INTO
DARKNESS
¿UN
MANIFIESTO MORAL
EN
CONTRA DE LA GUERRA?
Jorge
Antonio Díaz Miranda
Junio
2014
Hace tanto tiempo se ha
considerado que el cine de ciencia ficción no tiene por qué aportar una visión
de la realidad actual del mundo, y por ello su formato, la mar de las veces, se
conforma por una colección de superficialidades, anécdotas insulsas,
parafernalia sangrienta, humanoides asesinos y protagonistas lunáticoscon personalidades
famélicas o disfuncionales…Afortunadamente nada de ello se repite en la
reedición más reciente de la saga Star Trek. Con un argumento intenso y
actuaciones ad hoc, la historia de la flota estelar transcurre entre la
exploración pacífica de sistemas planetarios poco desarrollados y el vuelco
inesperado con sentido bélico que revela los planes encubiertos del comandante
supremo de las flota. Lo mejor no está en los impresionantes efectos, que
funcionan esta vez como el marco de un inteligente alegato contra la guerra
cuando sus bases son inmorales y sus intenciones alevosas. En medio de un
complot secreto, el capitán Kirk se debate entre el deber, el honor y la
fidelidad, y los signos inequívocos de una mente oscura que prepara en secreto
una guerra largamente planeada, recurriendo a una criatura del pasado que fue modificada
genéticamente para comportarse como un guerrero de dotes especiales, que
rebasan en capacidad, inteligencia y fuerza a los expertos tripulantes de la
legendaria Interprise. Khan es el nombre de la criatura y no podemos dejar de
notar su alusión a uno de los más aguerridos comandantes de la historia, el
jefe mogol que arrasó los lindes de Europa en el siglo XIII. En secreto el
comandante supremo de la flota estelar revivió a Khan para apoderarse de su
inteligencia, especialmente notable en el diseño de sistemas de armas avanzadas
cuyo impacto es letal, de exterminio masivo. Estas habilidades serán empleadas
para atacar al planeta Klingon, adversario de las empresas de la humanidad del
futuro, raza de pilotos y navegantes entrenados para liberar el infierno con un
poder de fuego estremecedor. No obstante la justificación, ellos serán atacados
sin previo aviso y es aquí donde entra el intelecto del consejero de Fragata, Spock el ingeniero que a través de la lógica y la observación atenta de la conducta
de los hombres deduce intenciones inmorales en el inicio de las hostilidades,
sobre todo de todas aquellas violaciones flagrantes a las convenciones de paz y
resolución de conflictos manteniendo en todo momento un canal de comunicación y
advertencia del enemigo. El desenlace y los detalles son inesperados, pero bien
articulados al argumento general. Las acciones de violencia fueron cuidadas al
detalle por el director que no escatimó efectos para armar con elocuencia
cinematográfica un argumento creíble e inteligente. Es una de las pocas
películas que sin desaprovechar recursos inmensos de producción y presupuesto,
tuvo la elogiosa intención de decir algo, de sugerir algo, de significar
algo, más allá del efímero entretenimiento: el poder nunca tendrá ninguna justificación
en su alevosía, premeditación o ventaja bélica. La traición con buenas
intenciones es inmoral. La guerra sin previo aviso debe ser considerada una
acción criminal. La condena sin un juicio es un ejercicio de soberbia que
devalúa la justicia en pos de un aparato legal represivo y corrupto. Creo que
estas sugerencias hacen pensar que el director leyó con puntualidad a John
Dewey, Michael Walser, Hilary Putnam, Ernst Jünger, José Miguel Estaban
Cloquell, Dorion Sagan, Immanuel Wallerstein, Noam Chomsky, Rolf Uesseler, Jörg
Friedrich, Michael Ignatieff, W. Sebald y muchos otros demócratas liberales, quienes
en la actualidad, han abierto un amplio y profundo debate sobre la categoría
moral de la guerra desde el nivel de las víctimas colaterales, el dolor, los
daños ecológicos y la desigualdad social.
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