miércoles, mayo 29, 2013

AYER NO TERMINA NUNCA



AYER NO TERMINA NUNCA

Jorge Antonio Díaz Miranda
Mayo 2013

Llena de nostalgia y tristeza, esta película registra el reencuentro de una pareja que años atrás, durante su fallido matrimonio, se les muere su único hijo. Pero el nuevo acercamiento está lleno de la sombra del pasado que se reedita desde una reflexión que ahonda en las causas, las omisiones, la desesperanza pero sobre todo, en el fantasma de la ternura que murió prematuramente: “Me daban ganas de lanzarme a la mirada de sus ojos, como a una cascada de agua turbulenta…lo extraño tanto que mi corazón añora otros días ya idos sin importar el momento del ahora”. Sin duda hay muchos elementos narrativos que se repiten, citas y fragmentos de poesía cinematográfica que ya han sido utilizados por otros directores y guionistas, pero la nueva puesta en escena los traslada a una reinterpretación semiótica más amplia, más compleja, y aunque suene a paradoja, más directamente humana. El alegato de la culpa y la negación a la redención no son posturaciones pasivas, antes bien, se trata de un nihilismo reactivo, intenso y eufórico, que busca reconocerse y reactivar el sentido de la vida -si es que hubiere alguno-, desde el dolor, negándose por otro lado a la comodidad del olvido. Pero no es obsesión, sólo una reconstrucción de perspectivas en coexistencia con la ausencia. No es un duelo que dura toda la vida, sólo nostalgia de esos días en que una sonrisa o una mirada, era el llamado de la vida como una liberación. Vale la pena sumergirse en esta visión del desencanto, pues de vez en cuando el dolor, aunque amargo, también nos hace crecer y ser más directos, si después de todo y en definitiva, esta es la única vida que tendremos en la perspectiva del nunca jamás.                 
                                                                                          

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