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PHILLIP GLASS Y DRACULA. UN POEMA MÍSTICO A LA OSCURIDAD
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2008
Puesto en circulación por el sello extraordinario Nonesuch en 1999, esta obra maestra de carácter retro pero indiscutiblemente puesta al día con un minimalismo de vanguardia. El alcance artístico que logra esta combinación de talentos, entre por un lado el genio compositor Philip Glass y por el otro lado el talentoso cuarteto de cuerdas Kronos Quarter, contribuye con una intensidad emotiva a la historia del oscuro conde transilvano Drákul realizada en versión cinematográfica por Tod Browning en aquel lejano como heróico año de 1931. La re-musicalización de este clásico cinematográfico holiwoodense actualizó su sentido y vigencia para que las nuevas generaciones accedieran a los clásicos a través de una música posmoderna que enfatiza, subraya, redefine y enmarca con notas musicales de oro la actuación del gigante Bela Lugosi. Por fin una música a la altura del expresionismo boyante de ese entonces. Al fin una música oscura para un tema oscuro, para un lugar oscuro, para una historia oscura. Una música que es un largo poema de 26 movimientos que planean sobre una sinuosa-onírica-mística-brumosa-terrible superficie donde las pesadillas retornan desde el infierno de no poder morir. cada movimiento, cada frase, cada línea musical anida lo siniestro y su fascinación por una cierta mágica oscuridad habitada por espectros decimonónicos de estirpes milenarias condenados a huir del amanecer para no ser vistos por la luz. Cada pasaje musical es breve, las transiciones sutiles y la disposición de estas constituye un viaje sin retorno desde los agrestes paisajes de los Cárpatos hasta los neblinosos embarcaderos de Londres. Un viaje que si se me permite contiene todos los elementos de la locura: mares tenebrosos, castillos derruidos, una tempestad maëlstrom, sangre, y una maldad que se aprovecha de seres ingenuos que ven convertir sus apasibles vidas en algo siniestro. Cerca ya de cumplir diez años esta gran joya de la música finisecular, no ha perdido en nada su esplendor, su extraña belleza y su profunda sutileza. Nada como esta música para presumir que hemos escuchado lo mejor en esta vida, nada como Philip Glass y Kronos Quarter para acceder a una tradición musical artística de altos vuelos. Música para el alma y con eso está dicho todo.
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