miércoles, marzo 26, 2008

A LA SOMBRA DE UN OSCURO BOSQUE


A LA SOMBRA DE UN OSCURO BOSQUE


JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA

2008
Bajo los árboles, recostado, paso el día/
escuchando dentro de mi la síbila de días /
que han sido, que son y los que están por venir/
escuchando eso que no tuve el coraje de ser/
en la oscuridad de un bosque destrozado/
escuchando una voz amorosa que me llama/
desde la soledad que se anuncia/
escuchando...

cerca de la montaña, en la mañana/
cuando los rayos del sol despuntan de un ramo de nubes/
para herir la oscuridad que me habita/
el látir de un corazón desojado/
que se agita en una jaula de hojas secas/
el murmullo del pensamiento que se agota/
la sinrazón de una razón partida en dos/
la carne abierta por la desolación/
de un estar sin estar o bien/
de un estar aquí deseando estar en otra parte/
y de estar en esa otra parte deseando estar aqui/
escuchando...

cómo la sangre se vierte hacía las contradicciones/
el silencio que no cabe en esta mañana luminosa/
la risa de mi hijo que no cabe en esta sensación de huida/
la dicha que se amarga hasta envenenar el alma/
el amor cuyo cadavér luce destrozado/
y la casa vacía, sin vida, sin color/
sobre todo en la noche cuando los fantasmas se agolpan/
y muestran las facturas de su desaparición/
escuchando...

cómo el futuro se va de las manos/
cómo la esperanza abandona mi alma/
hasta el pecho con la daga del dolor/
hasta la raíz con los pies destrozados/
de un falso ídolo de barro/
escuchando...

me quedaré escuchando hasta el fin/
todo lo que no he sido/
todo lo que se ha ido/
toda esa gente que ha quedado en el camino/
todos los días en que la promesa de lo mejor se ha detenido/
todo lo que he perdido/
por todo lo que he ganado/
en un intercambio desigual de sinsentidos/
hasta el fin...escuchando/

miércoles, marzo 19, 2008

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (10)

Fotografìa aérea de la ciudad alemana de Dresde, después de los bombardeos aliados de noviembre de 1942, procedencia AP.



MÉTODO CIENTÍFICO PARA INCENDIAR CIUDADES ALEMANAS EN 1942


JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA

2008


Hacía finales del fulgurante y combativo año de 1941, el Comando Central responsable de los bombardeos a las ciudades del Tercer Reich admiten por fin que sus acciones han logrado, pese a su densidad, muy pocos efectos significativos para quebrar la moral de la Alemania Nacional-Socialista. Por tanto, concluye, se requiere una nueva concepción y sobre todo un método de precisión -inexistente hasta ese momento-, para conseguir con un mínimo de recursos el mayor daño posible. Bomber Comand* no está satisfecho con los resultados obtenidos y veía cómo día a día los esfuerzos para el despliegue de operaciones se estrellan con las defensas antiaéreas alemanas y con las "ciudades de hierro" que resisten una y otra y otra vez los bombardeos. El principio de la superioridad industrial ya no es por si mismo una base sólida de operación, se requiere además de una racionalidad que evalué objetivamente, basado en datos reales, el impacto efectivo de los raids. Por estas razones la Royal Navy solicita a la representación de su Majestad la intervención de ingenieros químicos en las actividades de investigación, planeación estratégica e instrumentación de operaciones, que asesoren al Alto Mando británico en cuanto a los métodos más eficaces para quebrar la ecúmene hitleriana.

Los ingenieros comienzan por establecer un inventarios de los tipos de bombas utilizadas y encuentran tres tipos distintos que son predominantes en la ofensiva: bombas de fragmentación con poco material explosivo y una sobrecarga de metal en su extructura de acorazamiento, las minas explosivas cuya cubierta es una lámina fina y su material explosivo es altamente concentrado, y la bomba incendiaria de racimo. Estos últimos artefactos incendiarios se venían utilizando para iluminar grandes porciones de superificie para que los aviones de seguimiento de la RAF fotografiarán los efectos de los otros tipos de bomba.

Acto seguido los ingenieros solicitaron fotografías aéreas estereométricas de las principales ciudades alemanas para poder elaborar planos y establecer con ello sus principales características geográficas, topográficas y urbanas. Los esfuerzos de los especialistas se orientaban en última instancia a establecer la ubicación de edificios de gobierno, hospitales, escuelas, zonas habitacionales, puentes, canales y fábricas.

Por último se hicieron ensayos con una combinación de artefactos explosivos e incendiarios para establecer la mejor proporción, es decir, aquella que causara el mayor daños posible. Para esto los ingenieros estudiaron minuciosamente la distribución de las ciudades alemanas y encontrarón un crecimiento del centro hacía la periferia, es decir, el primer cuadro de las ciudades era más antiguo que las periferias, por tanto hacia el centro se observaban zonas densamente pobladas, calles pequeñas y edificios cercanos unos de los otros...en cambio en la periferia este patrón desordenado desaparecía, había más espacio. Otro factor que fue estudiado es el material con el que están construidos los edificios de la zona densa, se encontró que en su mayoría los edifios tenían techos de barro y materiales ligeros. Además, en el interior, había en su mayoría muebles de madera, cortinas de lino y libros, es decir más material combustible. Otros aspectos considerados fueron los materiales pesados sobre todo el hormigón de puentes, estaciones de trenes, canales de distribución, centrales eléctricas y las fuentes de agua que surtían cada ciudad. Finalmente se diseñaron distintas rutas para la propagación de ondas expansivas supersónicas y de propagación potencial del fuego, buscando establecer una comparación de índices de destrucción.

Las conclusiones a las que llegaron los ingenieros fueron las siguientes: que los explosivos podían causar un máximo de daño estructural pero definitivamente ninguno ahí donde hubiese refugios antiaéreos, sótanos y emplazamientos blindados del ejército alemán (1), que debería de buscarse un daño múltiple que fuese al mismo tiempo duradero y de impacto, ninguna incursión terrestre tendría exito si antes desde el aire no se aseguraba la supremacia aérea (3), y finalmente que las ciudades alemanas tendrían que ser incendiadas desde el aire utilizando al máximo una ténica de propagación aprovechando la concentración de materiales inflamables en edificios antiguos y zonas densamente pobladas (4).

Así, las características de las ciudades alemanas dieron pie a toda una técnica de disposición de los explosivos: este debería arder durante un lapso de 38 minutos en torno al punto de impacto, en seguida los materiales incandescentes de la bomba deben de propagarse e incendiar los materiales de que está hecho el edificio y luego, superar el obstáculo de la calle para apropiarse de otros edificios, y así hacer daño a un área extensa. El calcular la velocidad de progación, posibles trayectorias y establecer indíces de vulnerabilidad compete a matemáticos, especialistas en estadística. El cálculo de la proporción de los elementos inncendiarios en la mezcla de ignición corresponde a los ingenieros químicos.

A finales de junio de 1942 el nuevo método de bombardeo aéreo estaba listo y se trataba de una combinación letal: por un lado el poder destructivo de la mina explosiva capaz de pulverizar edificios y construcciones de hormigón, y por otro lado la bomba incendiaria que fusionaba en distintas proprociones gasolina, goma, resina sintética, aceite, asfalto líquido, gel, pequeñas cantidades de jabón metálico, ácidos grasos y algo de fósforo. En esta combinación de artefactos, el primer tipo de bomba era utilizado como un ariete que golpeaba la estructura de los edificios y penetraba tres pisos, el segundo tipo llegaba hasta ahí y liberaba una marea de fuego de larga duración que se propagaba por una superifice extensa ayudado por los materiales de los mismos edificios y el viento. Adicional a lo anterior deberían de evitarse las operaciones de los bomberos, que habían significado en el pasado un serio desafío por su eficaz desempeño en la remoción de escombros y la extinción del fuego, así que, para ellos, se lanzaron bombas de fragmentación con un temporizador accionado por un mecanismo de presión: las bombas caían pero no estallaban, se enterraban en los escombros, pero al momento de que se intentará "limpiar" la zona las bombas estallaban desintegrando a todo aquel que estuviera en un radio de 100 mts., de esta manera se hizo imposible la extinción del fuego, su avance y sus efectos tóxicos de los que no se salvaban ningún refugio subterráneo, civil o militar. Con estas tormentas de fuego las ciudades de Rostock, Hamburgo, Darmstadt, Heilbronn, Pforzheim, Wurzburgo y Berlín fueron borradas del mapa con casi la mayoría de sus habitantes,

Al respecto Jorg Friedrich señala que: "Nunca en la historia de la guerra se había concebido una arma tan científicamente elaborada como en el ataque incendiario. Se juntaron el estudio y la acción. Sin un concepto meticuloso de la destrucción aquella técnica no habría pasado de ser una novedad pasajera. Su calibración, afinación y perfeccionamiento se fueron logrando por ensayo y error. El principio rector de esta táctica de exterminio fue que los grandes barrios civiles debían atacarse desde el aire ya que ofrecían gran cantidad de puntos débiles y estos erán el combustible ideal del gran incendio". Lo único que superaría la magnitud destructiva de esta combinación fueron, en perspectiva, las bombas atómicas. Por su parte W. G. Sebald coincide en que: "A partir de 1942 la estrategia de los bombardeos se orienta hacia el hecho de causar el mayor daño posible entre los alemanes, atacando principlamente a centros civiles para provocar con ello el máximo terror psicológico y esto sólo era posible a través del incendio".

lunes, marzo 17, 2008

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (9)


VERSIÓN X DE LA MUERTE DE PABLO ESCOBAR GAVIRIA
COLOMBIA, 1993
UN CASO DE GUERRA NO DECLARADA

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA

(2008)

A Pablo Emilio Escobar Gaviria (1949-1993), no lo mató el ejército colombiano, lo mato el ejército de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta afirmación no demerita ni subestima las capacidades de la milicia de Colombia, pues posee una experiencia sustancial, adquirida en la lucha contra la guerrilla, el terrorismo y el narcotráfico. Además la asesoría técnica y el apoyo financiero del gobierno de los Estados Unidos han dotado a la milicia colombiana de facultades extraordinarias, como lo es el contar con cuerpos de élite, como el comando de respuesta área, las brigadas de fuerzas especiales contra el narcotráfico, el grupo de reacción inmediata contra actos terroristas, el cuerpo de fuerzas especiales de desembarco anfibio y los servicios de inteligencia; que, constituyen una estructura unificada capaz. Sin embargo, hay un factor político que gravita negativamente y resta fuerza a esta formidable estructura militar: la corrupción.

En efecto: en la larga lucha contra los cárteles, los grupos paramilitares y la guerrilla, las negociaciones de los grupos de poder económico, la traición y la corrupción, siempre han saboteado los esfuerzos de los cuerpos de seguridad del Estado Colombiano. Pero en 1992 el gobierno de César Gaviria es presionado por el gobierno estadounidense para tomar una decisión en cuanto a su compromiso de combatir a Pablo Escobar. Sin embargo, el presidente de Colombia sabe que una decisión precipitada puede acabar muy mal, se tienen que ponderar todas las variables, incluso aquellas inconmensurables: los asesores de César Gaviria informan que los principales obstáculos provienen de su propio gabinete, de los magistrados, de las fuerzas de seguridad, de algunos sectores oscuros del ejército… además del inquietante papel de la guerrilla en cuyas zonas de control se encuentran laboratorios de extracción de cocaína. Todo lo anterior sin contar la astucia del narcotraficante más poderoso del planeta al que se le atribuyen más de 10 mil asesinatos, en los que se incluyen a empresarios, magistrados y políticos. Y por si lo anterior fuera poco, el presidente Gaviria sabe que la economía de Colombia es sostenida y dinamizada por el multimillonario negocio del tráfico de coca. Así, cualquier escenario donde las fuerzas de seguridad de Colombia golpearan directamente al narcotraficante, generaría un sismo social de una magnitud equivalente a una guerra civil.

Sería hasta mayo de 2003 cuando el presidente colombiano se decide a solicitar apoyo logístico del gobierno norteamericano y en junio de ese mismo año logra vencer las reticencias de su homologo norteamericano para instrumentar una acción conjunta, la única condición de los estadounidenses es que sus acciones operativas en territorio colombiano se mantengan en el más absoluto secreto. Hacía mediados de julio un equipo especializado llega al aeropuerto internacional de Bogotá y despliega inmediatamente una logística triple: detección, ubicación y seguimiento. Para ello cuenta con un sistema único denominado AWACS que triangula intercomunicaciones marítimas, áreas y terrestre con el propósito de posicionar a la familia de Pablo Escobar y a él mismo. El sistema posee también una poderosa computadora que puede analizar hasta 15 mil señales de teléfonos - fijos o móviles- por segundo y una interface IBM de identificación de voz denominado VOT (Voice Onset Time). La otra parte del equipo lo conforma un comando de la Delta Force especializado en infiltración y destrucción de organizaciones criminales, con un par de francotiradores del cuerpo de marines que pueden aniquilar a una persona desplazándose a máxima velocidad (30 km x hora).

Después de registros minuciosos de las actividades de Pablo y su familia, consignados en una bitácora operativa inmensa, y el intercambio de información con el Bloque de Seguimiento de la policía de Colombia, el personal estadounidense establece por fin varios hechos capitales para sus propósitos: Escobar se encuentra en Medellín (1), se mantiene en comunicación permanente con su esposa e hijos (2), utiliza al menos 10 teléfonos móviles y cinco fijos (3), y con frecuencia se aloja en un barrio de clase media a las afueras de Medellín. Con estos datos se instrumentan algunas estrategias de presión, sobre todo en la parte más débil de Escobar, es decir su familia. El gobierno de los Estados Unidos presiona a Alemania Occidental para negar residencia a la esposa e hijos de Escobar y obliga al gobierno de Bonn a regresarlos inmediatamente a Colombia. En pánico, Escobar llama una y otra vez a su familia los días 2 y 3 de diciembre, esta insistencia permite ubicarlo en su departamento de las afueras de Medellín y el equipo AWACS proporciona las coordenadas precisas al Delta Force, entonces el cerrojo se cierra, la policía colombiana establece de forma furtiva un perímetro de seguridad y permite que las unidades del Bloque de Seguimiento provoque a la presa para que salga de su madriguera. Tal como lo imaginaba la inteligencia colombiana, Escobar tenía planes alternativos de escape pero su desesperación lo llevó directamente a las fauces de hierro de los francotiradores: primero un tiro certero y mortal a la cabeza que le destrozó la caja craneal y que le produjo una muerte instantánea, luego, dos disparos de maquillaje que hirieron su hombro y su pierna, con los que se intentaría a la postre, borrar premeditadamente la verdadera autoría del asesinato.

Por supuesto ahí no terminó la cosa: la estructura del cártel se fragmentó en cientos, tal vez miles de células, todas en pugna en una loca carrera por concentrar el poder, los sicarios (jóvenes entre 14 y 17 años) se enfrascaron en una guerra sorda y cruel de ajuste de cuentas que produciría en Colombia unas un millón de asesinatos en los cinco años posteriores a la muerte del narcotraficante, pero nunca más ninguna de esta facciones enfrentadas tendría el poder que en su día llegó a concentrar Pablo Escobar.
La desaparición del narcotráficante no ha detenido el tráfico de Cocaína, Colombia sigue siendo el principal exportador, el pobrerío sigue tan pobre como en los tiempos de gloria de Escobar y los problemas para subsistir son cada día más y más, los muertos sigue poniéndolos Colombia, mientras que los ciudadanos estadounidenses ignoran el horror que su gobierno provoca cada vez que presiona al Estado colombiano para que contenga a los narcotráficantes. Todavía en el año 2008 continúa en los suburbios de las ciudades de Cali, Medellín, Bogotá y Antioquía un estado de guerra no declarada, el cual forma parte del Plan Colombia-Pánama.

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (8)

Atlás fotográfico de la Primera Guerra Mundial, 1916, Lyon Francia.

EL REINO DE LA OSCURIDAD

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
El 22 de marzo de 1914 era inminente su partida al frente de batalla. Había tomado tres clases de provisiones: terminar sus estudios de lengua y literatura en la Universidad de Oxford, casarse con Edith y prepararse en el servicio especializado de telecomunicaciones en el 19° batallón de Fusiliers.

El 04 de junio partió al frente de batalla situado en Francia, al llegar su regimiento fue movilizado al campamento en 'Etaples, donde él y otros fueron transferidos al 11° batallón. Al fin el 27 de junio partió hacía la "tierra de nadie" en un largo y angustiante viaje de más de 36 horas bordeando el Somme hasta Amiens. Sin saberlo se aproximaba a uno de los escenarios más sangrientos de la Gran Guerra: la temible división de líneas a lado de las cuales cada ejército se posicionaba dentro de un intrincado sistema de trincheras.

Los mandos de Francia e Inglaterra movilizaban un gran contingente de efectivos y materiales para lanzar hacía 1° de julio una gran ofensiva que se había planeado tiempo atrás, y que desgraciadamente se iba retrazando por la aparición de lo temibles cañones de 20 milímetros que poseían los alemanes capaces de evaporar el blindaje de los carros de combate. Para este asalto conjunto los británicos cubrirían 24 kilómetros y los franceses 37 kilómetros., al norte y el sur del Somme. Durante las últimas semanas la artillería de los aliados había sometido a los alemanes a un bombardeo masivo haciendo una demostración del potencial material al arrojar millón y medio de proyectiles. La Guerra Total de Materiales había comenzado. Cada una de las posiciones defensivas de la línea Sigfrido hacia el sur y el norte del tramo correspondiente a Somme recibió una lluvia de fuego y plomo como para fundir tres veces a los hombres que resistían sepultados en sus frágiles refugios, es decir unos 250 mil efectivos. El 2 de julio llovía y los pasos y caminos se hallaban anegados, los transportes de la artillería aliada estaban detenidos en varios puntos porque los neumáticos se atascaban. Así una larga fila de varios kilómetros de hombres y artefactos luchaban por avanzar y cada metro constituía un esfuerzo extra que amenazaba con agotar toda posibilidad de sorpresa.

Con todo en contra, hacía las 7:30 de la mañana del 2 de julio se liberó la orden de avance inmediato y las tropas de asalto destruyeron las primeras alambradas de demarcación, después penetraría la caballería y en seguida los cuchilleros encargados de rematar a los heridos graves tanto de su bando como del enemigo. Sin embargo en los hechos la ofensiva falló en varios puntos clave, pocos regimientos cumplieron la orden de avanzar, el apoyo de la artillería fue en todo momento un obstáculo mayúsculo, y los francotiradores alemanes se cebaron en un festín de sangre con la salea de infantes que eran atrapados por los obuses de su propia artillería y la mortífera puntería de los fusileros enemigos. Las malas noticias se propagaron como una onda de choque que hirió de muerte todas las expectativas del alto mando, apenas un kilómetro de avance consumió tanto hombres y materiales como para que a mediados de julio no quedara nada más que mortajas y túmulos.

No hubo descanso, no hubo tiempo para curar las heridas, a su unidad militar le ordenaron entrar en acción casi inmediatamente. Así, el joven especialista de telecomunicaciones se vio envuelto en la primera intervención directa en una operación selecta con objetivos de primera...al llegar se le ordenó al joven recién graduado de la Universidad de Oxford, aguardar con su escuadrón detrás de las trincheras de comunicación y apoyar a las trincheras de apoyo y la Trinchera de Fuego que era la primera al frente donde tenían lugar los enfrentamientos de las infanterías. Así transcurrieron 2 meses, a la intemperie, sin protección alguna, no perdiendo de vista ningún ángulo de la Torre Oscura, un emplazamiento de hormigón de 4 metros de altura que resguardaba a los vigías alemanes. Cada noche su escuadrón tenía que garantizar la conservación de las líneas de comunicación en un área de 100 x 50 mts. Todos los camaradas fueron asesinados, excepto el joven que comenzaba a presentar síntomas de fatiga y psicosis de guerra por el hambre, la sed y el nulo dormir. La disentería y el cólera rondaban su salud pues las condiciones precarias de las trincheras amontonaban cada día podredumbre por los excrementos de hombres y roedores enormes más los cuerpos de heridos y muertos que cada día eran más.

Bajo los efectos de una presión extenuante el joven combatiente adquirió como muchos la "fiebre de las trincheras" que se ensañó con él y parecía que lo iba a matar. Finalmente el 8 de noviembre fue embarcado hacía Inglaterra diagnosticado como "enfermo grave, imposibilitado para ampliar su estancia en el servicio del frente occidental". Tres meses después su salud fue reestableciéndose pero las secuelas del combate duraría mucho tiempo más. sin quererlo se había salvado del Somme, el pudridero por excelencia de los ejércitos involucrados en la Primera Guerra Mundial que en un sólo día y tras el avance de un par de kilómetros se cobró 81,700 efectivos.

El joven esposo, profesor recién graduado de la Universidad de Oxford y especialista en telecomunicaciones, que se había salvado del horror, era, J. R. R. Tolkien creador de la mitología de la Tierra Media y autor de la más extraordinaria saga de libros jamás escrita: El Silmarilión, el Hobbit y El Señor de los Anillos.

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (7)

La fotografía y el pie de página proceden de The Texas Observer noviembre 18, 2005.
Dos hermanas asisten a la exhumación de los restos de su madre asesinada por militares kaibiles de Guatemala.


DECÁLOGO DE LOS KAIBILES

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)


*Amarás a Dios sobre todas las cosas, sin cuestionar sus actos ni sus ordenes. Tu eres el instrumento de su ira, el brazo ejecutor de su venganza.

*No tomarás el nombre de Dios en vano, te olvidarás de la voluntad y de la moral, de la compasión y de la libertad, su nombre es Armagedon.

*Santificarás la guerra y recibirás la unción de la sangre, la redención de la violencia y de cada enemigo que mates podrás tomar su cabeza.

*No matarás sin la mediación de dólares. La muerte es el mercado de valores donde cotizan tus habilidades superiores y las compra el mejor postor.

*Es un acto impuro matar con honor o en servicio de una causa justa. No debes sentir remordimientos.

*Desearás a las mujeres en la medida de su inferioridad. No desearás a la mujer de otro kaibil, pero podrás tomar a la mujer e hijas de cada enemigo que sucumba ante tu embate.

* Sí robarás y saquearás sobre todo las aldeas de campesinos, cometerás acciones de rapiña, tierra quemada y sobre todo mancillaras vírgenes.

*Mentirás todo el tiempo y negarás los genocidios pues no eres dueño de la verdad y tampoco tienes derecho a usarla. Aunque deberás procurar que el enemigo sepa quién eres y lo que eres capaz de hacer.

*No le consentirás a nadie pensamientos impuros de justicia o equidad ni tampoco deseos de libertad o de superación. Que tu mano izquierda no se entere de lo que hace tu mano derecha: con una aplica las vacunas del servicio de extensión y con otra mutila los brazos vacunados.

*Codicia los bienes ajenos ya que te pertenecen, sobre todo los del enemigo que en todo momento acumula armas para combatirte. En el rebaño de Dios tu eres el león y los leones no hablan ni negocian con los hombres.

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (6)

Joseph Renau, The American Way Of Life, 1948.

LA PRIMERA GUERRA DEL GOLFO

UN CASO DE EXHIBICIONISMO TECNOLÓGICO

JORGE DÍAZ MIRANDA

(2008)

Los pícaros estrategas del Pentágono suelen permitirse el feísimo vicio de la exageración, sobre todo cuando se trata de defender contratos millonarios con empresas que proveen armas sofisticadas o de alta tecnología (I+D/W), para que sus privilegios no se vean mermados por cualquier sospecha de fraude, sobre todo si se consideran cifras del orden de 58 mil millones de dólares. Piensan estos señores de la guerra que, la seguridad y el secreto militar constituyen buenos argumentos para que los civiles y clientes potenciales no hurguen en las cuentas, las bases de datos y los registros de operación de aviones y misiles sofisticados.

Pero hacía 1996 se hizo público una sórdida realidad que fue presentada a los civiles estadounidenses dosificada, a medias, sin los matices molestos de su implicación: funcionarios no militares y congresistas elaboraron un dictamen de unas 250 páginas sobre la eficiencia de las llamadas –eufemísticamente- armas inteligentes, que escapó de la restricciones de la inteligencia, y cuya versión ejecutiva de 13 páginas apareció en la prestigiosa revista Defense News 22-28 julio de 1996. El informe GAO (1) contradice directamente la afirmación del Pentágono respecto de que los aviones furtivos, helicópteros artillados y las bombas guiadas por láser ganaron la guerra del golfo, pues la participación de estos sistemas sólo constituyó en proporción el 8% del total de armas utilizadas, aunque su costó fue mayúsculo pues representó ¡el 84% de los gastos totales de municiones¡.

Desde un punto de vista más específico, consideremos sólo tres sistemas de armas para las cuales se estableció por parte de los militares de inteligencia que su eficiencia era en promedio de un 85%, se trata del avión furtivo F-117 Sthealt, el helicóptero Apache 10-M Sikorsky y el Misil Tomahawk (TLMA, Tomahawk Land-atack Missile). El GAO por el contrario encontró que la eficiencia de estos sistema alcanzó solamente un 40% de eficiencia, y su afirmación se basa en la comparación de dos bases de datos que pudo reunir: una base de datos que define los objetivos (red target) de los distintos tipos de aviones y el tipo de bombas utilizadas para alcanzar estos objetivos, y otra base de datos que, para los distintos tipos de objetivos, precisa el resultado efectivo de los raids aéreos. Esta es la conclusión que aportan los datos reales que pudo contrastar el GAO y no las alucinaciones de los halcónes estadounidenses.

Un defecto metodológico del GAO es no considerar cuales fueron los efectos de este margen de error cuya magnitud es tan desproporcionada como el 60%, pero, aunque no se mencione podemos establecer hipótesis sin mucho esfuerzo: los golpes equívocos de estas armas fueron sufridos por los 80 mil civiles irakies que perecieron por los efectos colaterales (según el Body Count de American Watch), los 250 hospitales que fueron alcanzados por error, las más de 400 escuelas que fueron destruidas o bien los más de 120 refugios antiaéreos para civiles que fueron evaporados, con Amiriya como el caso más emblemático.

Por supuesto que los Estados Unidos y sus aliados ganaron la guerra pero esto fue posible en todo caso a su estrategia de bombardeo por saturación, pues el GAO señala que “la cantidad de bombas norteamericanas lanzadas diariamente representó el 85% de la cantidad media cotidiana de bombas lanzadas diariamente sobre Alemania y Japón durante la segunda guerra mundial”.

(1) GAO/PEMD-96-10, Operation Desert Storm, evaluation of the air war, Washington D. C. octubre de 1996.

viernes, marzo 14, 2008

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (5)

E. FRIEDRICH, KRIEG DEM KRIEGE¡, Zweitaussendein, Frankfurt, 1980



EL ROSTRO DE LA GUERRA


JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA

(2008)
La fuerza de las imágenes no requiere la mediación del lenguaje para hacer ostensible su significado. El peplum es en todo momento una réticula que hace saltar desde todos los ángulos lo que la imagen es y no lo que Usted pueda interpretar y menos lo que pueda desear. La fotografía está bajo el dominio de la técnica, más aún, es la rúbrica del artefacto técnico, nace con él y guarda un poderoso vínculo para contrastar sus efectos. La emergencia de la Guerra Total requiere de instrumentos precisos de observación y registro, evidencias de su paso, indicadores visibles del impacto, mecanismos de visión a través de los cuales se revele todo el espectro del realismo bélico. Así, la fotografìa ayuda a documentar y evocar la experiencia del frente de batalla, a la par de desalojar cualquier pretención ideológica de romanticismo o de pura experiencia intelectual. La primera y la segunda guerra mundial aportaron una inmensa galería del horror militar con su poco más de seis millones de heridos graves, los cuales presentaban desde laceraciones, quemaduras masivas hasta mutilaciones, heridas expuestas, músculos deformados, huesos rotos, y rostros terriblemente castigados por balas, municiones, explosivos o fuego. El rostro de la guerra sobrepasa cualquier límite permisible de tolerancia humana al presentar cuadros sobrecogedores, dantescos, monstruosos, terroríficos, que violaban cualquier convención, superaban todos los tabúes y rebasan la línea del sufrimiento y de lo visible. Tal vez, sin querer, la técnica hizo surgir nuevas necesidades, nuevas formas de simbolización consistente en un ver todo sin sufrir, sostenidos tan sólo en la plataforma psicológica del morbo: la saturación de imágenes se emplaza como un edificio donde el cálculo racional y la lógica del conflicto requieren frialdad y objetividad.

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (4)

Esta telaraña de guerras está construida a partir de los datos de Richardson para conflictos internacionales de magnitud 3.5. Dos naciones están unidas por una línea si llegaron a hostilidades reales. El color y el espesor de la línea indican la magnitud de la guerra en su conjunto. Los dígrafos designan a las naciones por los nombres que tienen asignados como dominios de internet. Hayes, Brian 2004.

ESTADÍSTICA DE LOS CONFLICTOS ARMADOS
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)

La Guerra de los Treinta Años, la Gran Guerra de la Plata y la Gran Guerra del siglo XX (1914-1945) y la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Sovietica, constituyen paradigmas estadísticamente significativos por su envergadura, los países involucrados, los territorios, los materiales y las víctimas. En este último rubro podemos establecer respectivamente 500 mil, un millón, 20 millones, y 15 millones para cada uno de los conflictos que se apuntados. Por supuesto que también son significativos en cuanto a los efectos nocivos de su paso: las pandemias, la contaminación la maldad, la recesión económica, el rezago educativo, la marginación de miles de seres humanos, más los nuevos conflictos étnicos que desencadenaron a su vez otras guerras menores en distintos territorios.

A finales del siglo XIX un metereológo ingles Lewis Fry Richardson, se planteó estudiar la expresión matemática de los conflictos bélicos, tratando de establecer una metodología para el tratamiento analítico y la interpretación de mediciones númericas que rebelaran sesgos y regularidades características. Ignoro si el propósito de estos estudios era prevenir o evitar el conflicto, sin embargo es meritorio que por primavera vez en la historia de las ciencias se estableciera un instrumento matemático para el registro de las guerras consistente en sistemas de ecuaciones diferenciales para modelizar la carrera de armamentos. De acuerdo a Brian Hayes de la Universidad de Birmingham: "La mortífera espiral de la escalada -en la que un arsenal de una potencia induce que otra aumente su armamento propio, a lo cual la otra responde con un nuevo incremento- tiene representación de dos ecuaciones diferenciales". Richardson demostró con su modelo que una carrera de armamentos sólo posía estabilizarse si la "fatiga y el dispendio" de la preparación de la guerra llegaban a superar la percepción de la amenaza por parte de los enemigos. Esta es la primera descripción histórica de un Modelo de Riesgo de Conflctos Armados, que se constituyó en una herramienta útil para estrategas y estadístas: el primer indicador cuantitativo determinista que medía el riesgo o la probabilidad de que bajo determinadas circunstancias se desencadenara un conflicto armado.

Por supuesto que el desarrollo ulterior de instrumentos matemáticos ha sufrido un refinamiento en cuanto a su calibración, pues otros factores pueden influir tambien en el desencadenamiento de un conflicto y no sólo la mera acumulación de armas: las esferas de influencia económica, el equilibrio del poder, los nacionalismos, la pobreza y las disputas por recursos energéticos. Sin embargo Richardson fue el primero en sugerir que cada teoría sobre la guerra debiera ser contrastada con datos de conflictos reales y no sólo mediante la auscultación de documentos históricos qe presentan sesgos de todo tipo.

Richardson elaboró un cátalogo de conflictos denominado Statistic of Deadly Quarrels, el cual abarca un período que se extiende desde 1820 a 1950, con el que trata de contabilizar todas las muertes ocurridas causa de los conflictos bélicos. Si bien en su catálogo se excluyen las muertes ocurridas antes y después de las guerras, pone en un mismo plano guerras y asesinatos pues metodológicamente ambas son identificadas como producto de un acto de violencia extrema. En otro aspecto clasificó las guerras y otros enfrentamientos atendiendo su magnitud que se define como logaritmo en base 10 del número total de muertes. Así una campaña terrorista que provoca 100 muertes tiene magnitud 2, y una guerra con un millón de muertes es de magnitud 6. De esta forma es posible establecer en una sola medida categorial el espectro entero de la violencia humana.

Pese a los parámetros cuatitativos establecidos como indicadores de magnitud, Richardson concluye que el caos es el factor predoominante la explicación de las mayores guerras del mundo, así, la aleatoriedad es el reino de la violencia, el lado oscuro de las sociedades modernas, la explicación de la psicosis histórica que se aloja en el fondo de los ideales, el corazón en las tinieblas de Conrad encuentra aquí su modus operandi.

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (3)

Un samurai montado, ataviado de punta en blanco, arremete durante las guerras civiles que asolaron al Japón en el siglo XII.
EL VIENTO DIVINO DE LOS KAMIKAZE
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
Dos meses después de la rendición incondicional de Alemania, la guerra continuaba en el Pácifico. La séptima flota de los Estados Unidos se enfrascaba en un combate de exterminio con las tropas japonesas que resistían en Izú, Iwogima y Okinawa. Rápidamente las fuerzas de combate de marines y rangers veían caer el número de sus efectivos en proporción de 1:3 con respecto de las fuerzas japonesas. Sin embargo, pese al previsible triunfo en lo táctico, material y logístico, el alto mando a cargo del General McCarthur sabía que una invasión masiva a Japón sin duda dejaría sembrado el camino de cadáveres norteamericanos, es decir, le cobraría a EU un altísimo precio por someter al país del Imperio del Sol. Esta previsión fué confirmada de forma repentina y de la forma más insólita e inesperada: cuando el sol declinaba al atardecer decenas de sombras volantes aparecían en el horizonte y sólo podían ser visibles a unos cuantos metros de los navíos acorasados, corbetas, destructores, portaaviones y dragaminas, entonces el viento se agitaba con el rugir de motores retumbantes, la presión del aire aumentaba y las cubiertas de los barcos eran golpeadas por una ola repentina de fuego. Se trataba de los escuadrones de combate más temible de la fuerza aerea del Japón: los guerreros suicidas Kamikaze. Desde hace un tiempo los estadounidenses venían temiendo a estos escuadrones pues los capítulos Pearl Harbor y las Islas Midway habían dejado una amarga lección cuando la flota norteamericana estuvo a punto de desaparecer, como de hecho lo hicieron algunos de sus barcos insignia como el Oklahoma. Ahora con la perspectiva de una invasión total a Japón por aire, mar y tierra, el comandantes Nimitz padeció en carne propia el Viento Divino de los Kamikaze: siete destructores, 40 dragaminas y los portaviones Interprise y Arizona fueron sacados de combate por los temibles aviones cero, que contaron en su haber cerca de 2750 soldados norteamericanos entre sus víctimas. Pese a esta demostración el fin del gran imperio estaba cerca, la falta de aviones, refacciones, combustible y sobre todo pilotos experimentados, marcó la pauta de la lenta caída del arrogante imperio y sello su derrota. Pero algo más terrible estaba por venir, algo que puso de rodillas al emperador Hiroito: el estallido de dos nuevas bombas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. En julio de 1945 el comandante Uroki lanzó su último ataque contra la poderosa flota invasora, él comandaba el último escuadrón de jovenes pilotos que sin dudar lo siguieron a su destino, nadie sabe si cumplieron al fin su misión pero lo que se recuerda es que fueron aniquilados en el fragor del combate. Unos días antes de partir a su última misión Uroki escribiría estas líneas poéticas que presagiaban el fin:
Las flores del gran ataque van cayendo,
jóvenes pilotos marchan presurosos
junto a la primavera que se marcha de estas tierras.
El gran árbol va quedando vacío
sólo las hojas permanecen en las extensas ramas.
Silencio y oscuridad
en el viento de la noche
sobre el mar, junto a las islas.

jueves, marzo 13, 2008

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (2)

¿EL HONOR DEL GUERRERO?
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
El 24 de marzo de 1999 la OTAN y los Estados unidos liberan el infierno sobre Yugoslavia, con el pretexto cansino de detener la disputa entre serbios y albano kosovares. El bombardeo duró 79 días con más de 15 mil ataques y millones de toneladas de explosivos de distintos tipos sobre todo de rácimo, fosfóro y uranio empobrecido. Los golpes del bombardeo se dirigieron contra fábricas, armerías, puentes, caminos, edificios públicos, redes de telecomunicación, agua potable y alcantarillado, centrales eléctricas, y colateralmente se afectó a escuelas, hospitales, universidades y bibliotecas. El Río Ivar, frontera entre Servia y Kosovo fue contaminado con materiales pesados, metales e hidrocarburos que tardarán siglos en desintegrarse. Despúes de más de 10 años nadie ha podido establecer el sentido de una ofensiva de tal magnitud, sobre todo si se considera que la matanza entre serbios y cosovares jamás sse detuvo, y que después de los bombardeos de saturación de la OTAN el ejército yugoslavo quedó imposibilitado para operar y detener las masacres que sobrevendría. Estados Unidos tampoco pudo evitar ni siquiera con su liderazgo manifiesto, las 150 mil víctimas que se cobrarón las minas antipersonales que los serbios sembraron en los caminos de acceso a Kosovo. La ONU también fracasó con su torpe intervención para detener a los señores de la guerra Arkan y sus tigres fanáticos del equipo de futbol sóccer Estrella Roja de Belgrado. En el papel más humillante que han tenido los europeos occidentales desde la Segunda Guerra Mundial asistieron pasivos a la destrucción de una nación y fueron cómplices de todos los errores que se cometieron y que cobraron la vida de más de un millón de personas. Nada evitaría la sangrienta desintegración de Yugoslavia, todos estaban interesados en asistir al gran negocio de armas, seres humanos y drogas y bienes mobiliarios, para acaparar las mejores ganancias y dejar una vez más que todo siguiera peor. Hasta la fecha ningún argumento sirve para justificar que en pleno siglo XX un país retornará a la edad media, pero en el fondo la rapaz lógica del mercado es lo que queda de manifiesto: la guerra como negocio, la posmodernidad que requiere la sangre para que la máquina del sistema siga funcionando. La cuartada perfecta de occidente fue evitar un nuevo holocausto racial pero nada detuvo a Milosevic, ni tampoco a los fundamentalistas, y menos la violencia de los aliados de la OTAN a la hora de agravar un conflicto entre grupos étnicos históricamente enfrentados.


SIN NOVEDAD EN EL FRENTE: LA GUERRA SÍ CONTINUA (1)

E. Jünger, Das Antilitz des Weltkrieges, "un campo de cádaveres rusos en Kisielin"
GENEALOGÍA
Jorge Antonio Díaz Miranda
(2008)
El Libro de la Guerra de Catulo Aspergio constituye el testimonio más antiguo de tratados militares de los cuales se tenga registro. Catulo describe con mucho detalle las estrategias del ejército romano para aplastar en sangre la rebelión de los zelotas, en las provincias del imperio emplazadas en Galilea. Con la fría capacidad de un observador Catulo recomienda arrasar por todos los medios las villas, poblados, comarcas, utilizando el poder de la infantería y la eficiencia con que la maquinaria de guerra romana aplasta, desmembra, rompe, aniquila, quema, tortura o mutila cuerpos de disidentes. Un componente esencial en cada una de estas acciones es el terror. El terror, nos dice Catulo, es la oscuridad, el mester morbidus, el Kraken que tiene dientes de rata y el hedor de la carroña expuesta al sol.

viernes, marzo 07, 2008

RETORNO A LAS CONVERSACIONES ÍNTIMAS




LAS CONVERSACIONES ÍNTIMAS
DE INGMAR BERGMAN
[1]

Jorge Antonio Díaz Miranda
[2]
(2008)




I. Ya sea por el efecto del tiempo o el desgaste de las distintas crisis por las que pasa cualquier matrimonio, la relación comienza a deteriorarse hasta el punto del desconocimiento y la extrañeza. Nada más letal para la supervivencia del ego que un golpe de duro nihilismo, porque lo que viene enseguida es un odio reactivo. La primera víctima en esta marejada de sensaciones encontradas es la razón y luego por supuesto la realidad, aunque el lugar en que esto ocurre ha de cambiar si en el fondo de todo está la soledad. Al menos esto es lo que plantea Bergman como fenomenología de la declinación amorosa, la desilusión como causa primera y última: “…Y ahí me detengo. Las infamias que ocurren en nombre del amor son obra del hombre[3], una prueba aplastante de nuestra libertad de cometer todos los delitos imaginables “ (CI, p. 151)[4].


El desencanto posee para Bergman una topología de afectos bien delimitada: sobre la línea, en una sinuosa superficie están las creencias, los valores, la configuración de lo que somos o creemos ser. Más abajo, en oscuras profundidades, los miedos, las pesadillas y el terror de que todo un día se venga abajo. Más profundo aún, muy debajo de la línea vital de flotación, cerca del alma pero lejos de nuestra conciencia, la sombra de la muerte que se agita de vez en cuando haciéndonos sentir los gélidos vientos de su presencia. Lo siniestro no es algo nuevo en las novelas de corte psicológico, y Bergman no duda en emplear este recurso quizá para subrayar la incapacidad[5] de una atormentada Anna para racionalizar una situación que la involucra directamente y que trastoca negativamente su auto concepto, develando para ella la aguda sensación de algo oscuro que se le acerca con el propósito explícito de amenazar su mundo: “Si me atrevo a pensar…si pienso sólo lo más mínimo. Pues veo que vivimos bajo amenaza. Estoy cada vez más acosada. Los niños y Henrik y Tomas y yo…nos movemos en el filo de una catástrofe. Una catástrofe vital. ¿No es así como se llama? Una Catástrofe vital.” (CI, pp. 31-32).


Sin duda, este modelo de estratificación de los impulsos o afectos presenta fuertes similitudes con las tesis somatotópica que planteó Freud hace más de seis lustros, y esto, por lo menos en el caso de Bergman no es en modo alguno gratuito. Al igual que el famoso padre del Psicoanálisis, Bergman parte de una interesante premisa donde la unidad mente-cuerpo es indiscutible. Los efectos de esa unidad pueden ejercer una influencia positiva o negativa en el movimiento de energía afectiva, lo cual, se manifestará corporalmente como un estado de bienestar o de enfermedad. Fascinado por el teatro de las histéricas Bergman describe con su arte de novelista, cómo el desequilibrio de los humores es al mismo tiempo dolor localizado en algún punto de la piel, humus de la tierra que degrada la salud, un signo de descompensación que se transforma en síntoma, el éter del alma inflamado por flogisto. El novelista sueco describe estos efectos partiendo de una interacción desafortunada, en la que, mente y cuerpo están unidos pero contrapuestos. Desde una perspectiva general, Bergman nos habla desde un profundo pesimismo, el mismo que se desprende de un campo de guerra donde los enemigos (mente y cuerpo) habrán de sucumbir juntos: “Llegará el día en que el dolor, como agua contenida y venenosa, romperá los diques e inundar á su cuerpo. Atacará sus nervios, su cerebro, su corazón y sus entrañas. Las sumirá en prolongadas torturas, causará en su cuerpo daños incurables.”(CI, p. 17).


La lucha incesante entre el deseo y su negación, entre el principio del placer y el principio de realidad, el deseo de permanecer y la negación de morir. Una noción de la que hecha mano Bergman y que es central en la metapsicología freudiana es Disociación, el cual, permite comprender el tipo de respuestas que el sujeto manifiesta cuando se enfrenta a un desequilibrio emocional-corporal. Esta noción merece algunas líneas explicativas para ilustrar cómo es utilizada por Bergman para fundamentar su visión fenomenológica. Por principio de cuentas se trata de un mecanismo de defensa que preservará al Yo de cualquier catástrofe emocional, dispersando los impulsos instintivos en distintas direcciones, retardando sus efectos, canalizándolos al propio cuerpo o bien reflejándolos a objetos externos. En un plano meramente especulativo, la disociación primero separa al Yo de esta marejada de energía que se mueve en todas direcciones para que no sucumba, luego lo escinde del objeto ligado, enseguida, transfiere desde sí mismo al objeto todas los impulsos que generaron la ruptura, para finalmente instalarse en un escenario donde se evalúa a si mismo víctima de la infamia y la injusticia del destino. Si bien, como sugiere Freud este mecanismo disociativo es vital para el Yo, también es cierto que su funcionamiento merma en parte o totalmente el contacto con la realidad. En cuanto a esto último se pueden observar variantes disociativas desde el punto de vista de su contenido tales como inversión, negación o proyección. Lo magistral de Bergman es que todo este aparato psíquico de sobre vivencia se vincula con las creencias religiosas de los sujetos y la preservación de su status social, y esto hará más humano a los protagonistas del imaginario bergmaniano, dotados de una capacidad de simulación y superficialidad, a prueba de toda realidad: “No se lamenta de nada. No se culpa de nada, ni a sí misma ni a nadie, no mezcla a Dios ni a la fidelidad en su oscura confusión. Se da cuenta de que no llegará nunca más hondo. Una luz violenta pone en fuga la suave penumbra. Anna gustaba de repetir que quería la verdad (…) se complacía en declararse a sí misma en llamarse apóstol de la verdad (…) Murmuraba en silencio para sí misma: ¿de qué verdad estoy hablando? Y entonces sentía un poco de vergüenza pero no mucha (…)” (CI, p.22).

Personalidades de barro atrapadas en una doble moral, pero con todo, carne débil proclive a la concupiscencia: “He pensado naturalmente en el arrepentimiento. Pero no me arrepiento. He pensado en el pecado, pero ya no es más que una palabra. He puesto importantes prohibiciones, como un muro entre el y yo. Pero Cuando surge la mínima posibilidad de verle, derribo los muros” (CI, p.28).

Perpetuamente insatisfechos pues a la hora de la verdad no saben situarse frente a sus deseos más que con el autoengaño, poniendo por delante el marco de una insípida moralidad, paradoja atroz que Anna pone al descubierto al decantar la ambigüedad de Tomas: “Le acerque a mi, me apoderé de él,(…)y luego tuve que consolarle (…)Estaba inconsolable. Afirmó que me había traicionado a mi y a Henrik, que era su amigo. Le parecía que había sido débil y que se había comportado miserablemente. Dijo que no se lo iba a perdonar Dios. Era como un niño asustado. Y entonces empezamos a besarnos de nuevo. Estaba tan ansioso como yo(…)” (CI, p.28).

Pero aquí, el personaje femenino de Bergman está muy lejos de imaginar los profundos cambios que el escarceo con Tomas iban a desencadenar en su persona, o en todo caso ella se equivoca al reducir estos cambios a la esfera de lo religioso. Y es que, no es su fe la que se desmorona, ni su creencia en la divinidad y tampoco su pretendida adhesión a las prescripciones seculares. Más bien es el mundo de creencias y prohibiciones autoimpuestas sobre la carne las que se derrumban tras el maremoto de los sentidos: “En ese mismo instante se ve a sí misma como una imagen: la imagen representa a Anna y a Tomas. Están desnudos y sudorosos (…) Ella se abre, se ensancha, presiona la espalda contra la áspera colcha (…) El instante es tan inconcebible como la muerte. Ahora, (…) comprende con la presencia absoluta de sus sentimientos, con la nitidez de la percepción de los sentidos(…) la salvaje culminación que aún tiembla en sus nervios (…) En este breve ahora su sentimiento y su juicio captan la irrevocable crueldad del encuentro amoroso (…) “ (CI, pp. 21-22).


II. Como es característico del universo Bergmaniano el entorno se presume aséptico, debidamente esterilizado, pulcro, deliberadamente perfecto... por lo menos externamente. Pero en la intimidad, donde nunca llega el sol, se libran feroces batallas por sobrevivir al aburrimiento y a la soledad. Bergman hace sugerencias explícitas sobre el tipo de contrato social que puede fundamentar cualquier convivencia en común, sin embargo, nos asegura, esto no será suficiente para detener el desgaste, olvidar las viejas alianzas o exterminar gradualmente los deseos. Haciendo gala de un corrosivo humor Bergman nos pone frente a la fragilidad del ser humano que puede comprometer su alma y su cuerpo por intermedio de una ideología religiosa como si fuera dueño de uno y otro, así pone en boca de Anna un juramento inaudito que exige de ella un tributo desmesurado, fuera de toda posibilidad de satisfacer, y precisamente por ello la protagonista siempre se sentirá en falta consigo misma y con los demás, sobre todo con su marido: “…tal vez uno se hace ilusiones equivocadas. Y claro que he sido ingenua. No hay más que pensar que me casé con Henrik. Porque yo me di cuenta de lo herido que estaba, pero creí, en mi infinita suficiencia, que estaba destinada a salvarle (…) Mamá me previno y trato de impedirlo pero yo era obstinada. Claro que le amaba de una manera infantil y arrogante. Pero yo no sabía nada. Ni sobre él ni sobre mi misma” (CI, p.25). . La soberbia –nos dice Bergman- es inaudita y será tributaria de los conflictos alojados bajo la alfombra, que, tarde o temprano se saldrán de todo límite. La guerra se lleva a cabo en el alma pero sus efectos se hacen sentir en el cuerpo, como estigma del pecado y su culpa sin posibilidad de alcanzar conciliación o expiación. La culpabilidad ronda como una sombra el discurso en que los personajes bergmanianos se debaten: la mujer de años que siente en su corazón el peso de la condena por su desliz amoroso; el amante joven estudioso de teología que siente culpabilidad porque su carrera profesional está amenazada por una relación que no fue consumada pero que sabe proscrita por sus votos. El argumento del que parte Bergman nos hace ver de forma cruda la imbricación de dimensiones a favor del máximo absurdo: Anna Åkerblom, mujer caucásica de 36 años, lleva casada 12 años con el pastor Henrik, hombre inestable y débil, con el que procreó tres hijos. El paso del tiempo no ha sido piadoso para esta mujer que ha aprendido a detestar a su marido por distintas razones, la principal, la gris personalidad que el posee, la cual, es carente de espontaneidad pero barruntada de aburrimiento en todo sentido, véase si no la forma en que Anna describe a su marido: “…Es una persona que apenas soporta las dificultades que la vida diaria le ponen en su camino. Es débil e inseguro(…) la verdad le destrozaría…"(CI, p.34). neas más adelante la ÅKerblom cierra la descripción destilando el odio de los años y el cansancio que tras una gris convivencia han logrado derrotar su juventud y sus ilusiones, su amor y sus deseos de mejorar su vida matrimonial : “…Él se hace a un lado cuando puede hacerse a un lado, huye si tiene la posibilidad de huir. (…) Yo sé que es un buen sacerdote. Y que es un director espiritual meticuloso que ha ayudado a muchas personas. Pero por debajo de todo eso hay un pobre infeliz asustadizo y muerto de miedo…”(CI, p.34).

Este el marco ideal de máxima inestabilidad para un matrimonio impostado, sujeto a la forma sin nada de fondo. Esta conciencia repentina lleva a Anna al cuestionamiento de todo lo que en su sociedad se considera normal, lícito, legal; lo que le hace vislumbrar en el horizonte una tormenta de franca confrontación. Sin embargo las personas que visiblemente la rodean parecen no estar de acuerdo con esta forma rebelde de ver las cosas y por todos los medios, cada uno desde su peculiar posición, la someterán a una presión constante para que desista de su desmesurada radicalización: su madre que desde el principio le advirtió que no contrajera nupcias con un hombre como Henrik, la hostiga recordándole sus deberes conyugales; Tomas, su amante, amigo de su esposo y varios años menor que ella, la abandona dejándola a merced de sus dudas y remordimientos; y hasta su confesor Jacob le sugiere sin más desistir, contar la verdad de lo sucedido y someterse al juicio de su marido. Lo único que le queda a Anna es asistir impotente al desmoronamiento de sus ilusiones, y todo en descargo de una relación amorosa que no llego a ser tal, ni por la vía del amor y mucho menos por la vía de la pasión.

III. El término Conversaciones íntimas hace evidente su origen religioso desprendido del protestantismo. Fue introducido en Escandinavia, Los países bajos y Alemania por Martin Lutero (1483 – 1546), como un modelo alternativo de confesión que disipará la terrible corrupción que los prelados de la iglesia católica se encargaron de difundir al ponerle precio a los pecados mediante la tasa mundana de la indulgencia. Las conversaciones íntimas guardan el mismo sentido de declarar la verdad pero la diferencia sustancial con el modelo tradicional del catoliscismo es que busca situar al sujeto en cuanto a la responsabilidad de sus actos para que asuma las consecuencias correspondientes. De esta forma no se busca la expiación sólo simbólica o ritual sino la reparación del daño, pare ello es necesario establecer una especie de economía del pecado, es decir, un proceso de objetivación a través del cual podemos calcular su potencial valor de cambio. Acorde con lo anterior se busca una conciencia plena del sujeto como agente activo de su proceder dejando en un plano secundario la ponderación mesurada de las circunstancias que acompañaron su actuación; subrayando en todo momento la obligación de anteponer a sus propios deseos o malestares el bien común y la preservación de su nucleo familiar.

A lo largo de cinco conversaciones y un desesperanzado epílogo Bergman desgrana con una sobrada maestría literaria la historia de Anna Åkerblom, que, como muchas mujeres del convulsivo siglo XX y este incipiente XXI, están inconformes con su rol, con su responsabilidad, con su status, en fin con el papel de agentes pasivos que ciertas sociedades sobre todo en occidente les ha asignado: . La fórmula literaria que Bergman acuñó para describir esta situación está por fortuna tan alejado de los modelos profeministas pues no se regodea en miserias, autocompasión o victimismos, todos ellos recursos esteriles que huelen a chantaje para consumo específico de mujeres posmodernas. El problema que Bergman expone es la paradoja de una resolución amorosa que sólo en el plano mental se realiza no así en la realidad, y con la complicidad manifiesta de los protagonistas que no se cansan de jalar su vida hacia la rueca de la tragedia, con su impostura, falsa moral, parcialidad y simulación. El problema no es sobre la excistencia o no del amor, el problema es la labilidad de un sentimiento que puede acabar por lo más absurdo, degradarse o terminar sin importar los juramentos o el rol social. El problema no es la religión o el orden social sino más bien cómo nos situamos frente a estos poderes: si admitimos en primera persona la incapacidad de mediar lo interno de lo externo seremos objeto de una fuerza que nos desbordará. Cualquier ideología puede imponerse si el sujeto se pone a merced de su influencia, y nada de su fuero interno podrá impedir el avasallamiento de su persona, la esclavitud o en el peor de los casos su autosacrificio. En buena medida las creencias del sujeto son generadas por su entorno y asu vez el provee otras. Si no hay alguna especie de equilibrio esta utilización mutua terminará en el aislamiento o el suicidio ya sea porque no hay un límite claro entre el Yo y los otros, o bien sea por el sometimiento del yo a los otros. Confusión de dicto si la hay será desde el propio sujeto en su desesperada necesidad de estar de acuerdo con los otros. Bergman pone en boca de Anna un dictum contundente de su propia situación que sin saberlo inclinará la situación hacia el lado más desfavorable para su alma: “Soy una esposa Infiel. Vivo con otro hombre, engaño a Henrik. Estoy angustiada. No tengo remordimientos o cosa así. Sería rídiculo. Pero sí angustia. Ya no sé qué hacer(...)y luego están los niños y Henrik”(CI, pp. 15-16).


Una mente tortuosa atrapada en una trampa de contrasentidos que rebotan una y otra vez hacía una responsabilidad mal entendida, valores establecidos a medias, desequilibrio y un absurdo sentido de autosacrificio. Pero en el fondo, abigarrado como ún cúmulo de plomo, yacen la frustración y la violencia autodirigida. Aunque Bergman no lo diga explícitamente la situación de Ana es de pronóstico reservado: al final la histeria, el manicomio o el suicidio aguardan a que su pobre carne doliente ceda ante el peso de los años y la rutina. El grito desesperado de una mujer aislada, sin ninguna oportunidad de redención, culposa, sola, con la certeza de que el final no será en absoluto favorable para ella: “Y quién va ayudarme a mi cuando se desaten las iras del infierno..." (CI, p.35). Como Cristo en el madero, a Anna no le enloquece la duda sino la certeza de que no habrá ni ahora ni nunca algo que la salve, que la redima de sus agravios, que le devuelva la vida o las ilusiones, entonces decide conservar lo que tiene, dure lo que dure, sea real o fantasioso: "¿puedo acudir a Diós? (...) ¿o a mi madre? ¿Qué digo si Henrik me hecha de la casa? ¿iré a ver a Thomas –se ríe un poco- a decirle que ahora, pobre de ti, ahora tienes que ocuparte de mi y de mis hijos? ¡No¡ No pienso decir esa verdad que usted me exige. No creo en esa clase de sinceridad. Compro mi vida cotidiana con engaños y mentira. Vale la pena. Pienso llevar mi pecado sola y no pienso pedir ayuda a nadie." (CI, p. 35).

[1] Ingmar Bergman (1996) Conversaciones Íntimas. Trad. Marina Torres. Tusquet editores, España:1998. ISBN 84-8310-065-7.
[2] Email: jordim888@hotmail.com.mx; blog: www.bestiario-lugburz.blosgpot.com
[3] Para desilusión de las más recalcitrantes militantes del feminismo y movimientos conexos, Bergman se refiere a la especie y no al género.
[4] En adelante se citará de esta forma, la abreviatura del nombre del libro Conversaciones Íntimas como CI, más el número de página de donde procede la cita.
[5] Incapacidad que por cierto es general de toda la especie humana.