Es significativo el discurso lastimero de la presidencia de la republica, un discurso que en el fondo es un perdón a TELEVISA por haber fallado de fea forma en la protección de un giro comercial vinculante con el consorcio. No olvidemos que los casinos fueron el candido regalo que el señorito Santiagfo Creel entrego a Emilito Azcarraga Jean, en bandeja de naipes trucados con un becerro de oro desregularizado. El ataque a otro gran consorcio al que se suma el ataque al estadio Corona de la comarca lagunera es un disparo preciso a las empresas que el felipismo protege sin cortapisa y que desafían directamente al flaco poder que le queda al agónico y descompuesto sexenio de las manos tintas en sangre. Es posible que estos hechos no estén desligados entre si de una ofensiva Estatal mas amplia que apuesta con todo su calderonico corazón por una intervención directa exportada desde USA, la cual se agregaría a la parafernalia de injerencia espia, tradicional o robotizada del poderoso gran hermano que nos mira con ojos hostiles, aunque sin abandonar su acostumbrada doble moral… Pero los atentados no fueron contra ciudadanos anónimos marginados, fue contra consorcios de inversión que son capaces de provocar un sismo financiero a la altura de los tiempos, por ello Felipe ofrece perseverar en políticas publicas de beneficio para las elites, misceláneas fiscales de evasión, mesas de dinero para las victimas, leyes mas severas para el populacho y chivos expiatorios de ocasión a precios rebajados, mientras la balanza de la violencia inclina su peso al mayor desmadre social del que se tenga historia. Esto pone de manifiesto que la representación del gobierno no va del lado de la ciudadanía sino de los oligopolios que sigue creciendo incluso con participación de fuentes financieras oscuras y el molino de sangre que se impuso a este país. El fin del sexenio levanta una nube de humo de 50 mil muertos, 120 mil desplazados y al menos 5000 desaparecidos. El triunfo de la barbarie no proviene en primera instancia de los criminales, proviene de las alas del Estado que fomentan el crimen para beneficio de la alta burocracia y sus aliados.
1 comentario:
En efecto, el discurso del presidente es una burla al sentido común, lienzo de protagonismo petulante. Tristes palabras, huecas, que no aclaran, que no liberan, que no reconocen torpeza ni cambian la realidad desastrosa del país. Nada cambia, continúan los privilegios y la desigualdad. Corrupción, riqueza y poder alimentando hasta el hartazgo marginación, pobreza, muerte y crueldad. Población indefensa entre dos fuegos, coincidiendo contigo en que la barbarie no proviene de los criminales exclusiva y principalmente, también del Estado. Fomentar la violencia y los actos con tinte terrorista también sirve como un medio de control y sometimiento ante cualquier fin. En este sexenio que agoniza y se hunde, veremos ratas devorarse entre ellas o huyendo a un país lejano, en cuyos bancos han protegido sus inversiones, antes que morir de la mano de sus propios errores. . .
Saludos.
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