lunes, noviembre 02, 2009

VELEIDADES Y AUTOJUSTIFICACIONES

I.

La veleidad es moneda corriente en el tráfico de caricias. La economía de las emociones inicia y termina en el dejar hacer o el dejar pasar. El libre juego interactivo no apuesta por los beneficios a largo plazo, sólo le interesa satisfacer lo del día. En la senda complaciente de subidas lúbricas, la intensidad y no la duración es lo que rifa. Eso es lo que hay en el fondo del enamoramiento: una mezcla embriagante de química hormonal, neuronas trabajando al tope para fabricar su propia realidad y el hechizo de palabras que catapultan sentimientos desnudos. La razón está fuera del circuito de esta montaña rusa. También podríamos decir que esta fuera de todo cálculo letal y ello a pesar del saber tácito de que el amor mata con una sola bala.

II.

No hay pues algún refugio metafísico para explicar la fuerza de la pasión. Tenemos por tanto que renunciar a los absolutos imponderables, a la sustancialidad o a los imperativos categóricos. La única materialidad constante en esta erupción pliniana del alma y su pasión, es el cuerpo. El coño y el falo son los continentes del erotismo, las tetas y las nalgas los litorales. Más allá, en las profundidades de lo terrestre, está el sol negro del ano, el cual representa la antítesis de lo amatorio: recinto del instinto y la agresión, sede de la tentación y su condena, escisión de la pareja para ego-centralizar el placer. No obstante lo último, existe una res luxuris que coloca cada uno de los componentes enlistados en una misma categoría dual de continuidad/discontinuidad. El orgasmo es el paraíso de los amantes, pues consuma y vacía su desbordante pasión. Sin embargo el orgasmo no podrá ser activado sin la sinfonía precisa de las habilidades motrices, táctiles o bucales. Aquí, el beso profundo -no cualquier beso-, enlaza lo material y lo inmaterial que se aloja en la mente de los amantes. El beso profundo es, desde un aspecto simbólico un beso de sangre que concita sed y hambre, entrega y abandono, muerte y transfiguración, es un alimentarnos de la carne del otro cediendo al mismo tiempo nuestra parte que le corresponde al otro. Y es tan intensa la sensación que suscita este tipo de beso que la penetración del falo es más deliciosa aún. La veleidad sensual es moneda corriente entre los amantes, su única moneda para traficar las emociones… sin la promesa de una incierta y vaga felicidad antinatural.

III.

Si de todo lo anterior trasciende una relación de compromiso... el desastre hijo mío.

PRIMERO SUEÑO. ESPECULACIONES ONIRICAS.

By Jorge Antonio Díaz Miranda

Desde el punto de vista de su contenido simbólico, el sueño no se sale del patrón de vida del sujeto. De hecho, reproduce –aunque de forma azarosa- las cualidades distintivas[1] afectivo-emocionales de la personalidad del sujeto, aunque configurados de distinta manera. La configuración que se presenta en el sueño no se repite nunca, sin embargo, conserva las coordenadas de sentido make in self. ¿Pero qué son las coordenadas de sentido?, la observación directa que nos brinda la casuística, y aquellas de orden fenomenológico que nos ofrecen tanto la literatura como la prensa psicológica especializada, ponen de relieve al menos tres tipos psinérgicos[2]: intencional, comparativo y de predisposición a la acción. La raíz que está en la base de estas coordenadas, es la organización del entorno a partir de la perspectiva del sujeto, lo cual los articula y complementa. Dicha centralidad auto constructiva dista mucho de ser un territorio inclusivo donde dos realidades mentales pueden coexistir como lo supone la sociología; de hecho su fuerte movilidad afectiva está impregnada totalmente de auto conceptos y creencias, a partir de las cuales el sujeto define quien es él y que hará en concordancia con ese creer ser.

En este contexto, el factor determinante que reproduce el patrón de vida del sujeto dentro del sueño, es totalmente psicológico, es decir, autogenerado desde una realidad interna. La significación atributiva de esa realidad interna tiene que ver con la historia personal y las experiencias en las que el sujeto ha puesto a prueba expectativas, conocimientos y deseos.

En este modelo de condensación onírico-afectiva, es central la noción de ontosinergia[3], es decir, la energía intencional-afectiva que asegura la sobrevivencia psíquica del sujeto como unidad multifuncional, desde una especial visión del mundo. Ligado a esta noción fundamental está la noción de autogeneración multidimensional, la cual se refiere al proceso de generación del contexto en la que un conjunto de hechos será contrastado o refutado. La autogeneración multidimensional no se realiza en tiempo determinado, o a través de una sola estructura fija, ya que su cualidad más importante es la plasticidad re configurativa. Un buen ejemplo de la autogeneración multidimensional es el sueño, pues se trata de una configuración plástica que se mueve con energía intencional-afectiva y que puede emplear diversas formas de significación para un mismo sentido o patrón de vida.

Des universalización simbólica. Si bien la estructura simbólica puede generalizarse dentro de un grupo que comparte un horizonte cultural, la autoconstrucción simbólica es individualizada y puede salirse de cualquier convención simbólica, tácita o explícita. La diferencia entre una representación compartida y una representación individualizada es su estructura. En el caso de la primera hay una estructura formal a través de la cual se puede identificar un tipo de cultura e historia social. En el caso de la segunda no hay una estructura formal ausente que puede utilizar símbolos universales dentro de un sentido distinto: la formulación que deriva de esto último para una definición del sueño sería lo q ue parece ser, que no es, pero es otra cosa.

Mecanismos de condensación o aglutinamiento simbólico.

Desplazamiento,

Inversión,

Proyección,

Idealización,

Defensa,

Ocultamiento,

Exageración,

Sustitución,

Disociación,

Fragmentación,

Negación,

Mistificación.


[1] En el sentido en que Thomas Nagel y Daniel Dennet emplean la noción Qualia, es decir como contenido subjetivo de la conducta.

[2] Neologismo que describe como la personalidad del sujeto se moviliza a través de energía afectiva para proyectarse a la conducta.

[3] Neologismo con el pretendemos describir la forma en que una visión personal del mundo (onto-logos) se moviliza a través de energía afectiva para proyectarse en la conducta.