martes, octubre 23, 2012

AMO Y CRIADO (1895)



AMO Y CRIADO (1895)
LEV NIKOLÁYEVICH TOLSTOI Y EL REALISMO*

*Lev N. Tolstoi, Amo y Criado, Traducción de Nieves Pinilla, Editorial Z, Col. “Se hace Camino al Andar”,  Madrid 1973

El restablecimiento del hombre perdido, como idea de inspiración y creación estética,  fue formulada por Víctor Hugo en su extensa novelística, pero de forma particularmente aguda  en dos de sus obras, Les miserables (1862) y  L´homme qui rit (1869). Ahí se argumentaba la rehabilitación social de los proscritos dentro de una visión social amplia, que tendía puentes de comprensión y compasión hacia los sectores marginados de la sociedad,  como materialización de una especie de sistema moral con aspiraciones de consenso y aceptación universales. En esa orientación se alinearon las obras de otros importantes novelistas e intelectuales de toda Europa, como Émile Zolá, Alejandro Dumas, Heinrich Ibsen, Oscar Wilde, Anton Chejov, Máximo Gorki, Fiodor Dostievsky y el príncipe León Tolstoi. La declaración de los Derecho Universales del Hombre no hizo más que reforzar esta idea aunque la orientación política y social dominantes iba en otro sentido, impulsado por el choque de la modernidad industriosa y el anacronismo de ancianos imperios que a duras penas sobrevivían en Europa central y Rusia; creando nuevas tensiones sociales, sumadas a las ya existentes, que provocarían el estrujante final de los frentes de batalla en Crimea y otros lugares, preludio de la ruina tras las grandes conflagraciones  futuras y la disgregación.

El siglo XIX en Rusia fue el siglo de oro de su literatura, verdadera revolución literaria y florecimiento de una estética de las letras, encabezada por hombres como los ya mencionados Chejov, Gorki, Dostoievsky y Tolstoi, a los que se agregarían otros gigantes como Lermontov, Pushkin, Afanasiev, Gógol. 

El príncipe León Tolstoi tomó para sí el desafío intelectual de enriquecer y adaptar para Rusia la idea revolucionaria de Víctor Hugo,  retomando la rica herencia mística de la iglesia ortodoxa y el sufrimiento de los campesinos, quienes se debatían entre las garras crueles de la aristocracia y el zarismo de los últimos Romanov. Los personajes que emergen de su extensa novelística son íconos característicos de la Rusia de su tiempo, y muchas veces son un retrato de la vida misma del escritor, quien solía huir de su refinada vida aristocrática recorriendo el extenso país para conocer la triste realidad de los campesinos, convirtiéndola en tropos de una literatura profunda y humanística.

Amo y Criado fue escrita por Tolstoi en el año 1895. La idea de este relato le fue sugerida durante un viaje que realizó a la provincia de Riazán, en la época del hambre, en cuyo remedio tomó parte. Los dos personajes centrales de la novela ilustran las condiciones sociales contrapuestas en la Rusia finisecular. El amo es un hombre inmensamente rico y déspota, que hace su fortuna timando, aprovechándose y estafando a sus sirvientes con un sistema de trabajo esclavo que nunca termina de ser suficiente para satisfacer sus exigencias.  Por el contrario, El criado es pobre en todo sentido,  nada tiene, nada quiere, sin embrago está dotado de paciencia y sentido común, que le hace darse cuenta de la situación y de las triquiñuelas del poderoso amo para quien trabaja. Ambos se encuentran en solitariamente unidos durante una borrasca del duro y frío invierno ruso y justo ahí se revelan las diferencias de carácter. El amo piensa en sus propiedades mientras el criado espera y se inmoviliza para no perder el poco calor de su cuerpo. El amo lucha una y otra vez para alejar la sombra siniestra de la muerte por congelamiento que los acecha a ambos. Quiere huir dejando a su criado a mercede de los elementos. Vuelve ante la imposibilidad de la última empresa y al ver la realidad que se viene medita y se arrepiente, tratando de enmendar su necio egoísmo que condenó a ambos a una muerte inexorable. Trata de salvar a su criado poniéndose el mismo encima del cuerpo entumecido… El desenlace es un gesto esperanzado en el hombre que en los últimos momentos de su vida es capaz de limpiar sus errores con una entrega definitiva y última.

Dicen que esta obra, al igual que La Muerte de Ivan Ilitch escrita también por Tosltoi, es un retrato autobiográfico del príncipe fugitivo, quien efectivamente moriría años más tarde, solitariamente, en una sala de espera de una estación de tren en medio de un crudo invierno.