lunes, julio 28, 2014

PROMETEO SIFILÍTICO




PROMETEO SIFILÍTICO

Jorge Antonio Díaz Miranda
Julio 2014


El periodista  Renato Leduc  escribió en la década de los veinte del siglo anterior, Prometeo Sifilítico empleando un estilo poético de corte helenístico. Se trata de una especie de manifiesto de rebeldía humorística con la que el autor levanta su indignación, sobre las feísimas secuelas que las enfermedades venéreas dejaban a sus coetáneos generacionales (antes del descubrimiento y masificación alopática de penicilinas y sulfas), después de practicar el “juntamiento” con hembras placenteras (meretrices, felatrices, ombliguistas y huileras), que pululaban en las casas de tolerancia, burdeles, estanquillos o burillos populares,  más “refifados” de la capital mexica, durante la temprana postrimería revolucionaria. Las repugnantes huellas del “beso negro de Venus” podían ser admiradas en los míseros y pestilentes pabellones hospitalarios donde se atendían diariamente a cientos de anónimos Juan Desgracias o doña María de la Macarena sin suerte.  Los flagelos de la “espiroqueta uretral” eran purulentos y fagedénicos, neumas vergonzosos, chancros de pus y ardorosa podredumbre, exhibidos con exageración por la grey religiosa como justo castigo del pecado de lujuria. Para denunciar tan injusta sanción y condena moral, Leduc escribe los versos de su Prometeo desde la óptica de un sarcástico apologista: en dos actos nos cuenta la funesta caída del desventurado titánida, por traficar para la raza humana los placeres de la variopinta concupiscencia con posiciones sensuales, usos y nuevos placeres lúbricos, nuevas cimas de placer, que sólo de forma indirecta tienen que ver con los oficios institucionales de la reproducción. Los propósitos que motivan la creación neo-helenista de Leduc, son de naturaleza didáctica, alfabetizadora, pedagógica y docente, dirigida a la señorial clase popular mexicana, vinculándose a ella a través del humor y el sarcasmo.

La Odisea fue escrita por Leduc como parodia condensada de aquella obra clásica griega y pertenece a la misma época que la de su Prometeo. Fue presentada como rapsodia de tres actos, con el mismo estilo humorístico que en este caso, celebra las hazañas del libertino nauta, en su periplo sexual por diversos puertos en que ejercía de cornamentador de maridos, gigoló de envejecidas aristócratas, seductor de vírgenes y proxeneta de hembras en comercio de placeres.

Euclidiana, reúne primorosos epigramas con moraleja o sonetillos didácticos que originalmente estaban dedicados a una joven y talentosa catedrática, llamada -con singular hipocorístico- Mari-cruel, porque siendo tan inteligente, graciosa y con una formas voluptuosas, jamás atendió los reclamos amorosos de alumnos, colegas, ni improvisados, que desventurados se arrojaban al abismo de los curados de tuna en el estanquillo de Las Glorias de Don Zenón, famosa pulquería de la capirucha.

Con motivo del premio nacional de periodismo que el inveterado periodista recibiera en 1977, la editorial Diana reunió la pantagruélica colección en un libro que rebautizó como Prometeo, La Odisea y Euclidiana, en una primera edición fechada en 1979. Vale la pena acercarse a esta compilación sensacional, que junto con la Sátira de Salvador Novo (Nalgador Sobo para los picaros y cábulas invertidos de antaño), ocupan un sitio destacado en la picaresca mexicana contemporánea. Lástima que en sus días, estas creaciones leducianas fueran vetadas por la hipocresía y la mezquindad oficial, nomás por perpetrar con sarcástico oficio desacralizador, el cuestionamiento y la crítica de formas academicistas y de la huera sabiduría de latinistas ensotanados, que promovían la condena moral  ecce  homo, aprovechándose de la ignorancia del pueblo llano.         

                                             

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