LO
BELLO Y LO TRISTE
DE
YASUNARI KAWABATA
Jorge
Antonio Díaz Miranda
Julio
de 2014
Date la vuelta:
yo también estoy solo
en la hora quieta,
Haiku atribuido a Basho, siglo XII
Por sendero
de brillantes luciérnagas,
estoy perdido...
Haiku moderno
Un libro que me supo amargo.
Su contenido sacude todas las –supuestas- certezas del rol masculino, tanto
que, durante los días que emplee para leerlo y estas semanas posteriores, el estado
de shock no se extingue.
No es sólo la venganza y la
violencia que se mueven inquietantes entre líneas literarias primorosamente
enlazadas, cual monstruos que se ocultan en los abismos marinos de
nuestras peores pesadillas. Es más bien el palpar la viscosa corteza del dolor
que un acto -aparentemente- veleidoso puede hacer supurar. Mirar cara a cara el
rostro de la desolación. Exponerse a la expresión petrificada de la angustia
cuando todo se ha ido a la mierda. La vivencia del amor truncado, visto desde la
perspectiva de la desesperanza. Enfrentar el lenguaje denso y oscuro de la
tristeza, vehiculizado a través de la poética más descarnada. El discurso del
peso de una triple ausencia que niega por los medios más despiadados, el
sentido de la vida.
En la otra esquina, la de la
normalidad –entrecomillada- y la dignidad envilecida, habla la doble moral que
se espanta de su propia hipocresía. Con su fatua inocencia que se monta, a
ceguera conveniente, en el pico de una violencia desmedida, en correspondencia
casi predestinada con una crueldad que no tuvo empacho en exponer cómo puede
ser utilizada la vulnerabilidad ajena en provecho propio, tan sólo para
acrecentar las arcas del egotismo más asqueroso…
Yasunari Kawabata ha escrito
un manual perfecto para los perversos y los mezquinos; y al mismo tiempo ha
construido –tal vez sin querer- el espejo de la belleza humillada, rota,
saqueada. Una historia en que las emociones pululan como sombras fugitivas,
acosadas, sitiadas, perturbadas, orilladas al suicidio, a la locura, a la
recalcitrancia de una repetición sin esperanza, al hundimiento y a la
desesperación. La forma en que la tristeza y la miseria se trasforman gracias
al arte, en una belleza literal que se
cura justamente en el reconocimiento de su fragilidad.
Leed pues la historia de la
hermosa Otoko y de su amante –perfecto hijo de puta- desalmado. El saco que a
más de uno le quedará, incluyendo a quien esto escribe, que sigue royendo,
después de tantos años, los hilachos culposos de sus personales pecados de
veleidad.
Yasunari
Kawabata (1961) Lo bello y lo triste, Traducción de Nélida M. de Machain. Emecé
Editores, Argentina:2004. ISBN 950-04-2223-99.106.
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