A dónde se fue tu voz de viento fresco/
Tu rostro en calma, tu mirada serena/
A dónde está hoy la armonía de cítara/
Del amor que floreció en el yacimiento de olas blancas/
Qué nos pasó en éste tiempo muerto/
En estos meses de zozobra y rencor/
En esta guerra interminable/
De interpretaciones equívocas/
A dónde iremos a ciegas y desolados/
Con el peso de un adiós que no llega/
Y la mordedura infecta de miles de dudas/
Que nos asaltan en la noche/
Es gélido el soplo de la nada/
Y falta mucho para poder despertar/
No se calla este coro/
De cosas rotas/
De flores pisoteadas/
De mares inertes/
De lechos mortuorios que abren y cierran/
Por que no se aquieta esta locura desmesurada/
Por que no se larga esta niebla de insidia/
En la oscuridad que domina la confusión escampa/
Y no hay territorio seguro de la invasión de la desdicha/
Dejaremos que descienda el ángel furioso/
Sobre nuestras playas ardientes?/
Dejaremos sin defensa la ciudad blanca y su viñedo?/
Abandonaremos los puertos?/
Cruzaremos las grandes aguas para diluirnos en el olvido…?/
Jorge Antonio Díaz Miranda
30 noviembre de 2007
30 noviembre de 2007
1 comentario:
El dúo de la Elegía de noviembre
A dónde se fue la calma de las horas vivas/
A dónde se fue tu voz de viento fresco/
Tu rostro en calma, tu mirada serena/
A dónde está hoy la armonía de cítara/
Del amor que floreció en el yacimiento de olas blancas/
Quiero morir para volver a nacer en aquel día
que te enseñé en la atardecer
la inseguridad de mi corazón,
y tú, sin la conciencia del después
me cantabas tu valentía...
Qué nos pasó en éste tiempo muerto/
En estos meses de zozobra y rencor/
En esta guerra interminable/
De interpretaciones equívocas/
¿A dónde se fue el canto que pertenecía
A un hombre imbatible que parecía saber
Por dónde iba y a qué venía?
Y el darme a él, representaba desamarrar
Todas las ataduras de lo predispuesto.
Ahora sólo queda la esquela por dónde transitamos los dos:
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a ciegas y desolados/
Con el peso de un adiós que no llega/
Y la mordedura infecta de miles de dudas/
Que nos asaltan en la noche/
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Ya no hay paz, la casa está sitiada…
Quiero salir del encierro en el que priva
La inseguridad… ¿por què no me regalas
Una pequeña muestra de tu alma desnuda
Sin los mantos pesados de lo que piensas ser
Y que no eres, para que yo sea sòlo lo que soy,
Y no lo que no creo ser para ti…
Es gélido el soplo de la nada/
Y falta mucho para poder despertar/
No se calla este coro/
De cosas rotas/
De flores pisoteadas/
De mares inertes/
De lechos mortuorios que abren y cierran/
Por que no se aquieta esta locura desmesurada/
Por que no se larga esta niebla de insidia/
En la oscuridad que domina la confusión escampa/
Y no hay territorio seguro de la invasión de la desdicha/
Nos volcaremos en el mar del olvido,
Para dejar que un amor que pesa en nuestra alma
Se vuelva polvo derramado por el viento…
En la superficie delgada del aire…
O nos someteremos al yugo de las circunstancias...
O dejaremos que la calma llegue y con ella la paz y la cordura, y con la sinceridad del después sabremos en dònde nos hemos equivocado.
Dejaremos que descienda el ángel furioso/
Sobre nuestras playas ardientes?/
Dejaremos sin defensa la ciudad blanca y su viñedo?/
Abandonaremos los puertos?/
Cruzaremos las grandes aguas para diluirnos en el olvido…?
Si pese a todo en tu alma hay un aún un soplo /
de la felicidad que nos anima a seguir juntos,
si no obstante la terquedad, que nos acomete a cada instante a luchar el uno contra el otro... si aùn sigue en pie la chispa del encuentro primigenio,
Entonces sigamos en vida…
Si esta poesía ya no habla a ninguna fibra de tu piel, por favor ya no respondas,
deja que llegue la muerte,
al menos la muerte que llegue en paz…
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