VALLE DE TEHUACÁN 15
AÑOS DE SUBORDINACIÓN EXCLUYENTE
POR DOMINIO, DESPOJO Y
EMPOBRECIMIENTO (1)
JORGE
ANTONIO DÍAZ MIRANDA*
Martes
04 de septiembre de 2012
Cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari abrazó
la globalización y se unió al Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) en 1994, el gobierno mexicano emprendió el desmantelamiento del
elaborado sistema de subsidios agrícolas que se habían establecido en los 60
años anteriores para proteger a los campesinos del país en contra de la
competencia extranjera. La reducción
gradual de las barreras arancelarias que abaratan las importaciones de
alimentos provenientes de Estados Unidos conforme al TLCAN ha devastado al
sector agrícola del país, en donde casi una quinta parte de la fuerza laboral
de la nación estaba empleada en el momento en que el tratado comercial entró en
vigor. Entre 1994 y 2012, alrededor de 12.5 millones de empleos en la
agricultura mexicana fueron eliminados, según un informe preparado por el
Carnegie Endowment for International Peace. El deterioro del nivel de vida a
partir del TLCAN ha sido especialmente severo para los campesinos dedicados al
maíz, cuyos cultivos ocupan alrededor del 60% de la tierra cultivable del país (2).
En
ese contexto de agresiva apertura arancelaria, liberalización económica y
desregularización comercial, el sector
agroindustrial y de producción de refrescos, sustituyeron al campesinado
nacional, elaborando bienes alimentarios
para el mercado interno, tales como pan, productos de maíz, aceites vegetales,
lácteos, café soluble, azúcar, alimentos balanceados para animales, frituras,
etc. Esta sustitución de la fuerza de trabajo campesina se hizo bajo un esquema
de competencia desigual o jumping
interno.
Este fue el primer paso del proceso de subordinación
excluyente por dominio, despojo y empobrecimiento al que se sometieron a
campesinos mexicanos a partir de la entrada en vigos del TLCAN (3), provocando: 1) el retiro del Estado de la gestión
productiva que permitió a las agroindustrias ocupar ese lugar; 2) la liberalización
comercial y la apertura de fronteras a los productos importados; y 3) la
política agrícola de EEUU basada en la expansión alimentaria hacia los países
subdesarrollados (4).
El
proceso de exclusión se refiere a la erosión del desarrollo social a
instancias de las actividades productivas del campo, primero, al convertirlas
en inviables desde un punto de vista económico (los costos de inversión para
cultivo, exceden en mucho las ganancias que se obtienen con el producto, en
caso de que se obtengan, porque con frecuencia sucede que cultivos enteros se
pierden por exceso de lluvias o sequía)
y, segundo, al introducir monopolios agroindustriales que dictan las
reglas del mercado siempre en pro de sus intereses generando una competencia
inequitativa.
El
proceso de subordinación consiste en el hecho de que los campesinos se
ven obligados a abandonar el trabajo productivo en el campo para convertirse en
obreros en otros sectores de la industria (manufacturera o de servicios) o
migrantes nacionales o internacionales.
El
proceso de dominio se refiere a las instancias institucionales de
control social infiltradas por grupos de interés político y económico que
operan como lobbys de presión del poderoso sector agroindustrial.
El
proceso de despojo de recursos naturales a las comunidades campesinas e
indígenas es una estrategia de consolidación del capital financiero en un
sector específico, a instancias del mercado des regularizado y la
especulación-manipulación del índice de precios.
De ese modo los campesinos enfrentan, desde hace
quince años, un proceso de exclusión productiva (5) puesto de manifiesto en la caída
de sus ingresos, haciendo prácticamente imposible la continuidad en el corto
plazo de su actividad tradicional de producir alimentos tanto para la demanda nacional, con el costo
social que trae consigo la dependencia alimentaria con Estados Unidos.
El Valle de Tehuacán es un buen ejemplo de los efectos
nocivos de la política nacional al abandonar a su suerte a campesinos
indígenas, favoreciendo la importación de alimentos y productos varios. Quince
años después de la entrada en vigor del TLCAN,
la exclusión que enfrentan los productores rurales del Valle de Tehuacán,
pertenecientes a distintos grupos indígenas pero principalmente Nahuas y Popolocas,
se manifiesta en una forma de dominio y
subordinación de la agroindustria transnacional, que en vez de reproducirlos
como asalariados- explotados, los excluye del desarrollo y los despoja del
agua, la tierra y los recursos naturales asociados a su cultura, tradiciones y
sobrevivencia. Mientras la
escasez crónica de agua se encuentra en la raíz de la complicada crisis económica
que enfrenta San Marcos (un pueblo de 10 mil habitantes) y otras ciudades y
poblados esparcidos por el Valle de Tehuacán, muchos campesinos empobrecidos
tienen que abandonar sus parcelas de tierra y buscar trabajos humildes de medio
tiempo como albañiles en centros urbanos para completar sus magros ingresos. De
acuerdo a los cálculos más optimistas, en este rincón semiárido de la meseta
centro-sur de México, el índice de
desempleo se ubica en un rango entre 13 y 15%, una de las más altas del país.
La migración ilegal hacia los campos algodoneros, cafetaleros o de tabaco de
los Estados Unidos predomina como una medida desesperada que tienen las familias
Popolocas y Nahuas para salir adelante en medio de la pobreza patrimonial y
alimenticia que aquí escampan
La prosperidad de la zona se concentra en otro lado,
en las granjas cercanas de cerdos y pollos, ingenios azucareros y plantas
refresqueras, todas pertenecientes a importantes firmas trasnacionales, que
satisfacen sus necesidades de agua mediante la perforación de costosos pozos
profundos que horadan en mantos acuíferos subterráneos. La sobreexplotación de
los mantos acuíferos a manos de las agroindustrias, ingenios y refresqueras asentadas
en el lugar, combinado con la contaminación de fuentes y yacimientos, más la
sequía que azota la región desde hace por lo menos cuatro años, ha provocado la
disminución de los pozos de San Marcos y otras comunidades aledañas. A nivel
nacional, el sector de la agroindustria es una fuente importante de
contaminación de agua lo que se refleja en la zona impactando directamente la
salud de las comunidades indígenas más desprotegidas. De acuerdo con la CONAGUA,
el agua residual de 61 ingenios azucareros generó una demanda promedio a partir
del año 2000 a la fecha, de 6.2 toneladas de oxígeno bioquímico, lo que revela la
cantidad de materia fecal y orgánica que hay en el agua, provenientes
principalmente de las granjas de cerdos.*Derechos de Autor ®
(1) Con información de Circle of Blue, & MediaVia LLC; Brent Stirton, Amnesty International, Joseph Contreras, Carnegie Endowment for International
Peace LTD & Brian Robertshaw, J. Carl Ganter.
(2) CONEVAL, Informe de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social en México 2008. Antecedentes y Escenarios
(3) Blanca Rubio
(2012) Subordinación excluyente: Tres
décadas de impacto incesante en el campo mexicano; Nueva Sociedad #18,
UNAM, México.
(4) Rolando Cordera. Mercado y
Equidad: de la Crisis del Estado a la Política Social en México: Indicadores, Tendencias y Perspectivas. UNAM:
2010.
(5) Santiago
Levy (2010) Good Intentions, Bad Outcomes: Social Policy, Informality and
Economic Growth in Mexico. Brookings Institution Press, 2011.
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