DOS VISIONES BREVES DEL CARNAVAL DE RÍO
(CON GALERÍA EXTENSA)
SEGUNDA PARTE
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Julio 2014
II. EL ORNAMENTO DE LOS CUERPOS
Todos llevamos un pequeño voyeur dentro. Pero ante la franca desnudes de las
garotas de las célebres escuelas de samba, que
participan año tras año en el carnaval de Río de Janeiro, nuestros sueños más
húmedos de pasear la mirada descaradamente y sin pudor por la geografía
femenina de tetas y culos voluptuosos, y piernas y caderas bamboleantes como
una caricia de playa -sin recibir una mirada de desdén-, se ven colmados:
Juro que nada en su persona he visto
como el culo que
tiene, soberano,
grande, redondo, carnoso
y limpio, listo;
fresco, suavísimo,
lozano;
que al fin nació,
¡fuego de Cristo¡
oh, consuelo
místico de alabarderos,
menesterosos, profanos, trasnochados…
La célebre samba de ninfas
libertinas, transfiguradas en herinas y lammias, súcubos de perdición, hace
descender desde su celestial belleza, la seducción de Marsias en el filo de un
deseo realizado, antes de ser desollado por el tiempo.Belleza es igual gracia,
sublime, soberbio, una composición equilibrada de todos los elementos,
coherencia y correspondencia, unidad en la pluralidad, pluralidad en la unidad.
Lo bello es lo que se desea poseer, la summa
de una ilusión: voluptuosa y grandilocuente, sensual e inesperada,
ataviada con los colores de plumajes fulgurantes que nos recuerda la fuerza
natural que se concentra en Brasil; breve en su vestimenta, extensa en la piel,
parabólica en alusiones profanas, directa en su epifanía; demoledora en sus
alusiones prometéicas, exótica, anacrónica y futurista, madre-selva de cúspides
coloreadas con tonos frutales, cálidos, tropicales. Cuerpos metalizados con
tangas mínimas, trepidantes en sus bamboleos áureos o platinados. Cuerpos
blancos, negros, mestizos, indios, conectados a una misma representación de
excesos, que suprime temporalmente la contradicción moral entre la carne y el
espíritu. La sensualidad consagrada, la fecundidad, la tierra, el mármol, la
rosa, la espuma, la brisa, el sexo, la inter-penetración gozosíma de los
sentidos en una promiscuidad ilusoria completamente permitida. Diosas del
Deseo, templos femeninos de pilares vivientes, palpitantes, bosques de
símbolos, explosión de luz, extensión de cosas infinitas. Mujeres flor, mujeres
ave, mujeres demonio, mujeres lujuria, mujeres voluptuosas, mujeres que se
mueven como torbellinos profanos, burlones, bullangueros, burbujeantes,
hechizantes… mientras la multitud obedece dócil el llamado de la carne como una
liberación: en el carnaval no nos distanciamos racionalmente de nosotros mismos
o del objeto de deseo, somos uno mismo, aunque diseminados en una multiplicidad
de arquetipos: jazmines con sus pétalos abiertos, malvas y bergamotas, gacelas
de suaves filigranas, glicinas de seda transparente, clématides amorosas que te
quieren dar un beso, penachos blancos que se acercan convidándote una caricia
de plumas, inmensas cabelleras rubias y negras agitadas por un vendaval de
música. Ellas están casi desnudas con la pasión de la samba anudada a sus
cuerpos, los brocados de las bragas
brillan como estrellas rutilantes, sólo joyas cubren sus cuerpos, brillantes
piedras…imágenes de luz. Una joya maravillosa lanza sus destellos desde la
línea de sus turgentes senos. Hacia el sur en los sólidos pilares de sus
amplios muslos una cascada de rubíes y esmeraldas, su sexo apenas está cubierto
por una delgada lonja confeccionada en ónix.Alrededor
de sus soberbias nalgas un cinturón de gemas que parecen vivas, palpitantes,
animadas, dibujando una y otra vez los contornos tentadores, las líneas de la
vigorosa mujer de rasgos incandescentes. Entre el cuello y la cadera, su
vientre luce cordones luminiscentes como rayos de estrellas.
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