miércoles, noviembre 28, 2007

ABUSO INFANTIL COMO INDEFINICIÓN JURÍDICA



LA TRANSFIGURACIÓN DEL ABUSO INFANTIL
EN INDEFINICIÓN JURÍDICA

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2007

"El chiquillo está paralizado, sin habla ni lágrimas, sin saber cómo puede complacerlo (sic). Marcial tiene que tomarlo de la mano, atraerlo con suavidad, despojarlo de sus prendas y acariciarlo desnudo, pasándolo por talco y frotaderas, para asentarle el miedo. Le ordena que lo monte, pero Arx. absolutamente aterrorizado, no obedece porque no sabe interpretar la orden. Marcial desenfunda la lengua y, con gula experta, la desaparece entre sus piernas buscando el falo infantil que aún no palpita. Trabaja en él frenético, con variantes, hasta ponerlo erecto, apoderarse de la erección con el puño y hundírselo en la cueva. La deja en sotavento saltando en ella, hasta que llega el espasmo estrepitoso, interminable y el bramido de la bestia rendida por el esfuerzo".
Alejandro Espinosa, El legionario. Citado por Andrés de Luna, El rumor del fuego, pág. 20.


El uso de los placeres desde el poder. Existe una extensa bibliografía, histórica, antropológica, sociológica y psicológica; que documenta las practicas sexuales de estratos sociales empoderados, instaladas en una oscura región, densa y opresora, de secretos, silencios y juramentos que en conjunto funcionan como un pesado velo que deliberadamente oculta. Para entrar en materia directamente, adelantaremos que las jerarquías religiosas católicas no están en modo alguno exentos de estas oscuras alusiones y esta asociación ha sido un suceso de escándalo desde los Borgia con Alejandro VI a la cabeza.


La pintura flamenca de los hermanos Van Hyus que aparece como ilustración al inicio de este ensayo, nos muestra con su poderosa evocación, símbolos del poder terrenal (el gobierno) y el poder celestial (la Virgen de Hierro), enlazados con el derecho (pretendidamente divino) para ejercer punitivamente (la tortura como ejemplo canónico) u otorgar favores veleidosos como la satisfacción sexual, y todo, dentro del perímetro de seguridad de una regía mansión que oculta la sordidez del acto. Tal vez pensando esto, Weber nos sugiere la metáfora de la jaula de hierro que es capaz de contener con la escabrosa tramitología burocrática, cualquier intento público por “iluminar” esa zona de exclusión donde el poder (en sentido Foucaultiano) altera con fines ideológicos realidad y verdad.


Otro asunto es el epigrama de inicio. Donde quien cita el texto, es decir Andrés de Luna, se sitúa, tal vez intencionadamente, en la ambigüedad, es decir, en la indecisión entre un sentimiento de rechazo o la desmesurada fascinación “sensual” en que lo mete la descripción. Sin duda este sentimiento a todas luces “medial” revela una tensión entre las pasiones y la racionalidad. Sin embargo, esta aparente dicotomía no se sostiene pues ambos efectos conductuales son dirigidos por un solo sentido, el albedrío, esa instancia metafísica que describe una cualidad del ser humano para situarse por su propia voluntad en un sitio ideológico u otro.
Esta simplificación ya nos sitúa en los lindes del argumento que queremos mostrar aquí: en cualquier situación hay actores que desempeñan un rol que está sobredeterminado por su lugar, personalidad, preponderancia, representatividad, grado de vulnerabilidad, entre otros factores, y estos le permitirán, en una situación de privilegio (con tenencia de poder o empoderado por una red social) ejercer conscientemente recursos a su alcance para ocultar o disfrazar sus intenciones. Veámos.

Entre un hombre armado y otro que no lo está hay una distancia enorme que antes o después de su enfrentamiento no puede cambiar, a pesar de los atenuantes tales como, temperamento, posición social, defensa-ataque, advertencia, locura o legitimidad. Un hombre armado, desde cualquier perspectiva, estará siempre en una situación de privilegio con un artefacto que multiplica indefinidamente sus posibilidades de impacto, daño fisico, moral o psicológico frente a quien no posee el arma. La distancia es tan extensa y profunda como la división entre la vida y la muerte, como entre la verdad y la mentira, como entre la realidad y la fantasía, y ningún juicio ante o ex post podrá cambiar nada de esa situación de ventaja versus vulnerabilidad. El epigrama nos pone trampas retóricas para desplazar una y otra vez el trasfondo de la situación, el encuentro clandestino entre un sacerdote, adulto, corpulento, sumamente violento y autoritario; y un niño que es sometido por la fuerza tanto fisica, simbólica e institucional por un miembro eclesiástico privilegiado plenamente consciente de su estatus.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La distancia es tan extensa y profunda como la división entre la vida y la muerte, como entre la verdad y la mentira...

MUY BIEN, LA DISTANCIA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE NO LA PODEMOS APREHENDER... PUESTO QUE NO HABIDO NADIE QUIÉN LA HAYA PODIDO MEDIR...
PERO LA DISTANCIA ENTRE LA VERDAD Y LA MENTIRA... ES POSIBLE CONCEPTUALIZARLA, CONCRETIZARLA EN HECHOS CONTUNDENTES, VISTO QUE ES HUMANA Y CONSIDERABLEMENTE HIRIENTE, TANGIBLE, EFECTIVA... HAY QUIENES LA PADECEN Y QUIENES LA INFLIGEN.
LA MENTIRA A VECES ES PREMEDITADA POR MENTES DIABOLICAS, OTRAS VECES ES INGENUA Y COMPASIONADA...NO QUIERE CREAR DOLOR... Y SIN EMBARGO, CUANDO SE DESCUBRE DEJA SIEMPRE SU HEDOR ALREDEDOR DEL EMISOR Y EL RECEPTOR...
PERO, PESE A LA OPINION AQUI VERSADA, ..CADA CUAL PODRÍA TENER UNA VERSION DISTINTA DE ESTA COSA QUE EXISTE, QUE VIVE ENTRE LAS PERSONAS, EN EL ODIO Y EN EL AMOR, EN LA DICHA Y EN LA DESDICHA.
YO RECUERDO COMO DE NIÑA TUVE QUE MENTIR PARA EVITAR EL CASTIGO RIGUROSO DE UNAS HIPOCRITAS MONJAS... PERO LUEGO DE ADULTA, EMPEZÉ A GOZAR CON LA LIBERTAD DE PODER DECIR LA VERDAD SIN COMPASION. FUE COMO LIBERARSE DE UN YUGO PESADO, Y NO TENERLE MIEDO A LA VIDA Y MUCHO MENOS AL CASTIGO, PUESTO QUE EMPEZÉ A SENTIR QUE ESTA LIBERTAD MÍA TENÍA EL PODER DE ANIQUILAR "EL PECADO", PORQUE SI NO ES EL TEMOR AL PECADO, ¿POR CUÁL OTRA RAZÓN UNO MENTIRÍA?, ME DECÍA YO-- AUNQUE AHORA SURGEN MUCHAS DUDAS SOBRE QUÉ ES ESTE "PECADO" QUE NOS INDUCE A MENTIR...
PERO ME CALLO Y DEJO EL ESPACIO A QUIEN TIENE LA RAZÓN DE ESTA DISTANCIA ENTRE LA VERDAD Y LA MENTIRA, Y POR SUPUESTO DEBE DE HABER MUCHAS MAS RAZONES QUE EL SIMPLE "PECADO MORTAL".
POR FAVOR EL AUTOR QUE ME ILUSTRE SOBRE SUS DIFERENCIAS, SUS BENEFICIOS Y SUS ESTRAGOS...
HASTA LUEGO.

LA SIRVIENTA ENTRE LOS SIRVIENTES...

Anónimo dijo...

Caro Amico,

Me he puesto a reflexionar seriamente sobre —què es verdad y què es mentira en “uno mismo” en la relaciòn de dos— (al margen de un comentario “resentido” y muy distinto del mismo tema en tu blog), y he llegado a inciertas e indefinidas conclusiones.

Tal parece que por múltiples razones la mentira es el nutrimento cotidiano de las parejas y que por supuesto tiene más alcance (a veces devastadores) que la verdad, y te explico por qué:

Pongamos el ejemplo de nuestra poesía, ¿acaso no parece estarse engañando el uno al otro, cuando un “yo” o lo que sea, (ya no estoy segura si se puede hablar de un “yo”), está jugando con las palabras? ¿De dónde surge la poesía y la prosa? Tengo ya la impresión de una fractura neta y decidida entre la inspiración de la poesía y la realidad cotidiana.
¿Y sabes en dònde se juega el engaño? Por ejemplo, en las estrofas y versos que hablan de la nostalgia por el pasado…un tema muy recurrente, o bien, en los angustiados versos de la “pèrdida” o “ausencia” de la persona amada.
¿Por què’?--me pregunto—debemos enfocarnos siempre e irremediablemente hacia una ex–sistencia, y al drama de la pèrdida, -- tema harto explotado en toda poètica--.

Ahora me surgen dudas estèticas respecto de la poesìa entre amantes.
Tambien empiezo a tener serias dudas sobre el tiempo que dos amantes desgastan en escribir en verso o prosa cosas que en realidad “no sabemos de quièn son”.
Aclaro, no son certezas las mìas, de ninguna manera, son sòlo variaciones sobre este tema, pero me place cambiar el enfoque, para no sucumbir al vicio acostumbrado.
Tal vez sea una forma màs sana de enfrentarse a la derrota, o simplemente una apreciación útil a desvincular la desazón de la realidad presente.

¿Què o quièn provoca sufrimiento en el amor? Parece que uno mismo y nadie màs, ¿pero cuàl de estos “UNO MISMO” es el mismo?
El que vive la vida cotidiana y que se ofende porque las circunstancias lo llevan al delirio y a la desesperación y por ende se debe defender atacando, como es obvio que sucede en la jungla en que vivimos; o bien el que, el mismo dìa que ofende o es ofendido es capaz de escribir “los versos màs dulces…”

Me intriga saber en dònde està este UNO MISMO, pero me doy cuenta, por medio de esta reflexiòn que no existe en absoluto no sòlo el “uno mismo”, sino tampoco ningún “yo”. ¿Quìen diablo puede ser este “yo” que se autodestruye a cada instante, sin tener la capacidad de escindir lo “ajeno” de lo “propio”?

¿Quièn soy? Si no puedo ver que el “otro” es igual a mi? ¿Què nos estorba pues en el camino de comprender y comprenderse? ¿No serà que no podemos prescindir de la corporalidad, es decir del cuerpo que reacciona por impulsos dictados por la naturaleza del ser humano, y que no podemos, o no queremos aceptar en el sentido màs amplio, para que de verdad este UNO MISMO SEA EL MISMO/A.
Pero, NO, somos obstinados y tenaces en la estupidez de NO SER.

¿Pero què es corporalidad en una pareja que “dice” amarse?

Tal parece que esta misma corporalidad es nuestro yugo y verdugo; ¿en qué sentido es yugo y verdugo? Porque es la exhibición y el mantenimiento de nuestra identidad por medio del otro, “incluso como instrumento apto” al fin que el hombre y la mujer, en su condiciòn de tener sòlo una mente EN un cuerpo, — deben constantemente y fisicamente retroalimentar para “reconocerse” a travès y por medio del otro. Este “A TRAVÉS” del otro es totalmente corporal, en el sentido pleno de la palabra.
Es la com– pene –traς —zione, se trata pues de un cuerpo a- traves-(d)ado por su idèntico. Esta identidad empieza a adquirir mayor compenetración con el tiempo, y poco a poco se vuelve el espejo de uno mismo (que no es autènticamente “uno mismo”, si no que està perdido en el “otro”, que a su vez no es UNO MISMO…y asì al infinito).
Este UNO MISMO que no es NI UNO NI OTRO, empieza a volverse “intolerante”.

¿Pero el darse cuenta de esto, no nos parece indicar que los versos escritos en las poesìas son la verdad de UNO y no la mentira del NO UNO?

¿Còmo, entonces, juzgar què es verdad y què es mentira en una relaciòn de palabras y cuerpo? El alma està perdida en esta tensiòn mente-cuerpo, forzosamente lo ùnico que le queda a un ser que se juega su racionalidad en esta corporalidad, "NO ES MÀS QUE POESÌA”.

El fundamento del cual partimos, es decir, “la corporalidad es nuestro yugo”, se referìa al cuerpo que se apodera no sòlo del otro, sino incluso de las circunstancias, de la la situación, de absolutamente todo, (ahì cabe tambièn la vulgar mentira), para poder exhibir y ejercer su propia identidad. Uno espera que el otro sea su homòlogo, al tiempo que se da cuenta de NO poder SOPORTARSE MÀS, NO PODER CON ESTE “UNO” QUE ES MÙLTIPLE Y EN RESUMIDAS CUENTAS “NO ES NADA EN ABSOLUTO”.

Parece más vivo y sano quedarse con las palabras y con la poesía, porque-después de todo puede darse el caso que se vuelva más alegre y cósmica sin este dominio del cuerpo del otro… al menos mientras “este cuerpo” no se insidie otra vez—en LO MULTIPLE MISMO.

LA POESÌA ES POR LO TANTO LA OTRA VIDA DEL SER:
Y EN SU PRINCIPIO RELATA SU EPÌLOGO:

Se me anega la garganta de mar/
de lágrimas acumuladas tras el paso del dolor/
un grito emerge de mis ojos/
ante el gris panorama de la distancia/
que no cesa de alimentar esta soledad/
el recuerdo de tu voz me desangra/
la sensación de tus caricias, casi me mata/
la angustia se enreda en mi corazón/
amenzando mi fragil mente/
engendrando en ella la inescapable rúbrica de la desolación/
dónde estás Anna Lucia, a dónde vas/
porque en tan poco tiempo me hiciste tuyo/
si ni siquiera sé del todo quién tu eres/
ni seguro estoy que tu me amas/
pero no me importa/
yo quiero amarte, quiero entregar mi alma a ti/
quiero inmolarme en la duda/
escapar de esta vida normal que me sostiene lejos de mi/
par ser contigo/
para estar contigo/
para soñar con los dulces registros de tu voz/
ser contigo de nuevo feliz/
en el amor/………………………………………
me desperté llorando, llorando por tí/
porqué este amor/
por qué este dolor/
por qué toda esta ausencia que no acaba de ceder/
dime/
dime por favor/
si es un sueño, lo nuestro/
si sólo es un sueño/
y si es así/
no te molestes en despertarme/
te amo/
Jorge Dìaz M. agosto 2005 (una poesía al día).