miércoles, junio 30, 2010

EL GENIO LOCO DE SAN PETESBURGO

Las sombras se extienden en el barrio de los mercados y Fiodor apresura sus pasos hacia la cercana Iglesia de Vladimir. Nadie más que él transita por las calles pero siente la cercanía de los perseguidores que han perturbado su sueño... en la noche cuando todo parece conprimirse contra su pobre persona. El loco genial desea la paz de la música y la serena liviandad de permanecer sin sufrir, de caminar sin dejar huella en la hierba, de soñar o estar despierto sin el peso de quimeras que se ríen a carcajadas de las palabras que se mueren en su mente que se apaga. Fiodor huye de la vida y se acerca a una siniestra oscuridad. El dolor no cesa en sus oleadas incesantes y San Petesburgo le parece ahora un gigantesco mausoleo de tiempos olvidados y viejos mundos desaparecidos. La sangre sale de su garganta y él siente sofocarse en el ahogo de lágrimas y enfermedad que le oprimen el alma. El fugitivo huye hacias las sombras. No se da cuenta a donde va pero presiente las campanadas fúnebres del fin. Huye sin pretender escapar, huye sin consuelo, huye sin esperar la absolución. Al amanacer las campanas de iglesia de Vladimir callan y él también. Es el año 1881.        

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