viernes, julio 27, 2012

LA INFAMIA DESPUÉS DE LA INFAMIA: GRACO RAMIREZ Y EL DESMANTELAMIENTO DE LA CIUDADANÍA .




LA INFAMIA DESPUÉS DE LA INFAMIA:
GRACO RAMIREZ Y EL DESMANTELAMIENTO DE LA CIUDADANÍA

By Jorge Antonio Díaz Miranda
Martes, 17 de JULIO de 2012

Al sumar, restar, multiplicar o dividir, el resultado de la politiquería siempre será la des - ciudadanización. Los profesionales de la política cero se instalan cómodamente en la reproducción social que les confiere su derecho de sangre – no sometido al mandato popular-, para parasitar el presupuesto hasta que sus desdentadas quijadas harán gala de seniles babas, y pasaran la herencia a sus hijos, sobrinos, nietos o amantes, habilitados como arietes de lobbys de presión para perpetuar sus privilegios. Fue en septiembre y octubre del año 2011 cuando la reforma política se instaló en el cinismo, denegando a los ciudadanos de este país el derecho de participación política.  Los tres grandes partidos, PRI, PAN y PRD acordaron convenientemente que la participación social sólo era posible a través de los partidos políticos, fuera de esos institutos la vía estaba cancelada. El giro de inequidad estaba zanjado, la antidemocracia sembrada, la tela de la corrupción y el clientelismo emplazadas. Si bien en sexenios anteriores el desmantelamiento de los espacios ciudadanos era un proceso sistemático, en el último se consumó como un hecho inexorable  y ni siquiera el reclamo de las familias de las 85 mil víctimas de la violencia fue escuchado.  Desde luego que, este cerrojo fue pensado con dos propósitos específicos. Primero, suscribir a lentos y burocráticos cauces institucionales las quejas ciudadanas, acotando con barandillas judiciales cualquier intento de salirse de esa línea trazada. Segundo, garantizar a los grandes partidos políticos el monopolio de las elecciones, dejando a sus cúpulas la responsabilidad de la administración de los recursos financieros para las campañas políticas en puerta. Y fue precisamente en este año electoral que los efectos deseados de esta escandalosa como infame constricción de los derechos ciudadanos dieron sus frutos, entre otras cosas la reinstalación del cavernario PRI.Si bien el fraude fue un componente de peso a la hora de inclinar la balanza de los indecisos, el proceso de des ciudadanización de la política marcó las pautas determinantes de este inmenso retroceso social.

En medio de este mazacote, el poder -disque acotado- de los medios de comunicación se puso de manifiesto como una propensión viciada, definiendo el resultado de la elección ex ante  con estrategias de mercadeo e inducción de la opinión pública, jugosos contratos millonarios y manipuladas encuestas de opinión a cuya cabeza estuvieron las firmas privadas GEA-ISA y Mitofsky. Pero no terminó ahí la cosa. El conflicto poselectoral ya tiene desde ahora un resultado predecible: pasaran sobre el malestar social imponiendo de facto la opción tricolor dejando de lado el vacío de jure apostado y defendido por las mismas instancias que dicen detentar el COFIPE.

Nadie hubiese pensado que, en medio de esta debacle nacional del panismo y la entrega previsible del poder al gran hermano tricolor,  en Morelos ganaría la gubernatura Graco Rámirez. Pero la verdad es que para que ocurriese tal hecho se conjugaron diversos factores que operaron en la misma dirección de la imposición nacional. Para comenzar,  en Morelos no existe una estructura formal del PRD, de modo que los destinos del partido está sujeto a los caprichos de una dirigencia que ha cooptado todos los recursos provenientes de la federación. Luego, está el hecho de que Graco no es simpatizante de la participación ciudadana, de modo que, en la mayoría de los municipios sustituyó con albazos calculados, los comités ciudadanos del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) para instalar a operadores de su confianza. Por último, desplegó una red clientelar para comprar a líderes y caciques locales con el propósito específico de captar algunos votos, aprovechando  con notable hipocresía simuladora la ola creciente que arrastró tras de sí Andrés Manuel López Obrador.

Algunos factores sociales como el malestar de la sociedad en contra del panismo local representado por el patético Marco Adame, y, el virulento enfrentamiento entre medios locales de comunicación con el priísmo estatal; fueron capitalizados por Graco y sus colaboradores. Sin duda el movimiento social más importante en contra de la estrategia genocida anticrimen del Estado mexicano es el de Javier Sicilia, que a nivel local exhibió al adamismo como una red burocrática de enriquecimiento ilícito, autocomplacencia, clientelismo, ineficacia, corrupción, cinismo y complicidad con los criminales que declaraba combatir. El Movimiento Social por la Paz con Justicia y Dignidad sacó del pasmo a la sociedad morelense al ilustrar desde el dolor el tamaño de la tragedia nacional en poco más de cinco años de política fallida, sacando del olvido institucional a las víctimas de la violencia, mostrando cómo se fabrican estas desde el abandono social y la codicia del poder, reuniendo testimonios y evidencias de la omisión (premeditada, alevosa y con ventaja) de los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal. Recordemos que a Graco Rámirez  jamás se le vio en las manifestaciones de las víctimas y al igual que AMLO, selló con silencio y soberbia cualquier alusión al problema de la violencia,  pero lo que sí hizo es proponer una república de conciliación y concordia, especie de utopía amorosa del perdón y la fraternidad, más ni él ni su partido, ni su corriente chuchista, estuvieron de acuerdo en el empoderamiento de la ciudadanía ni siquiera para reclamar justicia.       

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