WHEN THE ILUSION OVER
Jorge Antonio Díaz Miranda
Junio
2014
Justo en los últimos quince
minutos de juego la carroza se hizo calabaza. Los magníficos corceles árabes se
trocaron en ratones de granero. La infiel y voluble hada del fútbol, abandonó la fastuosa charchina que nos llevaba a la gloria. Pero a los once cenicientos de Miguel Herrera
se les arrebató la historia. Sí. Las perversas inercias
volvieron. Líneas desordenadas que renunciaron a la posesión del balón.
Replegarse dejando a los holandeses la iniciativa ofensiva. Desconcentrarse en
un momento crítico y abrir un boquete en el muro defensivo. Desesperarse y
provocar letales jugadas aéreas a balón parado. Un penal que no fue, pero las
erratas arbitrales siempre serán un riesgo adicional cuando dejas que
delanteros de experiencia, como Robben, jueguen la mayor parte del tiempo en tu
área defensiva. Poco a poco, pero inexorablemente, la ilusión de los
espectadores fue decayendo, cuando todo mundo se dio cuenta que Holanda adelantó
líneas y los nuestros caían presas de la desesperación y la impotencia. Esta
vez, creo, ni Miguel Herrera ni su onceava selecta, leyeron correctamente lo
que se les estaba fraguando: el ímpetu de la naranja mecánica estaba siendo maliciosamente
dosificado, para liberar casi al final una onda expansiva que le apagó a todo
un país la frágil llama del furor. Tres minutos de tempestades de acero
hicieron que el castelazo fuera consumado para que México requiescat
in pace. La
mala fortuna nunca suele avisar de su llegada. Pero cuando llega es una guadaña
que no tiene compasión. Las facturas del pasado se cobraron puntualmente a un
equipo que había librado con mucha dignidad épicas batallas con la endeble Camerún, los huecos
anfitriones brasileños y los croatas que se pasaron de bobalicones. En uno de
los pases a octavos de final mejores de la historia. Sin embargo, otra vez, por
razones del pasado se vuelve a quedar en el camino la ilusión de trascender.
Pero, con todo, queda mucho todavía por rescatar y reconocer. La continuidad de
Miguel Herrera es una buena noticia. El despertar de Giovanni Dosantos es otra.
La nueva generación con Héctor Herrera a la cabeza, promete horizontes prometedores. Guillermo
Ochoa ha confirmado que es un gran portero y su graduación en copa del mundo no
podía ser mejor. Lástima que Rafael Márquez, Andrés Guardado y otros de su
edad, se están casi despidiendo. Miguel “Piojo” Herrera supo conjuntar la
experiencia y el debut, sacando lo mejor de cada parte. Y a pesar de que los
mares de tinta que se han escrito para responder por qué perdimos como siempre
jugando tan bien, los caminos de la derrota no se pueden desandar. No se puede
invertir la realidad anteponiendo una multitud de “hubieras”. Las cosas son así
y pudieron ser mejores, pero simplemente ya no se pudo ir más allá de lo que ya
fue. Lo peor es que las circunstancias que nos llevaron a la eliminación
tocaron los cojones de una forma poco amable e irredenta. Me quedo con
los momentos inolvidables, con la gran emoción personal que me causó esta
selección mexicana con la mano –inesperadamente- combativa e inteligente de su
DT.
Posdata. El caso de Brasil
es patético. Cuando ganar es una situación de Estado el futbol padece una
hambruna de creatividad y goce. Colombia de exportación, juego elegante,
contundente, coherente, pinta para mucho más. Costa Rica bailando y cantando
pasa sobre la grata y admirable selección de Grecia. El camino de Holanda es de
mármol veteado para llegar directamente a la final y coronarse. Vamos a ver qué
dice Costa Rica.
Posdata 2. Se terminó el pretexto para que los honorables legisladores sigan en la ñoña de posponer su nimio trabajo (¿?). Ya no hay selección de por medio y la distracción terminó.
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