueños de medio mundo y donde los menesterosos y parias -es decir los árabes- no tienen cabida. Tal vez se piense que la visión que nos ofrece el director Harry Abud Hassad sea demasiado parcial como para considerarse en serio, sin embargo es coherente con el embargo inmisericorde que Israel tiene en contra de sus vecinos. Más aún, Israel es directamente responsable de la radicalización de Hezbólla y Hamas, por las repetidas pifias que los gobiernos sionistas perpetran cada vez que se desdicen de tratados bilaterales de paz para la región, y ello con el trasfondo de una profunda corrupción que se retroalimenta del terrorismo y la venta de armas, las mismas que prueba Israel en contra de poblaciones indefensas. Por cierto, me adelanto a aclarar que por nada del mundo justifico los atentados terroristas que hacen blanco en civiles de Israel, pero considerar esta situación sin los antecedentes del caso y sobre todo eximiendo al Estado sionista de su responsabilidad histórica es una visión limitada e ideológica que busca ocultar la verdad sustituyéndola por falacias y mentiras.
Como siempre de forma tardía y con una sospechosa cautela -con pretensiones de neutralidad-, la UNESCO ha reconocido por fin los crímenes de Israel en contra de la infancia Palestina, crímenes que restarán aún más las expectativas de vida, la calidad y sobre todo las posibilidades de futuro de los niños victimizados por las bombas.
Primero Venezuela y después Bolivia, han sido los únicos países que han expulsado al cuerpo diplomático de Israel de sus respectivos países, en reclamo de la incursión militar, lo cual no puede ser visto como una gesto populista o demagógico. Me parece que hay una coherencia antiimperialista aunque no necesariamente desde la izquierda, de estos gobiernos que con todo han desaprobado valerosamente lo que todo el mundo aprueba explícitamente como EU, o tácitamente como los países de Europa Occidental, o son cómplices por omisión como Egipto, Arabia Saúdita Turquía.
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