Al cuarto para la hora la descomposición alcanza a la totalidad de de las instituciones y revela la parte grotesca del Estado fallido. Si los acuerdos políticos son operados por ineptos solo queda lugar para el intercambio de chantajes judiciales con amplitud de crédito a la impunidad. El osos del sexenio no es el predecible fracazo operativo y las pifias judiciales de la feminisada PGR.
El oso del sexenio es el cinismo que pretende ocultar el fracaso de gestión gubernamental rebajándolo a mero póker de ocasión. En este amargo final de la mediocritas calderónica, la mano oscura del vacio júrídico se moviliza rauda en auxilio de la negociación política, sin importar llevarse entre las cartas marcadas el prestigio de la Secretaria de la Defensa Nacional, hoy convertida en la secretaria del rídiculo castrense. Al final, la obediencia debida al jefe supremo de las fuerzas armadas, es decir el presidente de la república, acarrea la sospecha confirmada de desplegar las armas con la idea de no ganar nada, de hacer la guerra con las patas con el infame propósito de perturbar la balanza de los contrapesos del poder para redistribuir su paridad.
Al cuarto para la hora, la aventura cavernaria de un presidente acosado, quiere acelerar los tiempos para recuperar lo que no se hizo durante más de cuatro años, miserablemente perdidos en el enfrascamiento de un combate declaradamente infructuoso e infiltrado por todos lados. En pánico, la maquinaria del poder se cortocircuita y ahora sí manda un SOS para recuperar rumbo, es decir ofrendar a las élites acuerdos que garanticen su status en lo laboral, lo económico y lo político. Sin embargo la luna de miel desaparece y pese a los devaneos sociales el descontento se acumula desde distintos frentes. La inopia del gabinetazo y su jefe contratista FECAL se manifiesta en momentos en que la mesura y la racionalidad deben ponderar todos y cada uno de los dardos envenenados que lanza el tricolor, y el peligro social que esto conlleva de llegar hasta el fondo en este naufragio: la inmovilidad democrática con un nuevo acceso del dinosaurio a las puertas de lo que para ellos es un libre parque jurásico.
El responsable directo de la debacla nacional es Felipe Calderón Hinojosa, y esa afirmación es cinvención en todos los estratos de la sociedad. Qué lejos estan los tiempos de las declaraciones bélicas, del llamado al gran hermano verde olivo, del desafio abierto, del reto logistico, del supuesto triunfo de las quimeras asesinas para exhibir el cuerpo acribillado de cabecillas y capos venidos a menos. El sexenio de las manos limpias toca a su fin y es primera plana de la nota roja, a siete columnas que reseñan cuatro cuatro años de ineptitud, cuatro años de alianzas con los mismos poderes que impulsan el abandono social y generan la violencia, cuatro años de desactivación de movimientos sociales que hoy despiertan cargando consigo el peso del fracaso gubernamental, cuatro años de gestar más de lo mismo y acabar peor como se comenzó en materia de derecho, justicia y representatividad. Cuatro años perdidos equivalentes en efectos retardatorios a la década perdida de los años ochenta del siglo XX. Cuatro años de fomentar el fortalecimiento de la marea roja de Atlacomulco. Cuatro años de empedrar el camino para que el dinosaurio regrese más corrupto y por tanto más fortalecido. Cuatro años de burla y humor: cuando la historia quiere ser repetida por los presidentes, la caricatura sustituye la realidad trocandosé en algo siniestro.
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