JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
El 24 de marzo de 1999 la OTAN y los Estados unidos liberan el infierno sobre Yugoslavia, con el pretexto cansino de detener la disputa entre serbios y albano kosovares. El bombardeo duró 79 días con más de 15 mil ataques y millones de toneladas de explosivos de distintos tipos sobre todo de rácimo, fosfóro y uranio empobrecido. Los golpes del bombardeo se dirigieron contra fábricas, armerías, puentes, caminos, edificios públicos, redes de telecomunicación, agua potable y alcantarillado, centrales eléctricas, y colateralmente se afectó a escuelas, hospitales, universidades y bibliotecas. El Río Ivar, frontera entre Servia y Kosovo fue contaminado con materiales pesados, metales e hidrocarburos que tardarán siglos en desintegrarse. Despúes de más de 10 años nadie ha podido establecer el sentido de una ofensiva de tal magnitud, sobre todo si se considera que la matanza entre serbios y cosovares jamás sse detuvo, y que después de los bombardeos de saturación de la OTAN el ejército yugoslavo quedó imposibilitado para operar y detener las masacres que sobrevendría. Estados Unidos tampoco pudo evitar ni siquiera con su liderazgo manifiesto, las 150 mil víctimas que se cobrarón las minas antipersonales que los serbios sembraron en los caminos de acceso a Kosovo. La ONU también fracasó con su torpe intervención para detener a los señores de la guerra Arkan y sus tigres fanáticos del equipo de futbol sóccer Estrella Roja de Belgrado. En el papel más humillante que han tenido los europeos occidentales desde la Segunda Guerra Mundial asistieron pasivos a la destrucción de una nación y fueron cómplices de todos los errores que se cometieron y que cobraron la vida de más de un millón de personas. Nada evitaría la sangrienta desintegración de Yugoslavia, todos estaban interesados en asistir al gran negocio de armas, seres humanos y drogas y bienes mobiliarios, para acaparar las mejores ganancias y dejar una vez más que todo siguiera peor. Hasta la fecha ningún argumento sirve para justificar que en pleno siglo XX un país retornará a la edad media, pero en el fondo la rapaz lógica del mercado es lo que queda de manifiesto: la guerra como negocio, la posmodernidad que requiere la sangre para que la máquina del sistema siga funcionando. La cuartada perfecta de occidente fue evitar un nuevo holocausto racial pero nada detuvo a Milosevic, ni tampoco a los fundamentalistas, y menos la violencia de los aliados de la OTAN a la hora de agravar un conflicto entre grupos étnicos históricamente enfrentados.
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