PROMETEO
SIFILÍTICO
Jorge
Antonio Díaz Miranda
Julio
2014
El periodista Renato
Leduc escribió en la década de los
veinte del siglo anterior, Prometeo
Sifilítico empleando un estilo poético de corte helenístico. Se trata de
una especie de manifiesto de rebeldía humorística con la que el autor levanta
su indignación, sobre las feísimas secuelas que las enfermedades venéreas
dejaban a sus coetáneos generacionales (antes del descubrimiento y masificación
alopática de penicilinas y sulfas), después de practicar el “juntamiento” con
hembras placenteras (meretrices, felatrices, ombliguistas y huileras), que
pululaban en las casas de tolerancia, burdeles, estanquillos o burillos
populares, más “refifados” de la capital
mexica, durante la temprana postrimería revolucionaria. Las repugnantes huellas
del “beso negro de Venus” podían ser admiradas en los míseros y pestilentes
pabellones hospitalarios donde se atendían diariamente a cientos de anónimos
Juan Desgracias o doña María de la Macarena sin suerte. Los flagelos de la “espiroqueta uretral” eran
purulentos y fagedénicos, neumas vergonzosos, chancros de pus y ardorosa
podredumbre, exhibidos con exageración por la grey religiosa como justo castigo
del pecado de lujuria. Para denunciar tan injusta sanción y condena moral,
Leduc escribe los versos de su Prometeo
desde la óptica de un sarcástico apologista: en dos actos nos cuenta la funesta
caída del desventurado titánida, por traficar para la raza humana los placeres de
la variopinta concupiscencia con posiciones sensuales, usos y nuevos placeres
lúbricos, nuevas cimas de placer, que sólo de forma indirecta tienen que ver
con los oficios institucionales de la reproducción. Los propósitos que motivan
la creación neo-helenista de Leduc, son de naturaleza didáctica,
alfabetizadora, pedagógica y docente, dirigida a la señorial clase popular
mexicana, vinculándose a ella a través del humor y el sarcasmo.
La
Odisea fue escrita por Leduc como parodia condensada de aquella
obra clásica griega y pertenece a la misma época que la de su Prometeo. Fue presentada como rapsodia de tres actos,
con el mismo estilo humorístico que en este caso, celebra las hazañas del
libertino nauta, en su periplo sexual por diversos puertos en que ejercía de
cornamentador de maridos, gigoló de envejecidas aristócratas, seductor de
vírgenes y proxeneta de hembras en comercio de placeres.
Euclidiana, reúne primorosos epigramas con
moraleja o sonetillos didácticos que originalmente estaban dedicados a una
joven y talentosa catedrática, llamada -con singular hipocorístico- Mari-cruel,
porque siendo tan inteligente, graciosa y con una formas voluptuosas, jamás
atendió los reclamos amorosos de alumnos, colegas, ni improvisados, que
desventurados se arrojaban al abismo de los curados de tuna en el estanquillo
de Las Glorias de Don Zenón, famosa
pulquería de la capirucha.
Con motivo del premio
nacional de periodismo que el inveterado periodista recibiera en 1977, la
editorial Diana reunió la pantagruélica colección en un libro que rebautizó
como Prometeo, La Odisea y Euclidiana, en una primera edición
fechada en 1979. Vale la pena acercarse a esta compilación sensacional, que
junto con la Sátira de Salvador Novo (Nalgador Sobo para los
picaros y cábulas invertidos de antaño), ocupan un sitio destacado en la
picaresca mexicana contemporánea. Lástima que en sus días, estas creaciones leducianas
fueran vetadas por la hipocresía y la mezquindad oficial, nomás por perpetrar
con sarcástico oficio desacralizador, el cuestionamiento y la crítica de formas
academicistas y de la huera sabiduría de latinistas ensotanados, que promovían
la condena moral ecce homo, aprovechándose de
la ignorancia del pueblo llano.
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