LAS MENTIRAS
DE BRITISH PETROLEUM (BP)
SOBRE EL
DERRAME DE LA DEEPWATER HORIZON
JORGE
ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Miércoles 8 de mayo de 2013
El derrame de petróleo de 2010 en el golfo de México
fue más grave de lo que BP quería que se supiera. El gigante petrolero simuló
tener planes de contingencia, encubrió la cantidad de crudo que se filtraba al
océano diariamente y minimizó los efectos en la salud y el medio ambiente de
los dispersantes químicos empleados en la limpieza de las costas sureñas
afectadas. Montar semejante tomadura de pelo sólo fue posible gracias a la
escandalosa “relación estrecha” entre compañías petroleras, reguladores
gubernamentales y medios masivos de comunicación. Tres años después los efectos
medioambientales están a la vista en litorales, costas, playas. Cientos de
personas sufren hasta hoy un cuadro de padecimientos parecido al que 250 mil
veteranos de la segunda guerra en Irak presentan, denominado genéricamente como
“síndrome del golfo”: un relicario sintomatológico que combina fatiga crónica,
cefalea, inflamación cutánea, irritabilidad conductual y deterioro cognitivo
acelerado con compromiso de memoria a corto plazo.
La estrategia de BP para contrarrestar el deterior
de su imagen pública incluyó una agresiva campaña de desinformación en medios
masivos de comunicación y una intensa actividad de sus publirrelacionistas y lobbys de presión, para convencer
primero a la opinión pública y luego al congreso de que las dimensiones del
derrame no presentaban un peligro serio para el ecosistema (en aguas profundas
y los estuarios superficiales), la industria hotelera y la vida humana de la
zona afectada desde Luisiana hasta Florida. De manera premeditada los directivos de BP
sustituyeron de los reportes de seguimiento en tiempo real, la cantidad de
petroleó que se escapaba de la Deepwater Horizon diariamente (un rango entre 62
mil y 145 mil barriles de crudo), por los “exitosos resultados de limpieza”
obtenidos tras el uso de los dispersantes Corexit 9527 y 9500. Después de
ocultar la cantidad de petróleo vertida al océano por día, los directivos de BP
ocultaron los efectos nocivos de los dispersantes, los cuales habían sido
advertidos por la empresa NALCO que lo produce, y reportados drásticamente por
los 47 mil personas que ayudaron en la “limpieza” de las costas quienes los
padecían directamente. Pese a estas señales de advertencia BP exigió a los limpiadores
(en su mayoría pescadores de las zonas afectadas) renunciar al uso de máscaras
de oxígeno pues ello se vería mal en la televisión y asustaría al público. Pero
la verdad es que al mezclarse los poco más de 1.84 millones de galones de
Corexit con el petróleo que emanaba de la zonda siniestrada, la toxicidad del
crudo se multiplicó por 52. La experta en contaminación ambiental Wilma Subra,
les dijo a las autoridades estatales del GAP (Proyecto de Responsabilidad
Gubernamental), cuan peligrosa era la mezcla: “los síntomas de salud a corto
plazo incluyen problemas respiratorios agudos, salpullido, descompensaciones
cardiovasculares, desordenes gastrointestinales y perdida de la memoria a corto
plazo. A largo plazo los efectos incluyen cáncer, disminución en la función
pulmonar, daño hepático y daño renal”.
El llamado juicio del siglo no sólo ha revelado la
verdadera cantidad de petróleo vertido a las aguas del golfo, es decir alrededor
de 795 millones de litros de crudo dulce de Luisiana, también ha puesto de
relieve la firme intención del propio
gobierno estadounidense de repetir los errores de corrupción y colusión con el
gigante petrolero, pues por un lado lo amenaza con multas millonarias y por el
otro elogia la acción eficaz desplegada con el dispersante corexit. La
irritación pública tras el anuncio blando de parte de la administración del
presidente Obama, es considerado una burla que significa la exención de las
obligaciones de BP con las víctimas de sus dispersantes químicos. Los poderosos
abogados del gigante petrolero han adelantado una lista de padecimientos que
estarían dispuestos a indemnizar, en la que se excluyen los efectos síndromicos
de la mezcla química que empleo para dispersar el petróleo vertido al océano. Mark
Hertsgaard, miembro de la New American Foundation concluye de forma pesimista después
de tres años de ocurrido el peor desastre medioambiental en la historia de EU: “El
daño ha sido encubierto, sus verdaderas dimensiones oscurecidas, sus victimas
olvidadas, sus lecciones ignoradas, cumpliéndose de forma nefasta la máxima, el
hombre con el oro hace las reglas”.
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