EL
ARTE GRÁFICO DE WERNER KRUSE
Jorge
Antonio Díaz Miranda
11 de enero de 2015
Nueva York es un teatro del progreso. La
ciudad posee una singularidad arquitectónica que la hace única. A más de un
siglo de su fundación por los colonos ingleses, sigue sorprendiendo al mundo su
densidad vertiginosa y el pulso vital de sus innovaciones urbanas. Manhattan,
uno de los distritos más interesantes de New York, es el último escenario donde
se representa el acto de frontera de la civilización occidental y una fábrica
delirante de lo artificial.
Con la explosión demográfica y la invasión de las nuevas
tecnologías, Manhattan se ha convertido, desde mediados del siglo XIX en el
laboratorio de una nueva cultura: la arquitectura de la congestión. Es la isla
donde se materializa el inconsciente colectivo de un modo de vida metropolitano.
Quizá por estas u otras razones, Werner Kruse alías Robinson documentó
pormenorizadamente el Nueva York de los años sesenta y setenta, centrando su
aguda mirada y su no menos incisivo talento en algunos de sus símbolos
culturales más seductores: el anacronismo neogótico de San Patricio, los
lujosos hoteles de Park Avenue, la bolsa de Wall Street, los restaurantes y
peñas musicales hip de Greenwich Village, los vistosos carnavales de China
Town, la policromía del distrito latino de Queens, el antiguo Metropolitan
Opera House, la pista de patinaje del Rockefeller Center, los laberintos y
callejones del Bronx, el industrioso suburbio de Yonkers, Central Park, el
interior del MOMA y de la Radio City Hall, la cristalería de Grand Central
Station, los escaparates de Tiffany´s,
las fachadas de las tiendas comerciales de la Quinta Avenida y el sobrio
apartamento donde vivió hasta el final de sus días John Lennon, las grandes
avenidas con su congestión de rascacielos, Times Square, la perspectiva
portuaria de los ríos Hudson y Este…
En la obra de Kruse no faltan los detalles
que son ordenados por una perspectiva de integración de un mar agitado de
cemento, metal y vidrio. De hecho Nueva York fue el primer libro de
ilustraciones urbanas de Kruse quien lo publicó en el año 1967. En el año 2010
esta obra fue recuperada por la Editorial Electa con el título Nueva York
trazo a trazo. Desde Wall Street hasta Broadway.
La panorámica exploratoria
de Kruse recorre de forma detallada cada retícula de la gran urbe de hierro,
sin pretender interpretar nada sólo describir y establecer un recuento lo más
integrado posible. La fascinación por Nueva York llevó a Werner Kruse (Berlín
1910-1994) por otras ciudades del mundo como París, Tokio, Moscú y Berlín, a
las que retrataría con esmero y paciencia en cerca de 150 mil ilustraciones
minuciosas y precisas.
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