NARRACIONES DE UN MARGINAL (1) (2)
Jorge
Antonio Díaz Miranda
Julio
2014
La casa era una pocilga oscura,
sin ninguna ventana por la que se filtrara la luz del sol. La pintura de las
paredes estaba derruida por las filtraciones de humedad. El baño sucio con la
tasa destrozada, eructaba vapores pestilentes de acumulada podredumbre. Dentro,
en uno de los dos cuartos de la estancia, recostado sobre un futón
destartalado, un tipo de treinta y cinco años, con profundas arrugas de
expresión en el rostro, grandes y
oscuras ojeras, cicatrices en el mentón, una nariz deformada y un vientre
hinchado; le hacían parecer como de sesenta.
-
Todos estaban ahí –me dice, con voz
cavernosa, metálica, como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez
que la empleará-, todos los jefes, sus
lugartenientes y los principales de plaza. Me asignaron la seguridad del
perímetro y el cuidado de la armería. No pensé que esa reunión sucedería, pero
todos llegaron. El único modo de acceder
a la casa era por aire...
Una tos desgarradora
interrumpió su relato. El enfisema estaba muy avanzado. Su caso era terminal.
No obstante seguía fumando. Me pidió una caja de habanos Cohiba, sus preferidos.
El ataque de tos parecía no terminar
hasta que me señaló un tanque de oxígeno y la careta de absorción que estaba
colocada sobre una repisa. Ahí también había un tubo dosificador relleno con
salbutamol para abrir los bronquios, jeringas intravenosas, un hisopo extractor
de mucosa, un apósito manchado de sangre coagulada y un ultramoderno celular
inteligente. Le pasé el oxígeno. Después de unos momentos en que lo aspiró
profundamente retomó el hilo de su narración.
-
También había militares y marinos del más
alto rango, comandantes de la policía federal, políticos de alcurnia, la crema
y nata de algunos partidos políticos. Todos comiendo juntos. Bebiendo juntos. Departiendo.
Platicando de todo. Conviviendo y riendo como si fueran viejos amigos.
Disfrutando la banda sinaloense que tocaba puros corridos. El Azul y el Mayo
iban de mesa en mesa preguntando si todo estaba bien, si los señores estaban
bien atendidos. Ellos son gente muy amable, con un encanto especial para el
trato social. Ahí donde se paraban hacían un ambiente grato. Les arrancaban a
todos escandalosas carcajadas. Con todos brindaban. Con todos intercambiaban un
elogio oportuno. Nada fuera de lugar, por cierto. Ellos conocían a todos,
quienes eran, de donde venían…de que familias provenían y los trabajos que
tenían. Nunca se equivocaban en nombrar el grado de los jefes de la milicia,
tampoco en el caso de los comandantes de la policía federal…
Se detuvo como reflexionando
en su interior. De hito en hito me miraba como tratando de descubrir en mi
gesto impersonal una resquicio de duda o una hebra de incredulidad. Le sostuve
su mirada inquisitoria. Volvió a su puro. Miró la bocanada densa que salió de
su boca desdentada. La información que reuní sobre sus actividades se reveló
exacta. Casi diez años de su vida los había pasado como “analista” de logística
y seguridad, un trabajo especializado en recopilar información de
“inteligencia”, para planificar rutas de trasiego de drogas.
-
Los Tucanes de Tijuana dicen que también
estuvo la reina del Pacífico…
-
Ellos ni siquiera estuvieron ahí. Pero en
efecto ella estuvo. Tan guapa la señora. Tan distinguida como siempre con su
belleza de mujer madura. Con esa ropa tan entallada que resaltaba sus pechos
grandes y la redondez de sus nalgas. La señora es un cromo, sí señor. Con esa
forma franca de hablar que tienen las hembras bien bragadas. Ninguno de los
compas ni yo mero nos atrevíamos a mirarla, por respeto. Ella siempre nos
saludaba personalmente a cada uno. Con todo, era imposible no admirarla. De vez
en vez echábamos una miradita disimulada porque ella era una graciosa
aparición. Pero ni siquiera su belleza nos hacía olvidar quien era… no por nada
era la reina.
Volvió el violento acceso de
tos pero pasó rápidamente. El tipo me pidió que le acercase el tubo de
salbutamol. Inhaló por la boca el medicamento en tres ocasiones y el color de
vida volvió a su rostro lastrado.
-
Yo estaba bueno. Pero la fumadera y la vida
loca me atropellaron –sonríe socarrón-… El perico me gusta mucho pero ya no lo
esnifo. Mi chingada nariz está casi destruida. Necesito una nueva. Lo peor son
los pulmones colapsados. Por eso ya no pude seguir en el jale. Los jefes me
dieron permiso de retirarme. Dijeron que me mandarían dinero pero desde que
suprimieron su línea de mando se cortó toda conexión con el negocio. Sólo
espero que cuando vengan por mi, sea
rápido. O tal vez ésta – levanta una escuadra beretta que saca de entre sus
ropas-, me convenza un día en arreglar las cosas por mi cuenta, para que cuando
vengan los sicas sólo encuentren carroña –ríe-.
-
Era muy chavo cuando me quebré al primero.
Desde ahí no había parado hasta hace poco, justo cuando el matasanos me dijo
que tenía cáncer en los pulmones. Cuando le conté a mi familia de mi enfermedad,
todos se fueron. Mi esposa con mis hijos. Mis hermanos. Hasta mis viejas y los
amigos. Ya sabes, pinches ratas que abandonan el barco cuando todo se jode. Nomás
me queda una amiguita que viene a verme de vez en cuando pa´ darme de tragar. Algunas
veces me la culeo, porque todavía me hace falta la chocha. También le paso algo
de feria, de lo que me queda, para que se vaya manteniendo…
Se quedó pensando como
escuchando con atención una voz que le hablaba desde dentro.
-
¿Tenía algún propósito esa fiesta que
comentabas hacia un momento?
-
No sé bien. Pero recuerdo que ese año el
gobierno estaba interfiriendo durísimo los negocios de las organizaciones, con
ayuda de los putos gringos. Creo que los jefes valoraron la situación y estaban
dispuestos a dejar a un lado sus cuentas pendientes con tal de formar un bloque
de presión más efectivo. Formaron un fideicomiso común para proveer pertrechos de
forma casi permanente, proteger el negocio y encriptar las rutas de trasiego.
Todos estuvieron de acuerdo que, en cada organización, había gente que hablaba
con el gobierno y se decidió por eliminar las filtraciones. Creo que la fiesta
era para cerrar el trato. Ignoro en qué medida participaron los interesados,
pero la alianza se llevó a cabo operativamente y no cabe duda que después de
eso nada fue igual. La escalada violenta fue casi imparable. El gobierno
terminó cediendo las zonas de frontera y los puertos. De pronto había otra vez, vías abiertas para
todos. Surgió en cada cártel la orden de neutralizar a todos los simuladores e
impostores. Detectar, localizar y seguir a los elementos policiacos que
causaran problema. Ejecutar sin hacer escándalos. Levantar gente de peso sin
causar bajas civiles colaterales. Realizar incursiones sorpresa para castigar a
los que anduvieran fuera de la línea. Calentar algunas plazas para desestabilizar
gobiernos municipales rebeldes…
-
Desde su lado, ¿cómo valoraron el impacto de ese operativo
en la estructura de gobierno?
-
Los efectos no fueron inmediatos. Estos se
manifestaron después de algunos años de insistir en la estrategia de impacto
masivo. A mediados de 2011 el gobierno nos envía un mensaje inequívoco: quería
un clima de distención, una tregua, porque la elección presidencial se acercaba.
A finales de ese mismo año nosotros empezamos a observar un repliegue
unilateral de marinos, soldados y policías federales. Creo que eso fue algo
pactado con el candidato presidencial de uno de los partidos políticos.
-
¿Pactado?
-
Sí. Después de todo el Estado mexicano no
tiene tantos efectivos como para hacer frente a todos los frentes: narco,
insurgencia y resistencia civil. Calderón ya sabía –creo-, a quién iba a
transferirle el poder y calculó que eso generaría una revuelta popular, de modo
que replegó a los efectivos y los hizo volver a sus cuarteles, con el
consentimiento de su gallo presidenciable. Muchas plazas de acantonamiento
fueron abandonadas a partir del primer día de 2012, dejando sólo pequeñas
guarniciones que estratégicamente no eran ninguna amenaza. La guerra nos
favoreció de tal suerte que al final del sexenio de ese señor Calderón éramos
más fuertes. Los de Sinaloa peleamos por todo y lo ganamos todo.
Alguien entró a la casa.
Masculló un saludo y se acercó por detrás al tipo, diciéndole algo inaudible. El asintió y me dijo:
-
Debo irme. ¿Tienes todo lo que necesitas?
-
Sólo un minuto más. No dejo de pensar en lo
que has dicho respecto de que ustedes lo ganaron todo, porque al contrastarlo
con la imagen más reciente del Chapo Guzmán siendo apresado por marinos, se
hace necesario un matiz para comprender en qué términos te estás expresando…
-
Eso solo quiere decir que nadie es imprescindible.
Para seguir con el poder se debe negociar y conceder, intercambiar o perder. Y
de este lado estamos dispuestos a perderlo todo. Esto no se acaba porque
alguien caiga o esté en la cárcel. Si estás en la cárcel sólo se modifica un
poco la rutina de tu mando, pero sigues siendo el jefe. Además, a nadie en el
gobierno le conviene que hombres como el Chapo caigan en manos de los gringos…
-
Lo siento chaval pero cuando te digo que
tiene que irte es porque ya estás alejado de aquí varios metros –el hombre
desenfunda su beretta y apunta con ella en dirección de la salida-. ¡Pero en
chinga, mueve el culo¡
-
Ok. Entiendo. ¿Puedo publicar todo lo que me
has dicho?
-
No tengo ningún problema. Tu obligación es
informar, ¿no?
-
Así es. Gracias por tu tiempo. Hasta luego.
-
Es mejor hasta nunca.
FIN
(1) Hasta donde fue posible
confirmar la historia, los hechos son reales. La fuente principal que cita esta
especie de reunión cumbre realizada en algún punto de la Sierra Madre Occidental,
es Sandra Ávila Beltrán, la llamada reina del pacífico, quien a su vez refirió
el hecho al periodista Julio Scherer en la entrevista que le concedió desde el reclusorio
de readaptación social para mujeres ubicado en Santa Martha Acatitla. La
entrevista fue publicada por la revista proceso y posteriormente incluida en el
libro La Reina del Pacífico: es la hora de contar.
(2) La entrevista con el
“analista” fue realizada a finales del mes de febrero del año 2014. Por la
información que contiene, la fuente pidió observar un estricto anonimato de su
identidad. La dirección de correo electrónico que nos proporcionó para contactarlo
ha sido cancelada. La vieja casa en la que se hospedaba fue derruida por el
municipio junto con todo el vecindario,
con el argumento de proteger una zona de conservación ecológica.
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