Atlás fotográfico de la Primera Guerra Mundial, 1916, Lyon Francia.
EL REINO DE LA OSCURIDAD
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
El 22 de marzo de 1914 era inminente su partida al frente de batalla. Había tomado tres clases de provisiones: terminar sus estudios de lengua y literatura en la Universidad de Oxford, casarse con Edith y prepararse en el servicio especializado de telecomunicaciones en el 19° batallón de Fusiliers.
El 04 de junio partió al frente de batalla situado en Francia, al llegar su regimiento fue movilizado al campamento en 'Etaples, donde él y otros fueron transferidos al 11° batallón. Al fin el 27 de junio partió hacía la "tierra de nadie" en un largo y angustiante viaje de más de 36 horas bordeando el Somme hasta Amiens. Sin saberlo se aproximaba a uno de los escenarios más sangrientos de la Gran Guerra: la temible división de líneas a lado de las cuales cada ejército se posicionaba dentro de un intrincado sistema de trincheras.
Los mandos de Francia e Inglaterra movilizaban un gran contingente de efectivos y materiales para lanzar hacía 1° de julio una gran ofensiva que se había planeado tiempo atrás, y que desgraciadamente se iba retrazando por la aparición de lo temibles cañones de 20 milímetros que poseían los alemanes capaces de evaporar el blindaje de los carros de combate. Para este asalto conjunto los británicos cubrirían 24 kilómetros y los franceses 37 kilómetros., al norte y el sur del Somme. Durante las últimas semanas la artillería de los aliados había sometido a los alemanes a un bombardeo masivo haciendo una demostración del potencial material al arrojar millón y medio de proyectiles. La Guerra Total de Materiales había comenzado. Cada una de las posiciones defensivas de la línea Sigfrido hacia el sur y el norte del tramo correspondiente a Somme recibió una lluvia de fuego y plomo como para fundir tres veces a los hombres que resistían sepultados en sus frágiles refugios, es decir unos 250 mil efectivos. El 2 de julio llovía y los pasos y caminos se hallaban anegados, los transportes de la artillería aliada estaban detenidos en varios puntos porque los neumáticos se atascaban. Así una larga fila de varios kilómetros de hombres y artefactos luchaban por avanzar y cada metro constituía un esfuerzo extra que amenazaba con agotar toda posibilidad de sorpresa.
Con todo en contra, hacía las 7:30 de la mañana del 2 de julio se liberó la orden de avance inmediato y las tropas de asalto destruyeron las primeras alambradas de demarcación, después penetraría la caballería y en seguida los cuchilleros encargados de rematar a los heridos graves tanto de su bando como del enemigo. Sin embargo en los hechos la ofensiva falló en varios puntos clave, pocos regimientos cumplieron la orden de avanzar, el apoyo de la artillería fue en todo momento un obstáculo mayúsculo, y los francotiradores alemanes se cebaron en un festín de sangre con la salea de infantes que eran atrapados por los obuses de su propia artillería y la mortífera puntería de los fusileros enemigos. Las malas noticias se propagaron como una onda de choque que hirió de muerte todas las expectativas del alto mando, apenas un kilómetro de avance consumió tanto hombres y materiales como para que a mediados de julio no quedara nada más que mortajas y túmulos.
No hubo descanso, no hubo tiempo para curar las heridas, a su unidad militar le ordenaron entrar en acción casi inmediatamente. Así, el joven especialista de telecomunicaciones se vio envuelto en la primera intervención directa en una operación selecta con objetivos de primera...al llegar se le ordenó al joven recién graduado de la Universidad de Oxford, aguardar con su escuadrón detrás de las trincheras de comunicación y apoyar a las trincheras de apoyo y la Trinchera de Fuego que era la primera al frente donde tenían lugar los enfrentamientos de las infanterías. Así transcurrieron 2 meses, a la intemperie, sin protección alguna, no perdiendo de vista ningún ángulo de la Torre Oscura, un emplazamiento de hormigón de 4 metros de altura que resguardaba a los vigías alemanes. Cada noche su escuadrón tenía que garantizar la conservación de las líneas de comunicación en un área de 100 x 50 mts. Todos los camaradas fueron asesinados, excepto el joven que comenzaba a presentar síntomas de fatiga y psicosis de guerra por el hambre, la sed y el nulo dormir. La disentería y el cólera rondaban su salud pues las condiciones precarias de las trincheras amontonaban cada día podredumbre por los excrementos de hombres y roedores enormes más los cuerpos de heridos y muertos que cada día eran más.
Bajo los efectos de una presión extenuante el joven combatiente adquirió como muchos la "fiebre de las trincheras" que se ensañó con él y parecía que lo iba a matar. Finalmente el 8 de noviembre fue embarcado hacía Inglaterra diagnosticado como "enfermo grave, imposibilitado para ampliar su estancia en el servicio del frente occidental". Tres meses después su salud fue reestableciéndose pero las secuelas del combate duraría mucho tiempo más. sin quererlo se había salvado del Somme, el pudridero por excelencia de los ejércitos involucrados en la Primera Guerra Mundial que en un sólo día y tras el avance de un par de kilómetros se cobró 81,700 efectivos.
El joven esposo, profesor recién graduado de la Universidad de Oxford y especialista en telecomunicaciones, que se había salvado del horror, era, J. R. R. Tolkien creador de la mitología de la Tierra Media y autor de la más extraordinaria saga de libros jamás escrita: El Silmarilión, el Hobbit y El Señor de los Anillos.
El 04 de junio partió al frente de batalla situado en Francia, al llegar su regimiento fue movilizado al campamento en 'Etaples, donde él y otros fueron transferidos al 11° batallón. Al fin el 27 de junio partió hacía la "tierra de nadie" en un largo y angustiante viaje de más de 36 horas bordeando el Somme hasta Amiens. Sin saberlo se aproximaba a uno de los escenarios más sangrientos de la Gran Guerra: la temible división de líneas a lado de las cuales cada ejército se posicionaba dentro de un intrincado sistema de trincheras.
Los mandos de Francia e Inglaterra movilizaban un gran contingente de efectivos y materiales para lanzar hacía 1° de julio una gran ofensiva que se había planeado tiempo atrás, y que desgraciadamente se iba retrazando por la aparición de lo temibles cañones de 20 milímetros que poseían los alemanes capaces de evaporar el blindaje de los carros de combate. Para este asalto conjunto los británicos cubrirían 24 kilómetros y los franceses 37 kilómetros., al norte y el sur del Somme. Durante las últimas semanas la artillería de los aliados había sometido a los alemanes a un bombardeo masivo haciendo una demostración del potencial material al arrojar millón y medio de proyectiles. La Guerra Total de Materiales había comenzado. Cada una de las posiciones defensivas de la línea Sigfrido hacia el sur y el norte del tramo correspondiente a Somme recibió una lluvia de fuego y plomo como para fundir tres veces a los hombres que resistían sepultados en sus frágiles refugios, es decir unos 250 mil efectivos. El 2 de julio llovía y los pasos y caminos se hallaban anegados, los transportes de la artillería aliada estaban detenidos en varios puntos porque los neumáticos se atascaban. Así una larga fila de varios kilómetros de hombres y artefactos luchaban por avanzar y cada metro constituía un esfuerzo extra que amenazaba con agotar toda posibilidad de sorpresa.
Con todo en contra, hacía las 7:30 de la mañana del 2 de julio se liberó la orden de avance inmediato y las tropas de asalto destruyeron las primeras alambradas de demarcación, después penetraría la caballería y en seguida los cuchilleros encargados de rematar a los heridos graves tanto de su bando como del enemigo. Sin embargo en los hechos la ofensiva falló en varios puntos clave, pocos regimientos cumplieron la orden de avanzar, el apoyo de la artillería fue en todo momento un obstáculo mayúsculo, y los francotiradores alemanes se cebaron en un festín de sangre con la salea de infantes que eran atrapados por los obuses de su propia artillería y la mortífera puntería de los fusileros enemigos. Las malas noticias se propagaron como una onda de choque que hirió de muerte todas las expectativas del alto mando, apenas un kilómetro de avance consumió tanto hombres y materiales como para que a mediados de julio no quedara nada más que mortajas y túmulos.
No hubo descanso, no hubo tiempo para curar las heridas, a su unidad militar le ordenaron entrar en acción casi inmediatamente. Así, el joven especialista de telecomunicaciones se vio envuelto en la primera intervención directa en una operación selecta con objetivos de primera...al llegar se le ordenó al joven recién graduado de la Universidad de Oxford, aguardar con su escuadrón detrás de las trincheras de comunicación y apoyar a las trincheras de apoyo y la Trinchera de Fuego que era la primera al frente donde tenían lugar los enfrentamientos de las infanterías. Así transcurrieron 2 meses, a la intemperie, sin protección alguna, no perdiendo de vista ningún ángulo de la Torre Oscura, un emplazamiento de hormigón de 4 metros de altura que resguardaba a los vigías alemanes. Cada noche su escuadrón tenía que garantizar la conservación de las líneas de comunicación en un área de 100 x 50 mts. Todos los camaradas fueron asesinados, excepto el joven que comenzaba a presentar síntomas de fatiga y psicosis de guerra por el hambre, la sed y el nulo dormir. La disentería y el cólera rondaban su salud pues las condiciones precarias de las trincheras amontonaban cada día podredumbre por los excrementos de hombres y roedores enormes más los cuerpos de heridos y muertos que cada día eran más.
Bajo los efectos de una presión extenuante el joven combatiente adquirió como muchos la "fiebre de las trincheras" que se ensañó con él y parecía que lo iba a matar. Finalmente el 8 de noviembre fue embarcado hacía Inglaterra diagnosticado como "enfermo grave, imposibilitado para ampliar su estancia en el servicio del frente occidental". Tres meses después su salud fue reestableciéndose pero las secuelas del combate duraría mucho tiempo más. sin quererlo se había salvado del Somme, el pudridero por excelencia de los ejércitos involucrados en la Primera Guerra Mundial que en un sólo día y tras el avance de un par de kilómetros se cobró 81,700 efectivos.
El joven esposo, profesor recién graduado de la Universidad de Oxford y especialista en telecomunicaciones, que se había salvado del horror, era, J. R. R. Tolkien creador de la mitología de la Tierra Media y autor de la más extraordinaria saga de libros jamás escrita: El Silmarilión, el Hobbit y El Señor de los Anillos.
1 comentario:
Vaya hazaña del joven Tolkien, en la 1ª guerra, debe haberse dado entre sus adeptos, un cierto hálito del espíritu que animaba a los paladinos de las cortes europeas. (Por lo menos mis abuelos, que en ella combatieron, tenían algo de este orgullo que los animaba en las batallas. De niña, ellos eran mis héroes, ahora dudo mucho de estas motivaciones, tal vez hay que ser hombre para entender el porqué sea una prueba de valentía luchar y morir en una batalla). Ahora tal aliciente se ha perdido definitivamente tras la 2ª guerra mundial. De tal manera que las obras maestras de la literatura fantástica moderna de este autor, deben tener algo de esta nostalgia por los tiempos de los heroicos caballeros de “la tavola rotonda”…
Pero, ilústrame tú, si hay algún vínculo entre la experiencia de guerra de Tolkien y sus fantásticas historias…
Marina Julia
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