martes, junio 10, 2014

STAR TREK INTO DARKNESS



STARK TREK
INTO DARKNESS


¿UN MANIFIESTO MORAL
EN CONTRA DE LA GUERRA?


Jorge Antonio Díaz Miranda
Junio 2014


Hace tanto tiempo se ha considerado que el cine de ciencia ficción no tiene por qué aportar una visión de la realidad actual del mundo, y por ello su formato, la mar de las veces, se conforma por una colección de superficialidades, anécdotas insulsas, parafernalia sangrienta, humanoides asesinos y protagonistas lunáticoscon personalidades famélicas o disfuncionales…Afortunadamente nada de ello se repite en la reedición más reciente de la saga Star Trek. Con un argumento intenso y actuaciones ad hoc, la historia de la flota estelar transcurre entre la exploración pacífica de sistemas planetarios poco desarrollados y el vuelco inesperado con sentido bélico que revela los planes encubiertos del comandante supremo de las flota. Lo mejor no está en los impresionantes efectos, que funcionan esta vez como el marco de un inteligente alegato contra la guerra cuando sus bases son inmorales y sus intenciones alevosas. En medio de un complot secreto, el capitán Kirk se debate entre el deber, el honor y la fidelidad, y los signos inequívocos de una mente oscura que prepara en secreto una guerra largamente planeada, recurriendo a una criatura del pasado que fue modificada genéticamente para comportarse como un guerrero de dotes especiales, que rebasan en capacidad, inteligencia y fuerza a los expertos tripulantes de la legendaria Interprise. Khan es el nombre de la criatura y no podemos dejar de notar su alusión a uno de los más aguerridos comandantes de la historia, el jefe mogol que arrasó los lindes de Europa en el siglo XIII. En secreto el comandante supremo de la flota estelar revivió a Khan para apoderarse de su inteligencia, especialmente notable en el diseño de sistemas de armas avanzadas cuyo impacto es letal, de exterminio masivo. Estas habilidades serán empleadas para atacar al planeta Klingon, adversario de las empresas de la humanidad del futuro, raza de pilotos y navegantes entrenados para liberar el infierno con un poder de fuego estremecedor. No obstante la justificación, ellos serán atacados sin previo aviso y es aquí donde entra el intelecto del consejero de Fragata, Spock el ingeniero que a través de la lógica y la observación atenta de la conducta de los hombres deduce intenciones inmorales en el inicio de las hostilidades, sobre todo de todas aquellas violaciones flagrantes a las convenciones de paz y resolución de conflictos manteniendo en todo momento un canal de comunicación y advertencia del enemigo. El desenlace y los detalles son inesperados, pero bien articulados al argumento general. Las acciones de violencia fueron cuidadas al detalle por el director que no escatimó efectos para armar con elocuencia cinematográfica un argumento creíble e inteligente. Es una de las pocas películas que sin desaprovechar recursos inmensos de producción y presupuesto, tuvo la elogiosa intención de decir algo, de sugerir algo, de significar algo, más allá del efímero entretenimiento: el poder nunca tendrá ninguna justificación en su alevosía, premeditación o ventaja bélica. La traición con buenas intenciones es inmoral. La guerra sin previo aviso debe ser considerada una acción criminal. La condena sin un juicio es un ejercicio de soberbia que devalúa la justicia en pos de un aparato legal represivo y corrupto. Creo que estas sugerencias hacen pensar que el director leyó con puntualidad a John Dewey, Michael Walser, Hilary Putnam, Ernst Jünger, José Miguel Estaban Cloquell, Dorion Sagan, Immanuel Wallerstein, Noam Chomsky, Rolf Uesseler, Jörg Friedrich, Michael Ignatieff, W. Sebald y muchos otros demócratas liberales, quienes en la actualidad, han abierto un amplio y profundo debate sobre la categoría moral de la guerra desde el nivel de las víctimas colaterales, el dolor, los daños ecológicos y la desigualdad social.



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