Escuelas, hospitales, centrales eléctricas, infraestructura urbana civil, albergues, refugios, miles de civiles atrapados ente el yunque y el martillo, en una franja territorial de 8 x 42 kilométros. Más de mil muertos y miles de heridos en la más terrible de las campañas militares que Israel ha liberado en contra de la franja de Gaza. La desimetría en el uso de la fuerza siempre ha jugado un papel determinante a favor de Israel, pero no se ostenta como un recurso de defensa, antes bien, como una demostración de fuerza para los vecinos indeseables de Israel. Drones y aviones supersónicos bombardean en estos momentos 150 objetivos estratégicos de Hamas, dejando una secuela de bajas colaterales civiles que ningún organismo internacional puede cuantificar por la censura que impone el gobierno de Israel. Dos semanas de campaña militar han devuelto la franja de Gaza a los tiempos bíblicos y desplazado a poco más de 200 mil personas. Nada es seguro en el territorio de la guerra, ni los albergues habilitados por la ONU. Hasta ahora el sistema antimisiles Cúpula de Hierro ha funcionado eficientemente impidiendo que los artefactos de Hamas lleguen a núcleos poblacionales en territorio israelí. La vida en gaza está bloqueada por mar y tierra, no entran alimentos, medicinas o agua. El cinturón de fuego abraza cada palmo de tierra evaporando cuerpos y edificios.
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