miércoles, agosto 29, 2012

VALLE DE TEHUACÁN 15 AÑOS DE SUBORDINACIÓN EXCLUYENTE POR DOMINIO, DESPOJO Y EMPOBRECIMIENTO



VALLE DE TEHUACÁN 15 AÑOS DE SUBORDINACIÓN EXCLUYENTE
POR DOMINIO, DESPOJO Y EMPOBRECIMIENTO (1)
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA*
Martes 04 de septiembre de 2012


Cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari abrazó la globalización y se unió al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, el gobierno mexicano emprendió el desmantelamiento del elaborado sistema de subsidios agrícolas que se habían establecido en los 60 años anteriores para proteger a los campesinos del país en contra de la competencia extranjera.  La reducción gradual de las barreras arancelarias que abaratan las importaciones de alimentos provenientes de Estados Unidos conforme al TLCAN ha devastado al sector agrícola del país, en donde casi una quinta parte de la fuerza laboral de la nación estaba empleada en el momento en que el tratado comercial entró en vigor. Entre 1994 y 2012, alrededor de 12.5 millones de empleos en la agricultura mexicana fueron eliminados, según un informe preparado por el Carnegie Endowment for International Peace. El deterioro del nivel de vida a partir del TLCAN ha sido especialmente severo para los campesinos dedicados al maíz, cuyos cultivos ocupan alrededor del 60% de la tierra cultivable del país (2).  

En ese contexto de agresiva apertura arancelaria, liberalización económica y desregularización comercial, el sector agroindustrial y de producción de refrescos, sustituyeron al campesinado nacional,  elaborando bienes alimentarios para el mercado interno, tales como pan, productos de maíz, aceites vegetales, lácteos, café soluble, azúcar, alimentos balanceados para animales, frituras, etc. Esta sustitución de la fuerza de trabajo campesina se hizo bajo un esquema de competencia desigual o jumping interno.

Este fue el primer paso del proceso de subordinación excluyente por dominio, despojo y empobrecimiento al que se sometieron a campesinos mexicanos a partir de la entrada en vigos del TLCAN (3), provocando: 1) el retiro del Estado de la gestión productiva que permitió a las agroindustrias ocupar ese lugar; 2) la liberalización comercial y la apertura de fronteras a los productos importados; y 3) la política agrícola de EEUU basada en la expansión alimentaria hacia los países subdesarrollados (4).

El proceso de exclusión se refiere a la erosión del desarrollo social a instancias de las actividades productivas del campo, primero, al convertirlas en inviables desde un punto de vista económico (los costos de inversión para cultivo, exceden en mucho las ganancias que se obtienen con el producto, en caso de que se obtengan, porque con frecuencia sucede que cultivos enteros se pierden por exceso de lluvias o sequía)  y, segundo, al introducir monopolios agroindustriales que dictan las reglas del mercado siempre en pro de sus intereses generando una competencia inequitativa.

El proceso de subordinación consiste en el hecho de que los campesinos se ven obligados a abandonar el trabajo productivo en el campo para convertirse en obreros en otros sectores de la industria (manufacturera o de servicios) o migrantes nacionales o internacionales.

El proceso de dominio se refiere a las instancias institucionales de control social infiltradas por grupos de interés político y económico que operan como lobbys de presión del poderoso sector  agroindustrial.

El proceso de despojo de recursos naturales a las comunidades campesinas e indígenas es una estrategia de consolidación del capital financiero en un sector específico, a instancias del mercado des regularizado y la especulación-manipulación del índice de precios.

De ese modo los campesinos enfrentan, desde hace quince años, un proceso de exclusión productiva (5) puesto de manifiesto en la caída de sus ingresos, haciendo prácticamente imposible la continuidad en el corto plazo de su actividad tradicional de producir alimentos  tanto para la demanda nacional, con el costo social que trae consigo la dependencia alimentaria con Estados Unidos.

El Valle de Tehuacán es un buen ejemplo de los efectos nocivos de la política nacional al abandonar a su suerte a campesinos indígenas, favoreciendo la importación de alimentos y productos varios. Quince años después de la entrada en vigor del TLCAN, la exclusión que enfrentan los productores rurales del Valle de Tehuacán, pertenecientes a distintos grupos indígenas pero principalmente Nahuas y Popolocas, se manifiesta  en una forma de dominio y subordinación de la agroindustria transnacional, que en vez de reproducirlos como asalariados- explotados, los excluye del desarrollo y los despoja del agua, la tierra y los recursos naturales asociados a su cultura, tradiciones y sobrevivencia. Mientras la escasez crónica de agua se encuentra en la raíz de la complicada crisis económica que enfrenta San Marcos (un pueblo de 10 mil habitantes) y otras ciudades y poblados esparcidos por el Valle de Tehuacán, muchos campesinos empobrecidos tienen que abandonar sus parcelas de tierra y buscar trabajos humildes de medio tiempo como albañiles en centros urbanos para completar sus magros ingresos. De acuerdo a los cálculos más optimistas, en este rincón semiárido de la meseta centro-sur  de México, el índice de desempleo se ubica en un rango entre 13 y 15%, una de las más altas del país. La migración ilegal hacia los campos algodoneros, cafetaleros o de tabaco de los Estados Unidos predomina como una medida desesperada que tienen las familias Popolocas y Nahuas para salir adelante en medio de la pobreza patrimonial y alimenticia que aquí escampan

La prosperidad de la zona se concentra en otro lado, en las granjas cercanas de cerdos y pollos, ingenios azucareros y plantas refresqueras, todas pertenecientes a importantes firmas trasnacionales, que satisfacen sus necesidades de agua mediante la perforación de costosos pozos profundos que horadan en mantos acuíferos subterráneos. La sobreexplotación de los mantos acuíferos a manos de las agroindustrias, ingenios y refresqueras asentadas en el lugar, combinado con la contaminación de fuentes y yacimientos, más la sequía que azota la región desde hace por lo menos cuatro años, ha provocado la disminución de los pozos de San Marcos y otras comunidades aledañas. A nivel nacional, el sector de la agroindustria es una fuente importante de contaminación de agua lo que se refleja en la zona impactando directamente la salud de las comunidades indígenas más desprotegidas. De acuerdo con la CONAGUA, el agua residual de 61 ingenios azucareros generó una demanda promedio a partir del año 2000 a la fecha, de 6.2 toneladas de oxígeno bioquímico, lo que revela la cantidad de materia fecal y orgánica que hay en el agua, provenientes principalmente de las granjas de cerdos.*Derechos de Autor ®


(1) Con información de Circle of Blue, & MediaVia LLC; Brent Stirton, Amnesty International,  Joseph Contreras, Carnegie Endowment for International Peace LTD & Brian Robertshaw,  J. Carl Ganter.

(2) CONEVAL, Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México 2008. Antecedentes y Escenarios

(3) Blanca Rubio (2012) Subordinación excluyente: Tres décadas de impacto incesante en el campo mexicano; Nueva Sociedad #18, UNAM, México.

(4) Rolando Cordera. Mercado y Equidad: de la Crisis del Estado a la Política Social en México: Indicadores, Tendencias y Perspectivas. UNAM: 2010.

(5) Santiago Levy (2010) Good Intentions, Bad Outcomes: Social Policy, Informality and Economic Growth in Mexico. Brookings Institution Press, 2011.

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