Hay pueblos que saben a miseria, México es uno de ellos. En el ocaso del enano maximato felipista, la descomposición de los politicos sigue con singular alegría en su escalada de porquerías y la continuidad de hacerse los pendejos ante la debacle nacional. Que lejos quedaron esas declaraciones del presidente Felipe I, del delfin sistémico el copetes Peña Nieto y de toda la runfla de achinchincles, en el sentido de que la violencia en México era solo un caso de exageración perceptiva de los ciudadanos. Hoy, la nueva versión, ad hoc al cronómetro electoral, dicta nueva directivas de reconocimiento, rectificación, empatía, y todo lo que se les ocurra a los pontífices de la democracia mexicana para capitalizar el flujo de votos y abstencionismo a favor de sus respectivos partidos. El espectáculo de obcenidades por cuenta de los regenteadores de las llamadas fuerzas vivas de la política, no se detiene en su falta de vergüenza, cinismo y "desopile", mientras el erario pague las cuentas de estilistas maricas, asesores de imagen y el espacio que las televisoras ofrecen a un descarado sobreprecio. Pero la parafernalia de la mediocridad de los políticos no debe distraernos a los ciudadanos del negro escenario que se aproxima: una crisis económica que se ha estado conteniendo con especulación, las medidas de choque que atacará en primera instancia el dinero de los ahorradores de las clases media y marginal, la intensificaciòn de prácticas financieras ilegales y fuera de toda regulación, el incremento de la violencia y el crimen, y finalmente el colapso de los sectores salud y educación administrados por el gobierno. Todo lo anterior augura la turbulencia y la paralisis institucional en el fin de este fallido sexenio. En este momento el Estado calderonista suelta una a una todas los amarras para que el lastrado navío se vaya a la deriva en medio de una tormenta que ya no se puede detener. La irresponsabilidad dle gobierno en la ejecusión de "políticas públicas" concernientes a las seguridad, que son a todas luces contrarias a actos legales, harán sentir sus efectos de demolición del tejido social intensificando la militarización, la arbitrariedad y el "imperio de la ley", teniendo como entorno de despliegue el vacío júridico. Por otro lado, el gabinete fecalista trabaja en el sentido de una salida negociada, para el desmadre social que ellos mismos han provocado. En este sentido se doblan esfuerzos en varias direcciones. Una muy socorrida es el de la reafirmación de las alianzas con líderes alineados y beneficiados por el régimen. Un ejemplo hórrido y grotesco de esas alianzas concertadas por el calderonismo es con la archicorrupta Elba Esther Gordillo, el cual abandona a su suerte la educación pública a cambio de favorcitos multivitáminicos que mejoren el desnutrido músculo de control Estatal. Otra alianza procaz es la del gobierno con la élite empresarial y financiera, haciendo a un lado el mandato de representación democrática. Finalmente es previsible la concertación de una tregua con los señores de las armas y la droga lo que en definitiva introducirá aún mayoir inestabilidad pues Estados Unidos presionará fuertemente al gobierno calderonista ahora que el lider del Cártel de Sinaloa pasó a ser el enemigo número uno de esa nación. Recesión económica, más violencia y descenso de la calidad de vida, es el trípode del apocalipsis que viene.
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